N el ocaso del curso, cuando a la campaña apenas le restan los estertores y el sol de otoño de Lombardía, Gotzon Martin (1996, Orozko) se revisa en el retrovisor del pasado reciente. En él se refleja un buen año. "Creo que he dado un paso adelante, que es lo que buscaba, dar un mayor nivel", dice el vizcaino, colgadas las piernas de la percha del descanso después de disputar la CRO Race, una prueba en la que ha brillado y le ha servido como punto de fuga de su ilusionante temporada. "Ahora toca descansar y desconectar", subraya Martin, sexto en la general final de la cita croata después de alcanzar un estupendo cuarto lugar en la etapa reina de una carrera en la que siempre merodeó los puestos nobles. "Llegué con un buen punto de forma después de la Vuelta", desgrana el ciclista del Euskaltel-Euskadi, un corredor en nítida progresión y una de las apuestas de futuro del equipo vasco.

Noveno en la clasificación de los jóvenes en la pasada Vuelta, a Martin, que tuvo actuaciones destacadas mediante fugas, le quedó la pena de "no coger una escapada que llegara a meta" y poder aprovechar su punta de velocidad en grupos reducidos. A pesar de ello no dejó de intentarlo. Valiente y decidido, nunca se desconectó. Se mostró sólido. Probablemente esa sea su mejor virtud. "No destaco en nada en concreto, pero soy muy regular. Subo bien", dice el vizcaino, que quiere echar raíces y elevarse a partir de esa base. Asentarse para continuar creciendo. "No sé si soy un corredor del WorldTour, pero no me veo lejos de ellos. Otra cosa es pertenecer a ese grupo de 25-30 corredores que son los que lo ganan todo. Esos están a otro nivel", disecciona sobre un ciclismo ultracompetitivo, voraz al paroxismo, donde las figuras lo rebañan todo y las migas son escasísimas. No existe la relajación. Menos aún la compasión. Nadie concede una pulgada.

"Se va rapidísimo. Cada año las medias son más altas, se compite a tope. Eso exige mejorar continuamente", considera Martin, un producto de la cantera naranja, siempre vinculado a la Fundación Euskadi. "He crecido junto al equipo", expone Martin, que se vio obligado a aparcar los estudios de Magisterio -le resta curso y medio- cuando saltó en 2018 al profesionalismo. "Me he centrado en el ciclismo. No podía compaginar las dos cosas. Cuando acabe mi carrera deportiva retomaré la carrera", calcula el vizcaino. Esa fecha no se adivina aún en la línea del horizonte. Martin, aunque acumula cuatro campañas en el profesionalismo es un recién llegado que sueña con ganar una etapa en la Itzulia. "Si pudiera elegir un triunfo sería poder ganar una etapa en la Itzulia. Ahora, sé que es muy complicado", determina.

Del esquí alpino a la bici

El vizcaino accedió al sillín del ciclismo deslizándose con los esquís por las laderas de las montañas. Cambió el blanco de la nieve por el gris marengo del asfalto. Esa fue su transición. Del invierno al verano. De las tablas y los bastones, al manillar y a las dos ruedas. "Mis padres tenían una casa en Candanchú y en invierno solíamos esquiar. Yo competía los fines de semana. De hecho, antes de andar en bici, ya esquiaba", rememora Martin, enrolado en el Club Esquí Navarra por aquel entonces. Con la selección de Euskadi se alistó al esquí de travesía. El verano lo reservaba para la bici siguiendo el adagio que dejó la obra de teatro de Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano. Amante del deporte, el vizcaino se encaramó al ciclismo a través de la bici de montaña en el Aula Pedagógica. Más tarde optó por la bici de carretera. Entró a formar parte de la S. C. Ugao. "Ambas especialidades me gustaban, pero al final me decanté por el ciclismo. En el mundo del esquí era más complicado hacer carrera", argumenta Martin. De sus años de esquiador, el de Orozko trasladó al ciclismo la destreza adquirida en los descensos. "Técnicamente el esquí me ha venido bien para el manejo de la bici en las bajadas", descubre el vizcaino.

Una vez aferrado al manillar, Martin fue ascendiendo peldaños en el telesilla de la Fundación. "Me siento parte de la Fundación Euskadi porque siempre he corrido con su maillot", apunta el de Orozko, que considera un honor vestir "el maillot naranja". Él fue parte de la marea naranja, del coro de voces que animaba desde la cuneta "al equipo de casa". Recuerda sus viajes al Tour y sus ánimos durante la Itzulia. Ahora es él el que recibe los aplausos y los gritos de entusiasmo desde el otro lado. Sus amigos le siguen. "A unas carreras igual van diez, pero en otras te encuentras con cuarenta. Es muy emocionante. No sé si son aficionados por mí o ya lo eran de antes", bromea Martin, que continúa con su larga escalada.

Antes de comenzar a correr en bicicleta, el ciclista del Euskaltel-Euskadi compitió en esquí alpino enrolado en el Club Esquí Navarra

Gotzon Martin obtuvo una meritoria sexta plaza en la general de la CRO Race y firmó el cuarto puesto en la etapa reina de la carrera