021 no es 2020, pero se le parece demasiado, tanto que es lo mismo pero con una cifra más, porque el hilo conductor que paralizó el planeta el pasado año, el maldito coronavirus, sigue vigente. La pandemia del covid-19 azota con fuerza en la tercera ola de un tsunami irreductible y el dique de contención de las medidas adoptadas por los distintos gobiernos no es suficiente para amortiguar el contagio. El impacto de la vacuna aún se percibe lejana. En esa tormenta perfecta, el efecto del devastador 2020 continúa marcando la vida de cada rincón. En el del ciclismo, cuyo calendario levanta la persiana europea hoy en la Clàssica Comunitat Valenciana, el horizonte es cada vez más difuso, repleto de aristas y nubes negras donde se agolpan las cancelaciones y los aplazamientos de carreras.

La de Valencia, donde competirá el Euskaltel-Euskadi con Juanjo Lobato y Mikel Aristi como apuestas, es la prueba que se mantiene en pie después de que la Challenge de Mallorca, el punto de ignición de la campaña se apagara ante la presión del coronavirus en Baleares. La organización entendió que en una situación sanitaria tan comprometida, la prueba no tenía sentido. Demasiados riesgos. Pidió un aplazamiento. Antes, en Australia, se cayó del almanaque el Tour Down Under, carrera que debía abrir el curso del WorldTour y la Cadel Evans Great Ocean. La Vuelta a San Juan, en Argentina, cita que suponía el estreno de Chris Froome en el Israel también se apartó de la carretera por culpa de la pandemia.

El calendario competitivo continúa menguando y el ciclismo corre contra el reloj, estirando el futuro, porque el presente pinta feo. El viernes, la Vuelta a Andalucía optó por el aplazamiento. Fijada la prueba para disputarse entre 17 al 21 de febrero, la organización decidió posponerla entre el 24 y el 28 de mayo por la situación sanitaria de Andalucía. La carrera andaluza iba a ser el punto de partida de la temporada de Mikel Landa, que se verá obligado a reestructurar su hoja de ruta. La dirección de la Vuelta al Algarve tomó la misma decisión que la Ruta del Sol un días antes. La Vuelta a Murcia, que debía disputarse el 12 y 13 de febrero, corrió la misma suerte y en plena expansión de los contagios por coronavirus no parece que la tendencia vaya a amainar al menos para las carreras enroscadas entre febrero y marzo. De hecho, no tendrán huella en la presente campaña el Herald Sun Tour, de Australia, el Tour de Omán y el Saudi Tour. Todas esas pruebas debían disputarse a lo largo de febrero y han sido canceladas una tras otra por la pandemia. Tampoco se correrá el Tour de Yorkshire o el Circuito de la Sartre, pruebas que debían celebrarse en abril. La Vuelta al Alentejo, que tenía fijada su cita en marzo, es otra carrera que ha pedido un aplazamiento.

A las competiciones anuladas se le han de sumar las carreras que han decidido posponer sus fechas originales, por lo que el calendario sufrirá mutaciones y es probable un embudo de competiciones y el solapamiento de alguna de ellas, tal y como sucediera la pasada campaña, reducida a un cuatrimestre de competición. La magnitud del colapso generó que la semana definitiva del Giro coincidiera con el arranque de la Vuelta a España, que se vio obligada a recortar tres etapas para encajar en un apretadísimo calendario. Aunque aún es pronto para imaginar semejante escenario, lo cierto es que la Vuelta al Algarve coincidiría con el Giro de Italia y la Vuelta a Andalucía también pretende entrometerse en mayo para ganar tiempo. La pandemia deshilacha el calendario.