E siento feliz en París. Me he quitado un peso de encima. Hemos culminado un Tour muy regular, con muy pocos errores y al final hemos logrado un meritorio cuarto puesto con Mikel. Hemos estado en el juego por el podio y personalmente soy de los que valoran más el cómo se consigue un objetivo que el resultado final en sí. En cuanto al Tour podemos decir que su resolución ha sido una sorpresa. Los dos superequipos, Ineos y Jumbo, han sido derrotados. El estilo predominante de los últimos años no ha dado sus frutos por la aparición de un ciclista hecho a medida del Tour: Tadej Pogacar. El esloveno es un corredor muy ambicioso y con un gran futuro. La tipología de Pogacar, de unos 65 kilos de peso, le permite defenderse muy bien en cualquier terreno. Su explosividad es una gran cualidad para rebañar segundos y recoger las famosas bonificaciones. Esa chispa es un arma potente para solventar situaciones complicadas como abanicos o finales de esprint nerviosos. Su peso no es un lastre en las subidas, ni en las más tendidas ni tampoco en los rampones más exigentes. Pero su cualidad diferenciadora es su increíble potencial para la crono, la disciplina que más diferencias marca. ¿Cómo ha podido un supercorredor vencer a un superequipo? Las matemáticas no son siempre aplicables en el ciclismo y los cálculos fallan incluso con los ciclistas más grandes.