A Davide Formolo, que boqueaba con las piernas acartonadas y la nariz italiana achatada por el esfuerzo, solo le quedaba el rezo en Saint-Martin-de-Belleville porque las fuerzas se le desangraban a cada pulgada. Su rostro, quejoso y fatigado, era el retrato de su huida. Formolo fue el único en escapar de la dictadura del Jumbo, la apisonadora que conduce Roglic en el Critérium del Dauphiné. Venció el italiano, pero se impuso el líder, otra vez sobresaliente cuando se descamisó el grupo de los favoritos y una vez Sepp Kuss, el norteamericano que fusila voluntades desde una mecedora, se retiró hasta nueva orden. Dentro del kilómetro final, Daniel Felipe Martínez atizó la hoguera. Allí ardió Egan Bernal, pálido, sin respuesta, otra vez vulnerable frente a la silueta de meta. El colombiano perdió pie y no le alcanzó para adherir su velcro a los dorsales de los mejores.

En ese lugar enraizó con fuerza Mikel Landa, sexto en meta, compartiendo plano con Roglic. El alavés, muy mejorado, silbó durante la ascensión de un puerto que tachó a Thomas, Froome, Urán, Dumoulin o Mas, víctimas todos ellos del brutalismo del Jumbo, un equipo de barrenadores que prefiere atravesar montañas a subirlas. Landa, ágil y brioso, levitó y progresó en la general. La cometa del alavés, libre de ataduras, vuela cada vez más alto en la antesala del Tour. A Landa le van las corrientes de aire de las alturas. El de Murgia es quinto, a 26 segundos de Roglic, que se muestra inaccesible una vez atravesado el meridiano de la carrera francesa. El líder justificó una vez más su estatus con un rouge final que le reporta los consabidos derechos de autor. En su distancia, Roglic es un chupinazo del que solo se desprende una estela humeante.

Landa, mejorado

El esloveno fue el más rápido tras Formolo y amontonó otros seis segundos de bonificación. Pinot, un ciclista eléctrico en los remates, le siguió el rastro. Bernal, deshilachado, no pudo acceder al salón de los patricios. Perdió la chispa cuando se necesitaba explosividad. La mordedura de La Bestia ha perdido colmillo. Concedió nueve segundos respecto a Roglic. Quintana, que busca afilarse, también cedió en el final. Antes que ellos, cayeron en el olvido varios ilustres: Thomas concedió cinco minutos; Froome, casi dieciséis; Valverde se fue a los los 5:30 y Mas, desprendido a cuatro kilómetros de la cima, amontonó 2:18 de retraso. Ese reguero de víctimas lo propició el Jumbo, la escuadra que maneja los hilos del Dauphiné con la sincronización del ballet del Bolshoi pero con trallazos de rock&roll. Lo suyo es una compañía de baile moderno.

Con Formolo inmerso en su lucha, ya sin sus compañeros de fuga, la orquesta de Roglic puso la banda sonora al desenlace una vez la Madeleine se plegó en la memoria. El italiano retorcía el cuerpo en un ejercicio de apnea mientras galopaba el carruaje del Jumbo. De lleno en la ascensión, los neerlandeses encendieron la trituradora. Se desconchaban trozos de historia del ciclismo. Froome y Valverde eran espectros. Thomas implosionó. La esperanza de Mas se atragantó. Kuss marcaba el tempo. Una marcha nupcial para Roglic y también para Landa, Pinot, Buchmann, Bernal, Quintana o Guillaume Martin. Para el resto, no dejaba de ser un cortejo fúnebre. Incluso para Dumoulin. Kuss, un colibrí, dejó de pastorear al grupo a falta del kilómetro definitivo. En ese tramo, Formolo subía de rodillas. Penitente hasta que dio la campanada y dejó de rezar. Poco después Roglic mostró la cruz de su antebrazo, el puño que manda en el Dauphiné. En su imperio, asoma Mikel Landa.

Il Lombardia. En el ciclismo de las prisas y del futuro que es ayer, Remco Evenepoel, el último prodigio, quiere un Monumento. Lo buscará hoy en Italia, donde se disputa Il Lombardia, clásica recortada en doce kilómetros hasta sumar 231. La carrera de las hojas muertas, que esta vez no lo es porque de octubre pasa a agosto, contará con ciclistas como Carapaz, Nibali, Mollema, el último vencedor, Mathieu van der Poel o Tim Wellens, entre otros. Astana presentará un equipo liderado por Fuglsang y que alistará a Ion Izagirre o Alex Aranburu. Bettiol, Woods y Aru también estarán en la salida, al igual que Mikel Nieve.

Tercera etapa

Mikel Landa

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Mikel Landa