BILBAO. A Primoz Roglic le dieron un abrazo de esos que no se sabe si son una palmada en la espalda o algo más cuando cayó el telón en la Plataforma de Gredos. En ese gesto de cariño se concentraba una travesía sensacional que a la espera del paseo por la Castellana, era la concreción escueta de un éxito rotundo. Roglic abrió la puerta a la historia. Es el primer esloveno en conquistar una Vuelta que acentúa su perfil de campeón. En la Sierra de Gredos, Eslovenia ondeó su bandera. Donde Roglic cerró cualquier debate sobre su jerarquía en la Vuelta, Tadej Pogacar se expuso en el escaparate, de nuevo triunfal en otra exhibición mayúscula que le conectó con otro hilo de los incunables del ciclismo. El esloveno, a una semana de cumplir los 21, apenas un veinteañero que descubre el mundo, alcanzó la gloria por tercera vez en la Vuelta. A esa edad solo se recuerdan un par de nombres en la enciclopédica memoria del ciclismo. Su gesta estuvo regada por un manual de estilo estupendo. Su desafío, repleto de valentía, arrojo y riesgo, le colocó en el podio, del que arrancó a Nairo Quintana. Pogacar, el futuro que ya está aquí, será tercero en Madrid por detrás de Alejandro Valverde, el ciclista inmortal, el que no caduca. En Madrid pespuntarán tres generaciones. Valverde bien podría ser el padre de Pogacar. En medio se sitúa Roglic, 29 años, el mejor de una Vuelta con marcado acento esloveno.

Al desenlace que subrayó a Roglic y Pogacar se llegó a través de la Sierra de Gredos y su mística, por aquello de Serranillos, el archiconocido capítulo de Hinault y Gorospe, y el recuerdo, más reciente, de Tom Dumoulin aislado y astillado por el Astana en la Vuelta de 2015 en las montañas madrileñas. Los kazajos partieron con la misma premisa después de fumar la pipa de la paz con el Movistar. Miguel Ángel López, que atacó duramente al equipo español y a Valverde tras el episodio de Toledo, se acercó al campeón del mundo y le pidió disculpas antes de partir. Existe un documento gráfico que lo atestigua, aunque el desarrollo del día revelaría que las heridas continúan abiertas. “Astana lanzaba ataques pero en ningún momento han colaborado y ellos también perdían. Cada uno hacemos nuestra carrera y ya está”, apuntó Valverde, al que le quemaban aún las palabras de López. “Está claro que son palabras que no se dicen. Yo en ningún momento le he faltado al respeto, nunca he dicho nada sobre él. Él dice que fue en caliente, pero ya estaba cambiado, ya se había enfriado un poco. No voy a entrar en polémicas y ya está”, cerró el Bala.

Antes de las reflexiones de Valverde, en el podio de la Vuelta una década después, el Astana amaneció conduciendo un camión repleto de nitroglicerina y el corazón en llamas. El arranque, picando rueda, a pleno pulmón, provocó un zarandeo fenomenal. La tropa kazaja pretendía eliminar del tablero a los escollos de Miguel Ángel López, el líder con capa. Supermán corrió a toque de corneta. Huyendo siempre. Saliéndose de su propio cuerpo a cada arrancada. El colombiano de los mil y un ataques lo intentó hasta la extenuación. Murió en la orilla, ahogado en su propio esfuerzo, pero jamás se rindió. Tampoco el Astana, que agitó cada palmo de las ascensiones a Pedro Bernando y Serranillos. Los Astana atacaron sin descanso para descarrilar al Jumbo. El equipo de Roglic respondió con firmeza y desactivó el estallido que pretendía el Astana. El líder, en la torre de control, dominó la situación con inteligencia. Interpretó de maravilla el libreto que le correspondía en cada momento. Se ató a Valverde y olvidó el resto. El arcoíris le guio hasta el sol.

Con la fatiga a cuestas, en un recorrido que no ofrecía una baldosa de resuello, se instauró el paso que demandó Roglic. El Jumbo descontaba kilómetros sin amenazas. Bajó de pulsaciones la carrera, que vio como Samitier, Howson, Edet, Guerreiro y Geoghegan desbrozaban con ilusión los paisajes entre montañas afiladas por la serranía de Gredos. Afeitadas las aristas, el Astana se tomó un respiro hasta que Omar Fraile desató a los kazajos en el descenso de Chía, otro escalón en el camino. Era el aviso del abordaje en Peña Negra, una subida larga, pegajosa, grumosa. La ascensión de difícil digestión dejó a Geoghegan y Guerreiro en el centro del escenario, pero sin apenas fuerzas para frasear con criterio.

Pogacar, a por todas

El bando municipal vociferó el enésimo asalto de López, un tipo que honra al ciclismo por su inconformismo. El colombiano aceleró, pero Roglic le colocó el cepo. El esloveno, que hacía una vida se había despedido del báculo de sus compañeros, no quería sobresaltos. Quintana, Pogacar y Valverde siguieron el colín del líder. López no tardó en zambullirse de nuevo. El colombiano soltó amarras, pero su motor no era el de un fueraborda. Un pestañeo después, Valverde, pizpireto, bamboleó los hombros. Bailó su bicicleta. Apenas un par de brazadas. Miró para atrás y se detuvo. El Bora de Majka marcaba el tempo cuando Pogacar se subió en un cohete. ¡Boom! El joven esloveno fue una detonación que solo dejó humo y ceniza tras de sí. Tomó vuelo de inmediato ante la paradinha del grupo de los favoritos, que no lograban descifrar la maniobra valerosa de Pogacar, entusiasmado en su escalda. El esloveno tachó a Tao de su horizonte y alcanzó un minuto de renta casi de inmediato mientras sometía Peña Negra, un paisaje luminoso para él.

No así para el Movistar, que cayó en la cuenta de que el podio se tambaleaba bajo sus pies. Pedrero y Soler tomaron la responsabilidad. El tercer puesto de Quintana era para Pogacar y a Valverde el esloveno se le acercaba tanto que estaba a punto se sisarle la segunda plaza. Roglic, parapetado en una renta magnífica, casi cinco minutos respecto a su compatriota, sonreía para sus adentros. En el Astana dejaron que fuera el Movistar el que se quemara en la hoguera. Fuglsang realizó un par de amagos. Con las patas de palo, solo Pogacar desprendía energía. El esloveno encaró la plataforma de Gredos con más de 1:30 de renta. Quintana no tenía sitio en el cajón. Valverde, seriamente hostigado por la bravura de Pogacar, se puso en pie para salvar su tesoro. A tres kilómetros de meta, se apresuró el campeón del mundo, que arrastró a Roglic y Majka en su defensa. Supermán se quedó sin vuelo. Exhausto. Por delante, el joven esloveno se impulsó al cielo desde la Plataforma de Gredos, donde el líder candó su Vuelta y la de Eslovenia. Éxtasis de Pogacar en la fiesta de Roglic, que recibió un abrazo.

1. Tadej Pogacar ( Emirates)5h16:40

2. Alejandro Valverde (Movistar)a 1:32

3. Rafal Majka (Bora)m.t.

4. Hermann Pernsteiner (Bahrain)m.t.

5. Primoz Roglic (Jumbo)a 1:41

6. Sergio Higuita (Education First)a 1:49

9. Mikel Nieve (Mitchelton)a 1:59

20. Ion Izagirre (Astana)a 4:27

23. Óscar Rodríguez (Euskadi-Murias)a 10:45

25. Mikel Bizkarra (Euskadi-Murias)a 10:55

32. Gorka Izagirre (Astana)a 11:08

66. Imanol Erviti (Movistar) a 26:32

75. Omar Fraile (Astana)a 34:40

83. Alex Aranburu (Caja Rural)m.t.

106. Aritz Bagües (Euskadi-Murias)a 38:44

109. Jonathan Lastra (Caja Rural)m.t.

142. Mikel Iturria (Euskadi-Murias)m.t.

149. Jon Aberasturi (Caja Rural)a 40:08

153. Szymon Sajnok (CCC)a 41:25

1. Primoz Roglic (Jumbo) 80h18:54

2. Alejandro Valverde (Movistar)a 2:33

3. Tadej Pogacar (Emirates)a 2:55

4. Nairo Quintana (Movistar)a 3:46

5. Miguel Ángel López (Astana) a 4:48

6. Rafal Majka (Bora)a 7:33

7. Wilco Kelderman (Sunweb)a 10:04

8. Carl Fredrik Hagen (Lotto)a 12:54

9. Marc Soler (Movistar)a 22:27

10. Mikel Nieve (Mitchelton)a 22:34

16. Ion Izagirre (Astana)a 42:00

22. Óscar Rodríguez (Euskadi-Murias)a 1h13:14

48. Mikel Bizkarra (Euskadi-Murias)a 2h28:05

53. Gorka Izagirre (Astana)a 2h35:04

64. Imanol Erviti (Movistar)a 2h53:02

79. Omar Fraile (Astana)a 3h27:25

86. Mikel Iturria (Euskadi-Murias)a 3h31:12

94. Alex Aranburu (Caja Rural)a 3h39:43

101. Jonathan Lastra (Caja Rural)a 3h57:29

117. Aritz Bagües (Euskadi-Murias)a 4h22:14

141. Jon Aberasturi (Caja Rural)a 4h59:08

153. Nuno Matos (Burgos)a 5h52:45