donostia - Cuando los maillots negros y amarillos del Mitchelton Scott hicieron acto de presencia en Donostia, antes de la salida, todas las miradas se dirigían a Annemiek Van Vleuten, a priori la gran favorita para inaugurar el palmarés de la versión femenina de la Clásica. Mientras, en un discreto segundo plano, la australiana Lucy Kennedy, compañera, esquivaba entrevistas y fotografías, probablemente conocedora de que era ella quien apuntaba a protagonista unas horas más tarde. Y la estrategia salió bien, por mucho que un pinchazo bajando Mendizorrotza añadiera suspense al desenlace.

Kennedy no es ninguna cualquiera. Pese a tratarse de una ciclista tardía (tiene 31 años y apenas lleva cuatro compitiendo sobre dos ruedas), cuenta con un palmarés más que aceptable. Este año, sin ir más lejos, ya había ganado el Herald Sun Tour y la Durango-Durango. Por todo ello, no sorprendió ayer que el Mitchelton Scott renunciara a perseguir a su grupo. El equipo dejó hacer porque el nivel de la australiana en rampas como las de Murgil supone un valor casi seguro, dentro de una escapada de quince unidades como la nacida de camino a Arkale. El resto de escuadras potentes mandaron igualmente a varias de sus balas a la avanzadilla, así que tampoco trabajaron. Eliminadas las Van Vleuten, Moolman, Santesteban y compañía, los pronósticos solo apuntaban a la ganadora final.

Todo se cocinó tras el descenso de Jaizkibel, entre Hondarribia e Irun. Pelotón compacto. Un parón. Varios demarrajes. Quince ciclistas por delante. Y doble representación en la fuga de las escuadras llamadas a controlar la carrera. Dos del Mitchelton Scott. Dos compañeras de Moolman (CCC). Y dos compañeras de Ane en el WNT Rotor. En la primera subida a Murgil, el poderío de Kennedy, líder en solitario, confirmó que la australiana jugaba ya a ganadora, que no había espíritu estratégico en el movimiento. Su pedaleo desprendía aroma a exhibición.

Bajando hacia Orio, sin que sus rivales pudieran recortarle segundos, pinchó rueda. Y, una vez sustituida esta, problemas de roce con la zapata de freno obligaron a Kennedy a parar de nuevo. Le pasó la holandesa Ensing (WNT) y un grupo perseguidor con Rooijakkers (CCC), la veteranísima Pitel (Cogeas) y Eugenia Bujak (Ljubljana). Hasta que, alcanzada la carretera general de Usurbil, concluido ya el descenso, comenzó el festival en forma de persecución. La vencedora se sumó primero al trío perseguidor. Y después vio cómo conectaba por detrás un grupo más nutrido en el que viajaba Georgia Williams, compañera cuya labor resultó clave.

Su empuje permitió a Kennedy llegar a pie de Murgil con 40 segundos de desventaja respecto a Ensing, pero en cuanto la australiana empezó a descolgar a corredoras, llegó a cabeza de carrera en solitario. Se deshizo de la propia Ensing sin pestañear. Y completó su exhibición. - M. Rodrigo