bilbao - De Napoleón se recuerdan numerosas reflexiones. Varias de ellas dedicadas al arte de la guerra. El emperador de Francia solía decir sobre las batallas que afrontaba, exitosas la mayoría, que “todo el mundo tiene un plan hasta que suena el primer disparo”. Mike Tyson adaptó la idea a la crudeza de sus puños. En el boxeo las luchas son cuerpo a cuerpo. En el ensogado no hay vuelta atrás. No existen escapatorias. El Terror del Garden, el tipo que noqueaba voluntades en segundos, también combatía con las palabras. Si alguno de sus rivales argumentaba que sabía cómo desactivarle, cómo hacerle daño, el despiadado Tyson respondía con la misma contundencia con la que golpeaba. “Todo el mundo tiene un plan hasta que le suelto la primera hostia”.

En el Tour, que se sube al ring de los Alpes, la última frontera de la carrera francesa, todos dicen tener un plan. El de Julian Alaphilippe, ante el mayor desafío de su carrera, es resistir. El líder inesperado se agarrará al mantra de resiste y vencerás. “Me duelen las piernas, como a todos, pero mentalmente estoy más fuerte que nunca y muy motivado para defender el liderato. Nunca imaginé llegar en esta posición al final del Tour y estoy deseando afrontar este desafío. Estoy listo para que me golpeen”, expone el francés, consciente de que en las tres etapas de los Alpes, con el Tour rascándole la tripa al cielo y las cumbres que respiran por encima de los 2.000 metros para ahogar los pulmones de los ciclistas, habrá disparos y se lanzarán directos. La idea de Alaphilippe es esquivarlos y, cuando no, soportarlos. El primer asalto se antoja el más duro. Una jornada de gran fondo. 208 kilómetros y tres colosos. Si bien la meta no se encuentra en la cumbre de un puerto, el pelotón deberá encarar el ascenso a Vars, 2.109 metros; Izoard, 2.360; y el Galibier, 2.642, cuya cima se encuentra a apenas 20 kilómetros de la meta de Valloire, una jornada extrema, agonística. El caos.

Frente a ese escenario se sitúan los opositores al trono del francés. Allí se espera la detonación de Mikel Landa, que no esconde sus intenciones. A decir verdad, el escalador alavés no tiene otro repertorio que el atacante. Al abordaje. En los Alpes, en el casino del todo o nada, Landa saldrá con pinturas de guerra en el rostro. No le queda otra opción que lanzarse a la aventura. Con una desventaja de 4:54 en la general y el podio a poco más de tres minutos, Landa necesita remontar. “Viene el último bloque de montaña, la última oportunidad de hacer algo en este Tour”, proclama el de Murgia, que asomó con fuerza en las etapas pirenaicas, el territorio que le ha impulsado el ánimo. “En Pirineos hemos visto que estoy en buen nivel, tenemos esperanza de acabar en el podio y lo vamos a intentar”, determina el líder del Movistar. A pesar de su enorme capacidad para desestabilizar a los rivales en la montaña, Landa es consciente que la ofensiva debe apoyarse en la fuerza del grupo. “Solo no puedo hacer nada, necesito al equipo, están todos muy enchufados y daremos que hablar”, adelanta el de Murgia, que opina que es el Izoard, el coloso anterior al mastodóntico Galibier, el lugar ideal para dinamitar la carrera. “Sería el escenario perfecto que se atacara en el Izoard. Algo intentaremos, aunque será complicado”, analiza Landa, que contará con el apoyo de sus compañeros para intentar agarrarse al podio. Erviti, capitán de ruta del Movistar, estima que la empresa no es sencilla, pero que no queda otra que atacar. “Un fallo de todos es improbable. Pero Mikel es valiente, no tiene que perder, y a veces el ciclismo recompensa esto. Cuando hemos endurecido la carrera el equipo hace daño. Esa es la vía”.

grandes diferencias Sugiere el navarro que ante un frontispicio repleto de dureza y montañas extraordinarias que llevarán hasta el límite el organismo de los ciclistas “pueden haber explosiones y si las hay en ese terreno no van a ser de medio minuto, sino serias y puede haber volteretas. Está claro que no de todos porque hay gente muy fuerte. El terreno es el que es y el Tour está abierto”. Imanol Erviti considera que el líder puede evaporarse entre las cumbres más orgullosas de la Grande Boucle después de que en la jornada de cierre de los Pirineos se le vieran las costuras al francés. “Alaphilippe nunca ha aguantado tres semanas a tope y hay que ponerle a prueba a pesar de que ahora ha estado impecable. El domingo dio una muestra de debilidad y eso anima a todo el mundo”. Ese mundo al que se refiere Erviti no solo corresponde a Landa y al Movistar. Es el universo de candidatos al triunfo final.

En los Alpes se espera el movimiento de Thibaut Pinot, el ciclista con más impacto en la montaña, y sus punzantes alfiles del Groupama. La salva ofensiva tampoco debe ser ajena al Jumbo de Kruijswijk o al Ineos, que deberá cambiar su forma de correr y arriesgar para vencer. Thomas y Bernal deben limar a Alaphilippe. “Harán explotar el pelotón”, apunta el líder. El colombiano asume que “habrá batalla los tres días de los Alpes. El Tour puede ganarse en estas tres etapas. Todos los escaladores intentarán algo: Pinot, Landa? No se guardarán nada”. Bernal, cada vez más entonado, mira hacia el interior del Ineos y dice que cualquier movimiento dependerá de las fuerzas que tengan. “Si no hay piernas, no podremos hacer nada interesante”, dice Bernal, que observa a Alaphilippe como “un líder bastante sólido. Todos creíamos que perdería el maillot amarillo en los Pirineos y lo ha mantenido”. Todos tienen un plan para los Alpes.