Bilbao -A Mikel Landa se le enciende la mirada de pasión, arrebato, brillo e imaginación cuando otea el horizonte, ve Italia y acaricia el Giro, su peluche más querido, el preferido. Cuando duerme, Landa tiene un sueño recurrente: ganar el Giro. “Creo que tengo la misma condición que en 2015, cuando estuve en el podio. Estoy entre los muchos favoritos”, expuso Landa, que comparte expedición vasca con Pello Bilbao, Ion Izagirre (Astana), Mikel Nieve (Mitchelton), Markel Irizar (Trek) y Víctor de la Parte (CCC), a un palmo del arranque de la carrera que sueña con más fuerza. La ensoñación impulsa al alavés en su reto de conquistar una carrera en la que alcanzó el podio en 2015 y que le reconforta los adentros, aunque también le recuerda que la gloria y la miseria duermen en el mismo colchón. “Siempre me ha gustado el Giro y es bonito estar aquí con un equipo fuerte y con mucha confianza. Es una oportunidad única para mí y las experiencias negativas que tuve en pasado me han enseñado mucho”, expone el de Murgia. El cielo de Landa está pintado de rosa y en él se habla en italiano. En ese lugar, parte del imaginario colectivo, Landa busca su reflejo. El espejo enmarcado en oro rosa que le alzó el vuelo tiempo atrás, que le respondió que sí, que su estrella parpadeaba y que tenía luz propia. Fuegos artificiales. “El Giro supuso mi explosión como corredor. Me aportó el cambio de chip que me hacía falta y me hizo el corredor que soy ahora”, reconoce el alavés en su regreso al hogar, el punto de partida de su viaje iniciático, el lugar dónde, entre montañas gigantescas, moles que respiran legendarias y transpiran sufrimiento, su ciclismo de asalto cobra todo el sentido.

En Landa late, inequívoca, el alma del Giro, la carrera que se dispara hoy con una contrarreloj de 8, 3 kilómetros que corona la vertical del Santuario de Luca en Bolonia. Será la hora de la verdad de un Giro, en su 102ª edición, que requerirá la mejor versión de Landa y también la esquiva de la mala suerte, también presente en la brea italiana. “Nunca he visto a Mikel tan en forma en vísperas del Giro. Solo me da miedo la mala suerte, que es lo que condicionó sus prestaciones en el pasado”, declaró Eusebio Unzué, mánager del Movistar, que piensa en las diversas crucifixiones de Landa con el negro del Sky primero, -retirada en 2016 y caída en 2017 antes de toparse con el Blockhaus-, y con la piel azul del Movistar después, derribado en el Tour de Francia, después en la Clásica de Donostia y más tarde en la Challenge de Mallorca. Demasiados clavos en el cuerpo de Landa, que sin embargo no han podido oxidar la moral del alavés en su empeño de regresar al primer plano, aunque la organización del Giro no incluyó a Landa entre los favoritos en su vídeo promocional. Pecata minuta. “Ahora estoy otra vez levantando cabeza. Siempre te queda el optimismo de que una mala racha no es para siempre”, expone el alavés, consciente de que “han sido unos meses duros. No han sido lesiones supergraves, pero necesitan un tiempo para curarte y estar de nuevo al 100 por ciento. Acabé 2018 por el suelo, empecé 2019 igual y han resultado unos meses bastante frustrantes. Pero esto son rachas. En ciclismo es muy fácil estar arriba o abajo, es muy cambiante”. Una bandera al viento.

numerosos favoritos Landa quiere recuperar su estandarte, el que agitaba antes, para ser el mismo en una Corsa rosa que concentra un pelotón de figuras extraordinarias, fastuosas. Entre Bolonia y Verona, principio y final de un relato de 21 jornadas, confluye una pléyade de luminarias que emigran de los fastos del Tour. En la carrera italiana espera la esgrima de Vincenzo Nibali, Tom Dumoulin, Primoz Roglic, Simon Yates y Miguel Ángel López. A ese ejército de primeras espadas deberá retar Landa. El escalador de Murgia no solo tendrá que superar a una lista de adversarios que se escribe con la tinta purpurina de la calidad. El Giro de Italia y su colosal figura exige un sacrificio aún mayor, la capacidad de levitar por encima de las cumbres y levantar montañas. Doce jornadas entre cumbres.

La traca comienza con la subida a Montoso (1ª) camino de Pinerolo. Las dos siguientes plantean auténticos retos alpinos: Lys (1ª), Pian del Lupo (2ª) y final en alto en Ceresole Reale, y al día siguiente cuatro puertos camino de Courmayeur, incluido el terrorífico Colle San Carlo (1ª). En la tercera semana, el pánico. La gran jornada dolomítica espera con Presolana y Croce di Salven, que no puntúan, para ascender el Gavia (Cima Coppi, 2.618 m), el Mortirolo por Mazzo di Valtellina (1ª) y meta en Ponte di Legno. Antes de la crono final de 17 kilómetros otro día de lija con Cima Campo (2ª), Passo Manghen (1ª), Rolle (2ª) y final con Croce d’Aune (2ª) y el Monte Avena (1ª).

La carrera italiana, en su clasicismo, aguarda con una semana final “terrorífica”, según Landa. “Vimos las dos etapas del tercer fin de semana en los Alpes, dos recorridos muy duros que pueden marcar la pauta de la carrera en la última semana”, radiografía Landa . Superar el miedo a las alturas, someter el vértigo, gestionar la miseria de la supervivencia, se antoja imprescindible para quienes pretendan entronizarse en la Arena de Verona, un anfiteatro romano que coronará con una crono, la tercera del Giro -la segunda se disputará en San Marino como colofón a la primera semana de carrera-, al campeón el próximo 2 de junio tras una trama de 21 días por el bamboleante y efervescente Giro. En Italia las rectas son curvas y el reloj se incrusta en los campanarios. Al techo de Italia, a la azotea de la gloria, se llega domesticando montañas. No hay carreteras secundarias. Menos aún atajos. Doblegar las cumbres es la única fórmula conocida para empatizar con el Giro.

Landa, que se crió en los soportales del Gorbea, gateando montes, conoce esa senda. La descubrió en 2015, cuando se instaló en el barrio de la alegría a través de un tranvía llamado deseo. Ese fue su flechazo con el Giro. “Me quedo con mi victoria de etapa en Aprica, en 2015. Aquel día subíamos el Mortirolo, un puerto mítico, y volaba. Tenía unas sensaciones fantásticas, solo tenía que conducir la bici”, rememora. En aquella edición, la de un Landa salvaje, quedan sus triunfos en Madonna di Campiglio, Aprica y el tercer cajón del podio después de someterse a la disciplina de equipo. Aquella soberbia actuación le situó en el Sky, donde le acompañó la negra en el Giro. En la primera campaña tuvo que abandonar por culpa de un virus estomacal. En 2017, una caída le desestimó para la general, si bien fue se adueñó de la maglia azzurra del rey de la montaña y holló antes que nadie la cumbre de Piancavallo. “Le dimos la vuelta a aquella situación. La general ya era imposible, pero nos centramos en pelear la montaña, gané una etapa, me llevé esa clasificación y en general fue una carrera de mucho aprendizaje”, analiza el de Murgia. Después, el alavés e Italia separaron sus destinos. Hoy, en Bolonia, Landa se busca en el Giro.

Tom Dumoulin (Sunweb)16:50

Miguel Ángel López (Astana)16:54

Victor Campenaerts (Lotto)16:57

Vincenzo Nibali (Bahrain)16:58

Primoz Roglic (Jumbo)17:01

Mikel Landa (Movistar)17:02

Mikel Nieve (Mitchelton)17:09

Ion Izagirre (Astana)17:16

Víctor de la Parte (CCC)17:22

Pello Bilbao (Astana)18:22

Markel Irizar (Trek)18:55

Iván Sosa (Ineos) 19:01

Elia Viviani (Deceuninck)19:30

Simon Yates (Mitchelton) 19:43

Salvatore Puccio (Ineos)19:45