CON solo 18 años, Vicky Llorente (Lanús, 1996) decidió dejar su hogar en busca de un sueño. La argentina cruzó el Atlántico y dio un giro drástico a su vida para tratar de ganarse un sitio en el mundo del baloncesto profesional. Lo hizo sin saber qué ocurriría ni qué se encontraría en su nuevo destino. Gernika fue la primera etapa del viaje y la villa foral se quedó grabada para siempre en su corazón. Pasaron los años y sus caminos se separaron. Llorente comenzó una nueva etapa en su trayectoria al fichar por el Embutidos Pajariel Bembibre. Fue otro paso más y un cambio de rol que esta campaña hace que sea una de las jugadoras claves del equipo tanto dentro como fuera de la cancha. Pero eso no borra el agradecimiento que siente la ala-pívot de Lanús por el Lointek Gernika; por ello, el partido de mañana a las 18.30 horas no será uno más. Toca visitar Maloste, el lugar donde comenzó su aventura profesional y que esta vez será un feudo para intentar conquistar.

Llorente pasó tres temporadas en Gernika. Llegó prácticamente siendo una niña, a un nuevo lugar y con todo por descubrir. Aun así, pronto se sintió como en casa: "La gente me trató muy bien y aprendí muchísimo. Creo que me sirvió como experiencia y es algo que llevaré siempre en la mochila". La argentina fue testigo de primera mano del crecimiento del bloque, vio como el club vizcaino pasó de ser un recién ascendido a clasificarse para la Copa y brillar en la Liga Endesa. "Fue especial por todo: por lo que viví en la pista, ya que jugué una Copa estando allí, y por las compañeras que tuve en cada uno de los años que pude estar. Siempre voy a tener un buen recuerdo de Gernika", cuenta.

Por todo ello, tener al Lointek Gernika como rival provoca que muchos recuerdos pasen por la cabeza de Llorente. Más todavía cuando el enfrentamiento es, como mañana, en Maloste. "Estoy ansiosa y nerviosa por el choque, por volver a Gernika y por volver a ver a esa gente que para mí es especial y siempre va a serlo", reconoce. La argentina ya jugó la temporada pasada en la cancha gernikarra. Llegó con dudas, sin saber cómo iba a ser el recibimiento que iba a tener, pero pronto se dio cuenta de que el apoyo de la afición no había desaparecido a pesar de los kilómetros: "Fue muy bonito. Ya desde la presentación y antes del partido, la gente me estuvo saludando y haciéndome sentir ese cariño que tienen ellos hacia mí y que ya sentí cuando jugaba como local".

A pesar del cariño que siente por el Lointek Gernika, Llorente no tiene la intención de bajar el ritmo lo más mínimo y peleara por ayudar al Bembibre en un compromiso importante para las del Bierzo. Las gernikarras son las claras favoritas del encuentro de mañana, pero la argentina avisa de que lucharán hasta la última posesión: "El Gernika es un rival muy difícil, como todos en esta liga para nosotras. Pero el año pasado también eran fuertes y les ganamos uno de los partidos". Las leonesas además llega necesitadas de victorias debido a que ocupan la última posición de la Liga Endesa y tienen que empezar a sumar triunfos para poder pelear por la salvación.

En esa lucha por la permanencia, el papel de Llorente será importante. La ala-pívot de Lanús tiene un peso mayor que le que tenía en el Lointek Gernika y es una de las jugadoras más utilizadas por su técnico. "Estoy jugando muchos minutos y teniendo un rol en que me siento bien. Estoy cómoda. Pero una siempre aspira a más y no me conformo. Todavía soy joven, tengo 23 años, y me queda mucho por trabajar y tengo mucho por delante", afirma. Su papel en el equipo no se basa solo en la importancia que tiene en la cancha. "Soy una de las capitanas y tengo cierta responsabilidad. Como es mi segundo año en Bembibre, intento ayudar a las nuevas, porque tenemos jugadoras que salen de la universidad o sin experiencia en la liga", cuenta. En otro rol pero con la misma ambición con la que llegó hace cinco años a Gernika, Llorente tratará de seguir sumando y de dar la sorpresa mañana en esa cancha tan "especial" para ella.