Bilbao - Gracias a su contundente y convincente victoria en la cancha del Iberostar Tenerife en el partido de su regreso a la Liga Endesa, el Bilbao Basket se ha ganado el derecho a arrancar la nueva temporada con esa sensación satisfactoria, muy placentera, propia de las conquistas inesperadas. De los hombres de negro se podía esperar una versión aguerrida, correosa y más o menos competitiva ante un rival armado para figurar en la zona noble de la clasificación que contaba además con el factor cancha a su favor, pero el conjunto dirigido por Álex Mumbrú fue incluso más allá, ofreciendo una imagen de solidez, claridad de ideas y empaque muy difícil de ver en un recién ascendido nada más levantarse el telón del nuevo curso. La victoria puede calificarse de sorprendente por el fondo pero sobre todo por las formas, aunque no debe hacer variar ni un ápice las coordenadas de un equipo y una afición que deben tatuarse a fuego que lo único que se consiguió el miércoles en el Pabellón Santiago Martín es dar un primer paso hacia el objetivo de la permanencia. Eso sí, ese paso fue tan firme como esperanzador.

Es cierto que el Bilbao Basket no siempre gozará del impulso que ofrece ese 58% de acierto (14 de 24) desde más allá de la línea de 6,75 que figuró en su hoja estadística o que el rival de turno no tendrá por norma atascarse en el pírrico 18% de los de Txus Vidorreta en esa faceta del juego, pero esas circunstancias tienen que ser aprovechadas cuando se presentan. Y eso fue lo que hizo el conjunto vizcaino para certificar el 67-81 final: explotar las mencionadas virtudes y disimular defectos. Porque los visitantes rompieron el marcador con un parcial de 4-16 en cinco minutos entre el final del tercer cuarto y el arranque del último merced a cuatro triples consecutivos de otros tantos jugadores -Thomas Schreiner, Arnoldas Kulboka, Rafa Martínez y Jaylon Brown-, pero antes y después de esa fantástica racha supo manejarse con aplomo cuando las líneas maestras del partido sonrieron al rival. Aguantaron el 12-0 de los locales antes del descanso sin desengancharse en el luminoso, sobrevivieron a su brutal déficit en el rebote defensivo en el tercer acto, con los de Vidorreta anotando constantemente en segundas oportunidades, y tras el 51-64 a 7:29 del final la victoria nunca estuvo en peligro. Los insulares llegaron a ponerse a seis puntos de la mano de Marcelinho Huertas y Giorgi Shermadini, sus dos únicos jugadores solventes, pero entre Axel Bouteille y Jaylon Brown mantuvieron el timón firme.

Nombres propios Fueron precisamente el alero francés y el escolta estadounidense los dos nombres propios más brillantes en la noche tinerfeña, con 27 y 18 puntos respectivamente y un ocho de ocho en triples entre ambos. Queda claro que estas actuaciones individuales tan colosales de dos debutantes en la ACB no se repetirán todas las jornadas, pero Bouteille mostró credenciales de jugador totalmente hecho, capaz de tirar del carro y con argumentos para anotar de tres puntos, en penetración y al poste, mientras que Brown demostró que puede ser un jugador que no desentone en la ACB, donde no encontrará defensas tan cerradas como en la LEB y debería encontrar más espacios para explotar su tiro de media distancia y llegar hasta el aro. Junto a ellos, Rafa Martínez mostró su versión más solidaria para acabar con seis asistencias y tiró de veteranía para provocar cinco faltas; Arnoldas Kulboka, con aciertos y desaciertos, es un tirador que exige atención constante a las defensas rivales porque lanza a la mínima oportunidad; Ben Lammers sufrió en ocasiones al poste pero sigue siendo notable a la hora de ir a las ayudas defensivas para taponar o cerrar huecos; Jonathan Rousselle aportó ritmo y efusividad defensiva, a veces demasiada, e incluso Ondrej Balvin, quizá el jugador más alejado en Tenerife de lo que se puede esperar de él -“no fue mi mejor partido y tengo mucho trabajo por delante”, reconoció en Twitter-, tuvo protagonismo en los compases finales.

En su estreno como técnico en la máxima categoría, Mumbrú supo manejar el partido con tino y soltura. Arrancó el duelo con un quinteto repleto de fichajes -Rousselle, Martínez, Bouteille, Kulboka y Balvin-, posteriormente hizo coincidir en pista a otro compuesto por jugadores que el año pasado militaron en LEB -Schreiner, Brown, Rodríguez, Cruz y Lammers- y posteriormente los mezcló con diversas variantes que dieron como resultante una victoria que no es más que el primer paso hacia la salvación, pero un paso firme, convincente y esperanzador.