DESDE que Juan Carlos Navarro y Raúl López aparecieron en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, España siempre había contado con al menos uno de los juniors de oro, la generación que ha sostenido los éxitos de las últimas dos décadas. La ausencia de Pau Gasol hace que la Copa del Mundo de China que arranca este sábado sea el primer torneo desde que empezó el siglo sin ninguno de esos jugadores en la selección española, que se ve obligada a encontrar nuevos liderazgos y también a renovar su arsenal táctico por la falta de la capacidad de resolución y genialidad de los que ya no están.

Aunque Pau pueda volver el año que viene para cerrar su carrera en Tokio, siempre que España se clasifique como uno de los dos mejores europeos de esta Copa del Mundo, es evidente que se abre una nueva etapa. Aunque Rudy Fernández sea el capitán por veteranía, Marc Gasol y Ricky Rubio parecen decididos a tomar el mando en la cancha. Sergio Scariolo, que llega tras ganar el anillo de la NBA con los Toronto Raptors como ayudante de Nick Nurse, se ganó muchos elogios por su manejo del periodo de clasificación, las polémicas ventanas, y ahora tendrá que encontrar la manera de que el equipo mantenga el nivel competitivo de todos estos años. La capacidad para engrasar el juego colectivo en ataque y defensa que es sello del técnico de Brescia tendrá que compensar la pérdida de talento no solo por la baja de Pau Gasol, sino también por las de Nikola Mirotic o Sergio Rodríguez.

Esta España necesita puntos y para ello tiene que rebotear y correr ya que en ataque posicional no tiene jugadores que puedan romper en el uno contra uno. El grupo tiene muchos excelentes jugadores de complemento, pero poco acostumbrados a resolver por su cuenta. Tienen que ser alimentados y por ello, alrededor de Ricky y Marc girará todo el juego. Ambos tendrán que asumir más tiros en ataque de lo habitual, además de explotar su reconocida capacidad para el pase. El base está en un momento dulce en la preparación. La situación le reclama un protagonismo en ataque que le devuelve a sus años de cadete y en los amistosos ha respondido con creces al desafío de ser mucho más que un gran generador de juego.

la referencia interior En cuanto al mediano de los Gasol, también tendrá que sumar puntos desde el poste bajo y ocupar el sitio que siempre ha correspondido a su hermano. En los duelos más exigentes, Marc tendrá que pelearse con pívots de mucho nivel, incluso de calibre NBA, y eso le va a demandar mucho en lo físico. Scariolo lo ha cuidado con pulcritud durante estas semanas ya que el de Sant Boi es casi imprescindible, también en defensa, porque Willy Hernangómez, quien le dará los relevos, carece de momento de las herramientas para hacerse respetar cerca de los aros y Pierre Oriola se queda pequeño y liviano para el puesto de cinco.

Los otros dos jugadores que deben marcar la diferencia son Rudy y Llull. El primero también debe rescatar su versión punzante de hace diez años para equilibrar el ataque y el segundo ejercerá de líder anotador desde el banquillo, alternando los puestos de base y escolta. Aquel Llull espléndido de antes de la lesión que sufrió en 2017 aún no ha vuelto, pero esta es una buena oportunidad de acercarse a ello ahora que Ricky le puede descargar de presión. Pero, además, los Claver y Juancho, moviéndose entre el tres y el cuatro, y Ribas, Rabaseda, Beirán o Colom, que no son precisamente unos adolescentes, por el perímetro tienen que soltarse en ataque, meter los tiros de los que dispongan, que no serán muchos, para que el ritmo ofensivo no decaiga y las defensas rivales no se concentren en un par de jugadores.

De todas formas, España, como es habitual, se toma las cosas con calma. La primera fase en Guangzhou, contra Túnez, Puerto Rico e Irán por ese orden, no debería suponer un problema para ir puliendo los detalles y avanzar invicta a la segunda fase donde, en teoría, deben esperar Serbia e Italia en busca de los cruces decisivos. Será entonces cuando los de Sergio Scariolo tengan que estar ya a su mejor nivel. Hace cinco años, se vendió la piel del oso antes de cazarlo y España, que tenía un equipazo, se pegó un soberano sopapo por caer en la autocomplacencia. Ahora la prudencia es obligada porque hay que encajar demasiadas piezas en un nuevo contexto. Esta selección de 2019 quiere demostrar que puede seguir estando en lo más alto sin aquellos que le hicieron pasar de la normalidad a la excelencia.