Antes del partido el pueblo de Amorebieta vivía en azul. Una verdadera fiesta en azul sumida en un sueño que al final no se puso hacer realidad. Charanga, Fan Zone, videoconsolas, simuladores, pinta caras, un territorio plagado de chavalería, camisetas del Amore por todos los sitios, gente, aficionados y ganas… muchas ganas de recuperar el terreno perdido.

La grada del campo se abarrotó de espectadores.

Veinte minutos antes en Urritxe no cabía un alfiler. Estaba plagado de aficionados con ganas de vivir algo histórico, un nuevo ascenso a Segunda División. En el campo se notaba cierta ansiedad. Y eso se transmite al verde. Así ocurrió. Pero es difícil calmar los ánimos. El gol de Jauregi templó las ganas y el tanto del empate de Quintanilla dejó helada a una grada que apostó por la segunda mitad.

Nadie se quiso perder la posibilidad de un ascenso a Segunda División.

Los gritos de ánimo no cesaron, pero el equipo no podía consumar el acontecimiento que deseaban atestiguar los presentes. El final exigía el apoyo de la grada y lo tuvo. El Nàstic no quería jugar y la afición de Urritxe se enfadó. Pero ni los nervios, las ansias, ni los enfados traen los triunfos. Habrá que esperar a Lezama, que es la segunda casa de los azules. No en vano el año pasado en la categoría de plata disputaban sus encuentros allí. No será extraño. Será como en casa. Y Amorebieta volverá a teñirse de azul.