Julián Retegi, Fernando Arretxe, Juan Martínez de Irujo, Aimar Olaizola, Abel Barriola, Mikel Urrutikoetxea, Oinatz Bengoetxea y, a partir del domingo, Jokin Altuna forman parte de la historia de la pelota a mano profesional. Poseen la Triple Corona; es decir, las tres txapelas en las tres modalidades.

¿Cómo se encuentra físicamente?

—Tras la final, ya en frío, empecé a sentir molestias en el muslo y tengo bastante dolor. Creo que será una sobrecarga. Estoy bastante tocado, pero mejor que Julen (risas).

¿Cómo vivió usted el momento de la lesión de Martija? Al fin y al cabo, al ver cómo se retorcía de dolor, todos temíamos peor.

—Al principio, pasé miedo. Cuando supe lo que era, le animé. Sabía que se iba a recuperar. Tenía claro que estaba sufriendo en ese momento, pero que iba a volver a la cancha en plenas condiciones. Le dije claramente que se tomase el tiempo que hiciera falta. Le insistía en que la final estaba ahí y que la txapela estaba muy cerca, a un paso. Por suerte, se recuperó bien. Estoy muy agradecido a él.

Tuvo claro que le tocaba sacar el mono de trabajo y resguardarle.

—Fueron tantos complicados, psicológicamente también. Los partidos se deciden por detalles y éramos conscientes de que Julen tenía ese problema en los gemelos. Con el 21-17 lo veíamos cerca. Teníamos ganas de hacer el último tanto.

¿Ha sido la final más dura de las diez que ha disputado, psicológicamente hablando?

—Igual sí. Diría, además, que es la final que he ganado que más lejos he estado de hacerlo. En otras ocasiones en las que he sacado la txapela, ha habido fases del partido en las que el rival ha estado por delante pero no por muchos tantos, uno u dos. El domingo, en cambio, con el 11-17, teníamos que hacer once tantos y el rival, cinco. Sin embargo, en el Parejas, si no regalas, hacer cinco tantos cuesta mucho. Con la derecha, con la izquierda y defendiendo me sentí torpe al principio, espeso de movimientos, por la tensión, pero al final me encontraba mejor. Martija trabajó mucho al principio y gran parte de la txapela está en su labor. Quizás acabó tocado por ello.

Prosiga.

—Para los zagueros es complicado jugar contra un delantero como Unai Laso, porque en un mismo tanto le da cinco, seis o siete veces atrás. Lo goza todo. No es fácil. Julen tiene mucho mérito.

¿Dónde cree que estuvo el punto de inflexión?

—En el último tercio de partido me vi mejor, pero creo que el material tuvo mucha incidencia en la final. Laso e Imaz dijeron en la elección que querían pelota más viva y se pudo comprobar que cuando hicieron la tacada la pelota no andaba nada. Hacer daño era difícil. No es extraño que lograran irse del 10-8 al 11-17 con ese material. Cuando cambiamos de pelota, hicimos más daño: Martija castigaba y yo atropellaba a Unai.

A pesar de no ser una de sus actuaciones más brillantes, la txapela se fue para Amezketa.

—En un campeonato largo, uno tiene que tirar del carro y, en el momento difícil, Julen llevó el peso. Después, al ver que teníamos opciones, hice lo que pude. Jugamos la segunda parte a muy buen nivel. Me parecía más a mí mismo, al juego que he hecho en el Parejas. De todos modos, aunque no me encuentre bien, me da mucha fuerza verme que todavía sigo ahí, en la pomada. No hay que desanimarse porque sea un partido incómodo, hay que estar preparado para esos momentos. Martija y yo estuvimos animándonos en toda la final, pese al resultado. Sabíamos que había que seguir hasta el último tanto.

Y llegó el 11-17.

—Cuando hicimos el tanto doce, veía a Julen con mucha esperanza de ganar. Fíjese, en la primera vuelta del Parejas íbamos perdiendo contra ellos 14-19 en el Astelena y terminamos ganando 22-21. He perdido partidos que íbamos ganando por mucho y por suerte el domingo nos llevamos la txapela.

Comenta que comenzó sin encontrase a gusto en el frontón. ¿Le pudo pesar el runrún de las últimas dos semanas sobre su primera final del Parejas y la Triple Corona?

—No me quiero excusar en eso. Si me afecta, es por mi culpa. He necesitado siete años para llegar a esta final. Sinceramente, creo que en el futuro voy a jugar más finales individuales que por parejas. Cuando llegas, quieres ganar. Eso quizás me mermó un poco. No salía agresivo y me noté estático y dubitativo. No me he quitado un peso de encima, pero tenía muchas ganas de conseguir este título. Ahora estoy supercontento. A veces es muy bonito ganar 22-5, pero la alegría del domingo supera a todo eso.

Ha ganado la Triple Corona con 26 años. No pierde el hambre.

—Esta semana quiero disfrutar de esto. Toca poner otros objetivos. En la pelota hay poco descanso. Hay margen todavía.

Y tiene su hueco en la historia. Es junto a Retegi, Arretxe, Irujo, Olaizola II, Barriola, Urrutikoetxea y Bengoetxea VI uno de los ocho ganadores de las tres modalidades.

—Hace ilusión estar junto a esos nombres. Tenía mucha ilusión por ganar este campeonato. Ahora, me falta el torneo de San Fermín para decir que lo he ganado todo. Desde el principio, hemos dado un nivel bueno, pero hemos demostrado que estamos creciendo mucho mentalmente.

Si le cuentan esto al debutar...

—No sé. Lo valoraré más al cerrar mi carrera. Sucede todo tan rápido que no da tiempo a disfrutarlo. No es tan fácil cuando todo es tan seguido. No esperaba tener todo esto. También me hacía mucha ilusión ganar con Julen.

Lo celebró como mandan los cánones.

—He vivido unas cuantas finales en las que no hemos podido hacerlo por el covid-19. En las dos últimas lo hemos celebrado bien. Nos reunimos unas 250 personas en el frontón de Amezketa y hubo un gran ambiente. Estoy muy agradecido a toda la gente que se acercó.