L Surne Bilbao Basket se ha convertido en la víctima propiciatoria de la Liga Endesa, el equipo al que, por tener la mayor parte de sus deberes hechos, todos los rivales, que buscan hacer los suyos, le están esperando con el cuchillo entre los dientes. Los hombres de negro siguen en busca de esa victoria que, en teoría, supone la tranquilidad, pero ahora mismo acusan una gran fragilidad mental y también física que les convierte en el saco de los golpes. Igual que ocurrió recientemente en Burgos, en Andorra y en otros partidos de esta temporada, en cuanto el Unicaja elevó el nivel de contactos, la dureza defensiva, el Bilbao Basket se diluyó y entregó el partido en el último cuarto al ser incapaz de meterse en el barro del Martín Carpena.

Al conjunto de Álex Mumbrú le toca asumir que lo que le espera de aquí al final de la temporada va a ser parecido a lo de ayer miércoles, empezando por el choque del domingo ante el Fuenlabrada, que también está necesitado de sumar y jugará a favor de un ambiente también muy caliente. El regreso de los espectadores a los pabellones ha elevado la presión también sobre los árbitros y eso se deja notar en partidos como el de ayer miércoles. De unas jornadas a esta parte se están permitiendo demasiados contactos y, de hecho, algunos entrenadores lo propagan a los cuatro vientos y lo ordenan sin ningún disimulo. Ángel Delgado es uno de los principales destinatarios de esa dureza consentida, de ese uso constante de las manos que empieza a resurgir en la Liga Endesa y que hace flaco favor al juego porque, sencillamente, lo embarra o lo hace farragoso, un terreno en el que los hombres de negro no saben avanzar.

Resultó llamativo que al Bilbao Basket le pitaran tres faltas de ataque consecutivas, de las cuales dos no fueron porque el defensor estaba en movimiento. Luego, a Goudelock, sometido a estrecha vigilancia por la defensa del Unicaja, le señalaron otra con lo que el principal argumento ofensivo de los hombres de negro salió eliminado por cinco faltas, dos de ellas en ataque y otra una técnica. Para entonces, el Unicaja ya era dueño del partido y logró una diferencia final que castigó de nuevo a los vizcainos, que jugaron muy bien hasta el descanso, aguantaron el tirón hasta esas tres faltas consecutivas en ataque que les desquiciaron y les hicieron perder la concentración, un defecto que resulta más acusado en algunos jugadores, y permitieron al Unicaja tomar la delantera en un momento en que su juego tampoco estaba brillando. Así empezaron a sucederse los errores defensivos y de nuevo la falta de acierto en ataque, con varios lanzamientos cómodos fallados cuando se podía ampliar la brecha, provocó una derrota que puede volver a encender las alarmas.

Los 75 puntos anotados por el Bilbao Basket volvieron a quedarse muy cortos para aspirar a ganar fuera de casa. El porcentaje en los triples ha caído en los últimos partidos y el equipo está acusando que varios jugadores no aportan con consistencia ni continuidad en ataque, lo que hizo imposible mantener el ritmo anotador cuando el Unicaja empezó a anotar desde la larga distancia. Ayer faltó Walker, que al menos habría aportado algo de músculo, Luz jugó apenas unas horas después de ser padre y con un viaje apresurado a Málaga y otra vez se vio la peor versión de Inglis. Al final, el Bilbao Basket se queda sin argumentos y asoma esa debilidad que le convierte en un blanco muy fácil.

Después de ganar solo un partido de los últimos cinco partidos, la clasificación aprieta un poco más, pero no ahoga a un equipo que, probablemente, en este momento es víctima de ese gran enemigo que son las expectativas. El play-off porque el Bilbao Basket no tiene armas para esa batalla, pero tampoco pueden entrar las prisas o elevar la presión porque esa victoria que se cree definitiva no acaba de llegar. El equipo no da la impresión de haberse relajado, pero sí se aprecia que ha perdido la frescura y la confianza que le llevó a encadenar siete triunfos seguidos. Sabiendo lo que le espera por delante, haría bien en recuperar la dureza durante los 40 minutos y tratar de aplicar la misma medicina de la que se está sintiendo víctima. Lo que es evidente es que la frustración no conduce a nada.

El patrón del partido de ayer fue similar al de anteriores fuera de casa y de nuevo el Bilbao Basket no pudo igualar la dureza del rival

Goudelock, sometido a dura vigilancia por la defensa del Unicaja, fue eliminado por cinco faltas, dos de ellas en ataque y otra, una técnica