Si hubiera un premio a la desgracia esta temporada, el Bilbao Basket es ahora mismo el más serio candidato a llevárselo. Sale casi a un incidente por jornada desde hace unas cuantas semanas y ayer puso salir del partido ante el Valencia Basket en una situación más dramática aún. A la derrota abultada ante el Valencia Basket, que a nadie debe sorprender aunque el resultado duela, se unió la lesión de Jaylon Brown en el último cuarto cuando ya el choque estaba más que resuelto. Lo mismo le ocurrió a Ludde Hakanson, que cayó en Zaragoza, o a Ondrej Balvin, que en el colmo de la mala suerte se lesionó en un partido de su selección sin ninguna trascendencia. Total, que los hombres de negro tienen ahora mismo fuera de combate, además de su MVP de este curso hasta ahora, a sus dos bases y a los dos jugadores que podían cumplir con esa misión en caso de necesidad. Si el día de ayer se puede dar por no perdido de todo es porque el San Pablo Burgos se impuso en su visita al Real Betis por lo que bilbainos y sevillanos siguen empatados en una de las plazas de descenso.

Parece poco consuelo, pero a algo tiene que aferrarse el Bilbao Basket para mantener las esperanzas, para esperar que escampe después de esta lluvia de infortunios que le está cayendo y desear que no sea demasiado tarde cuando eso ocurra. Ayer le tocó afrontar el partido con solo cinco jugadores de la plantilla inicial de esta temporada y con un quinteto titular inimaginable hace cuatro meses en el que figuraba Iñigo Betolaza, que ha debutado en la ACB con la Primera División Nacional como única experiencia en el baloncesto senior. Así, los de Álex Mumbrú intentaron sujetarse en el partido, pero pronto se vio que avanzaban sin red de protección ante un rival muy superior, pese a que no contó con Klemen Prepelic y Bojan Dubljevic, dos de sus referentes anotadores.

Mejores en todos los emparejamientos, los visitantes tiraron de recursos y de un juego muy bien estructurado para ir creando ventajas y no desperdiciaron ninguna de las oportunidades que tuvieron de abrir brecha. La defensa de los hombres de negro, sin poder arriesgar demasiada por culpa de la mermada rotación, estuvo correcta en muchos momentos, pero le costó taparse cerca del aro y sobre todo se quedó desnuda ante las pérdidas de balón, que concedieron catorce puntos al Valencia Basket al descanso tras veinte minutos en los que apenas se señalaron doce faltas. Al final, fueron 20 balones extraviados por el Bilbao Basket de los que los visitantes sacaron 24 puntos demasiado sencillos.

En ataque, los vizcainos alternaron también buenos minutos con errores flagrantes que les permitieron llegar hasta el 25-29 del minuto 13. Del banquillo salió Jaime Pradilla para demostrar todo el futuro que tiene por delante y de la mano del joven aragonés, el Valencia Basket marcó un parcial de 0-7 que ya era un mal presagio. Del tiempo muerto salió el Bilbao Basket con intención de cerrar su zona, donde los taronjas estaban anotando con comodidad, pero los de Jaume Ponsarnau castigaron ahora desde la larga distancia con tres triples consecutivos que el equipo local no pudo contestar, lo que abrió una brecha de quince puntos que convirtieron el desequilibrado duelo en una misión aún imposible. El técnico local movía su banquillo de forma continua y con algunos toques de atención a jugadores que deben aportar mucho más en busca de algún quinteto que ofreciera cierta estabilidad.

Agarrados a los nuevos

Solo John Jenkins y Alade Aminu, depositarios de esa esperanza negra porque mejoran con el paso de los partidos y parecen vacunados contra la presión, podían sumar con regularidad, aunque cinco puntos seguidos de Arnoldas Kulboka redujeron la distancia a los trece puntos (53-66), lo que podía maquillar la derrota, pero no hizo más que espolear al Valencia Basket, que se anotó un parcial de 3-25 en unos minutos en los que, en un Miribilla vacío y silencioso, todo se parecía a un choque de pretemporada. El Bilbao Basket trató de capear el temporal como pudo, pero los taronjas anotaban con gran facilidad, sin importar quien estuviera en la cancha, ante un equipo que acusa en el largo aliento la falta de continuidad en el trabajo diario por la sucesión de contratiempos.

La lesión de Brown puso otro punto negro y los dedos cruzados y obligó a Mumbrú a recurrir para el tramo final a Nahuel Del Val, otro debutante vizcaino con muy poca experiencia en senior, mientras los visitantes acabaron con Ferrando, Puerto y Pradilla, que cuentan con recorrido en categorías superiores e, incluso, a nivel internacional con las selecciones españolas de formación.

Las comparaciones son odiosas y el Bilbao Basket tiene que tragar de nuevo con un resultado de los que provocan ardores, pero que es la menor de sus preocupaciones ahora mismo porque sus batallas son otras. Hoy los hombres de negro se montarán en un avión para viajar a una Alemania prácticamente cerrada donde el martes le aguarda el duelo de la Champions League ante el Brose Bamberg. Mumbrú querrá aprovecharlo para seguir esa eterna reconstrucción, pero primero debe restañar la confianza de sus jugadores, sobre todo de algunos de ellos, a la espera de que llegue ese momento del que habló en la previa “en el que estemos todos”.