BILBAO - Una canasta de Junior Robinson sobre la bocina, la guinda a la exhibición que ofreció en la noche de ayer en Miribilla el diminuto jugador de North Carolina, tumbó sobre la lona a un Bilbao Basket que pasó de tener el partido prácticamente ganado en dos ocasiones a ver cómo se le escurría entre sus dedos por esa fea costumbre que se ha instalado en su seno que consiste en no guillotinar a los rivales cuando tiene la oportunidad de hacerlo. Los hombres de negro llegaron a ganar por trece puntos en el tercer cuarto (36-23 a 3:44 del descanso) y permitieron que el Araberri volviera a colocarse a su altura (42-41); recuperaron el control del partido y volvieron a estar a un paso de finiquitarlo (60-46 a 1:39 del final del tercer acto), pero volvieron a poner todo tipo de facilidades para que los alaveses retornaran a la contienda (66-66). Y en el final a cara o cruz, con alternativas para ambos contendientes -los visitantes lo tuvieron muy a su favor con un 71-75 a 1:09 del final al igual que los anfitriones con un 76-75 y posesión- acabó decidiendo el talento del máximo artillero de la LEB Oro, ese Junior Robinson acostumbrado toda su vida a batirse ante gigantes desde su escaso 1,65 de altura. Tras fallar su ataque dejando 16 segundos para el rival, Álex Mumbrú decidió no hacer falta en la última posesión, Robinson asumió galones y ante la defensa de Thomas Schreiner penetró para meter sobre la bocina un tiro limpio desde tres metros y medio.
Hacía tiempo que el Bilbao Basket jugaba con fuego, fiando su suerte a su calidad y tablas para definir los finales apretados, y estaba claro que alguna vez tenía que quemarse. Y eso fue lo que ocurrió ayer. El conjunto vizcaino volvió a verse mediatizado por sus dos principales rémoras en este arranque de curso y esta vez no tuvo los recursos para salir triunfante. Porque a la falta de colmillo para resolver por la vía rápida ayer volvió a sumársele otra noche horrible desde la distancia de tres puntos, con otro pírrico 22,2% (6 aciertos de 27 intentos) que mediatizó mucho el juego de un equipo que, curiosamente, da lo mejor de sí mismo cuando se ve en dificultades pero que se bloquea o se aturulla en los momentos que parece tener todo a favor. Porque el conjunto de Mumbrú ofreció ayer momentos de juego brillantes, con Leonardo Demetrio ofreciendo su mejor versión (21 puntos y 8 rebotes) en una tremenda demostración de esfuerzo y trabajo oscuro, Javi Salgado gobernando la cancha con sus conexiones con Kevin Larsen y Ben Lammers dando espectáculo con sus mates y tapones, pero la falta de sostenibilidad en su rendimiento le llevó a pinchar y a acabar con una importante sensación de decepción.
De más a menos A Larsen le costó superar la defensa de Markovic en el amanecer de la contienda, circunstancia que aprovechó el Araberri para, de la mano de Dedovic, hacerse con un control del partido que fue fugaz. Si el 6-11 en cuatro minutos de juego le dio alguna esperanza de gobernar la contienda, esta quedó sepultada en el momento en el que el Bilbao Basket cerró a cal y canto los caminos hacia su aro, se hinchó a robar balones y pudo correr como si no existiera un mañana. Con Jaylon Brown y Demetrio como ejecutores de galopadas centelleantes, los de Mumbrú materializaron un brutal parcial de 17-2 en los seis minutos finales del acto inaugural para cerrarlo con un contundente 23-13. De Robinson no había aún noticias en las filas alavesas, con Lammers convertido en su gran pesadilla a base de tapones. Y no cambiaron demasiado las cosas en el segundo cuarto. La defensa del Araberri mostraba grietas por todos los lados, sus ataques eran caóticos y en ese ecosistema de ausencia de control fue Salgado el que se hizo con el bastón de mando. El de Santutxu anotó sin problemas, regaló hasta tres canastas a Larsen y el Bilbao Basket estuvo en disposición de romper el partido con un más que interesante 36-23 a 3:44 del descanso. Pero, una vez más, al conjunto vizcaino le faltó sostenibilidad en el rendimiento y algo más de instinto asesino para enviar a la lona por la vía rápida a un rival que se tambaleaba en la cancha. Dedovic acortó distancias, Demetrio volvió a dejarlas en su sitio, pero el Araberri cerró el cuarto con cinco puntos seguidos y alcanzó el ecuador con un 40-32 que le mantenía conectado al partido.
Una mala puesta en escena de los locales dio incluso más alas a los visitantes, que llegaron a colocarse a solo un punto (42-41) de la mano del hasta entonces desaparecido Robinson para totalizar un abrumador 2-14, pero Demetrio impidió que la sangre llegara de momento al río. A base de energía, lucha, rebote ofensivo y acierto desde la larga distancia, el brasileño volvió a enchufar a los hombres de negro. Con su fugaz mejora en el triple, el Bilbao Basket dibujó su mayor renta en el partido (60-46) a 1:46 del final del tercer acto, pero volvió a dormirse en los laureles. Con Robinson ya en plan all-star, el Araberri cerró el cuarto con un 0-8 y no solo eso, sino que aprovechando otra fase de brutal desacierto bilbaino, desde bandejas a contraataques pasando por triples, muchos triples, llegó a igualar la contienda a 5:31 del final. El partido estaba ya donde más le interesaba a Araberri, pues le ofrecía la posibilidad de activar su descaro y juego uno contra uno ante un rival cabizbajo y nervioso al ver que un partido que tuvo casi ganado dos veces se le escurría entre los dedos. Y eso fue lo que acabó ocurriendo. Entre Kamba y Robinson colocaron el 71-75, Salgado y Edu Martínez le dieron la vuelta (76-75), pero el equipo anfitrión jugó mal el ataque que pudo sellar su victoria y dejó 16 segundos a disposición del rival. Demasiados cuando un killer como Junior Robinson está delante.