Maestros entre peones y txingas
Los cuatro ajedrecistas de la gran final se retan en un particular triatlón de deporte rural vasco
PERO si pesa más que yo!”, se sorprendía Ruslan Ponomariov cuando le mostraron la piedra que tenía que levantar. El joven ajedrecista ucraniano miraba con ojos incrédulos a Viswanathan Anand, quíntuple campeón del mundo, que se colocó su disfraz de harrijasotzaile y aupó todo lo que le mandaban. Casi sin esfuerzo, como si compartiera sangre con el mismísimo Iñaki Perurena. Claro, que el indio se había vestido para la ocasión, con un chándal negro; mientras que el pobre Ponomariov, delgaducho, casi frágil, parecía arrepentirse de la ropa que tanto le gustó ante el espejo de su habitación. La impoluta camisa negra, abrochada hasta el último botón, retaba al calor bilbaino, y los pantalones pitillo, del mismo color, eran lo menos adecuado para participar en el triatlón de deporte rural vasco al que fueron retados los cuatro jugadores de la Final de Maestros.
Sin embargo, lo que más llamó la atención de Anand fue el calzado del que sería su rival en lokotxak y txingas: “Con esos zapatos te van a doler los pies luego”, bromeó el favorito a la txapela de Bilbao. Pero cuando el silbato sonó, Ponomariov sorprendió a todos. Mientras que el quíntuple campeón mundial, aquel que minutos antes se rió de su vestimenta, comenzó a recoger las mazorcas al sprint, el ucraniano se mostró tal y como es ante el tablero: calmado, constante. Y, a un menor ritmo, fue haciendo su trabajo, a la espera de que un fallo de su rival le favoreciera en la victoria. Así, cuando Anand quedó retrasado por lanzar fuera una mazorca, Ponomariov lo aprovechó, subió una marcha y se proclamó vencedor.
Ninguno de los presentes parecía creerlo. Ni siquiera el propio ajedrecista que, con los brazos en alto y la cara enrojecida por el inusual esfuerzo, se marcó un extravagante baile al son de los aplausos. Aún así, Ponomariov siguió sintiéndose fuera de su mundo, muy alejado de las rutinas de su vida, por lo que, tras la victoria, decidió colocarse en un segundo plano. Bien rodeado de botellas de agua.
Mejor, bastante mejor, lo hicieron Levon Aronián y Paco Vallejo. El campeón de Bilbao el año pasado y el mejor jugador estatal en la actualidad protagonizaron una reñida prueba que acabó casi en photofinish. A Paco no le gusta perder ni a las canicas y prueba de ello fueron sus carreras a por las mazorcas. “Cansa mucho, ha sido corto pero muy intenso”, relató el balear tras quedar campeón por tan solo un segundo de diferencia. E, inmediatamente después, se lanzó al suelo. Tumbado boca arriba, con brazos y piernas extendidos, como si quisiera hacer ángeles en una nieve imaginaria, Vallejo comenzó a respetar los deportes vascos. Más fácil le resultó la soka-tira, de nuevo ante Aronián, puesto que aunque todavía no había recuperado las pulsaciones habituales, y de un solo tirón, se deshizo del ajedrecista armenio.
Así fue cómo los ajedrecistas de la Final de Maestros se deshicieron de su fachada estirada y elegante, casi intrínseca en este deporte, y se mostraron como cuatro turistas más interesados por el deporte local. Demostraron, además, que el juego de las 64 casillas también es algo físico, aunque no se juegue en chándal y que, para llegar lejos en él, hay que estar en forma. Aunque puede que ahora el pobre Ponomariov, para gusto de Anand, tenga los pies doloridos.
la jornada de hoy Tras el merecido descanso de ayer, los cuatro ajedrecistas vuelven a lo suyo, que es la Final de Maestros (15.00 horas, Palacio Euskalduna). De esta forma, con Anand en lo más alto de la tabla de clasificación con siete puntos, Aronián pisándole los talones con cinco, Ponomariov con tres tras su victoria ante Vallejo y el balear tan solo con un punto; comienza la segunda vuelta del torneo. Así, Anand, sin el liderato en peligro, se enfrentará de nuevo a Paco, esta vez con blancas; mientras que Aronián intentará defender negras ante Ponomariov.