qué tiempo más perro. Es un miércoles igual que el martes que era igual que el lunes. De lluvia y frío y montañas cubiertas con el velo blanco de la niebla. Y de parabrisas currando a destajo y cristales empañados. Y de poco más. De espera. Algo tiene que ocurrir; algo tiene que cambiar. "Un milagro", invoca Pablo Urtasun, que va en coche y no en bicicleta porque llueve demasiado y hace demasiado frío ese miércoles de nubes negras en el que se anuncia la muerte del PinoRoad chileno en el que el navarro de Urdiain iba a cumplir su décima temporada como profesional. Pero ya no. O no cree. O no sabe, pero dice que lo intuye como si se lo contaran las nubes. Qué oscuro está todo en ese miércoles de ceniza.

¿Y ahora qué? "Pues esa es la pregunta", reflexiona el navarro; "y no hay respuesta salvo la de seguir entrenando pensando en que llegue una solución, algo, no sé qué, que arregle esto que me da tanta pena pero que ves que ocurre en muchas partes y no tiene muchas vueltas". Si dependiera de Egoi, el hijo de tres años de Urtasun, todo sería más sencillo. Aita le dice que lo más seguro es que deje de ser ciclista y el niño, claro, pregunta que por qué, y antes de que a Pablo se le ocurra una respuesta Egoi ya dice que no le gusta la idea, que quiere seguir yendo a las carreras ciclistas, o ver a su aita en la tele. ¿Y cómo se le explica a un niño lo que ocurre? Para no tener que hacerlo espera Urtasun que un milagro asome entre tanta nube negra.

El miércoles fue más oscuro que ningún otro enclave ciclista Lizarra, donde el CC Estella decidió pulsar el botón rojo y suspender la edición de este año del Gran Premio Indurain. Los motivos: la crisis, claro, y el asunto de las subvenciones del Gobierno de Navarra, que se niega a comprometerlas para cubrir el presupuesto de este año y aún no ha pagado las correspondientes a la pasada edición. Así, sin su carrera ciclista, se apagó Lizarra el miércoles. Cuando amaneció era un jueves claro y luminoso en el que, informa Cristina Solano, corresponsal de Diario de Noticias, un responsable del CC Estella acudió al Ayuntamiento a solicitar permiso para organizar una rueda de prensa y explicar los motivos que han llevado al club a tomar una decisión tan dramática y se tropezó con un milagro, o medio, o un pedacito, que ya es algo. La alcaldesa, Begoña Ganuza, le propuso aumentar la ayuda que le otorga a la carrera, cifrada ahora en casi 25.000 euros en los Presupuestos de este año. "Han venido y les he dicho que como hay remanente se podría aumentar la ayuda si con eso consiguen que salga la carrera", explicó la primera edil a Diario de Noticias. Esta ayuda extra podría rondar los 10.000 euros o incluso superarlos y alimenta el intento a la desesperada de salvar la carrera.

Se pusieron a ello ayer mismo. Sin esperanza y fuera de plazo, el club reactivó el operativo para buscar patrocinadores privados y, aunque al cierre de esta edición la carrera seguía totalmente suspendida, hay una remota posibilidad de que se obre el milagro. Los plazos para enviar el reglamento, aunque se cumplieron el miércoles, no son traba. Tampoco pone pegas la asociación de organizadores, que desea evitar que otra carrera estatal se sume a la larga lista de extinciones, mientras que la asociación de ciclistas requeriría un aval, ya que hay ciclistas que no han cobrado los premios del año pasado.

Algo así, un milagro que le permita seguir siendo ciclista espera Urtasun. Y como el de Urdiain, su compañero en la aventura del PinoRoad, Juanjo Oroz, otro buen mozo de la cuadrilla navarra, como Erviti o Zandio, hijos del campo y de la filosofía del trabajo. "Y en eso sigo", proclama Oroz; "yo no creo en los milagros y en esas cosas; creo en el trabajo. Y en que la perseverancia tiene su premio". Por eso no ha abandonado aún la rutina ciclista. "Me siento corredor y tengo que correr sí o sí", dice mientras espera que suene el teléfono un día de estos y alguien le dé otra oportunidad. Aunque no sea este tiempo para milagros.