Bilbao. Decía Napoleón que "lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes". Un magma ardiendo en los fuegos de la Revolución Francesa. Volcanes en erupción recorriendo los recodos de la historia. Anidando en el mapa del tiempo, amarilleando por los rigores de los relojes de arena y las clepsidras, el sepia acecha. Entre lo imposible y lo paradójico se vertebran las historias de lo que un día fue la pelota a mano, que ahora protagonizan Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo como puntas de lanza. Lo imposible redivivo. Entre las historias, hombres de hierro. Estrellas entre el gris y la ceniza. Rivalidades atadas como el yin y el yang al ombligo de la historia. Grandes enfrentamientos llenan la historia de la pelota a mano y el Manomanista, particularmente: desde Atano III y Gallastegi hasta los presentes Aimar e Irujo. Bicefalia sagrada en la liturgia del Dios pelota. Gestas tumbadas a golpe de martillo y de garrote. Con distancias entre adversarios: ascetas o guerreros, eremitas o artistas, caballos o ardillas, cuero o seda. "Lo imposible".

En la primera esquina del tiempo radican dos de los más recordados de la historia, el dominador Atano III y Don Miguel. Después recogieron el testigo Hilario Azkarate, leyenda vizcaina, y el sobrino del mito azkoitiarra, Atanillo. Retegi I cambió el paso de la competición y Lajos le acompañó en el paso en la otra esquina del ring. Cuando el color ganaba la partida, el sobrino de Juan Ignacio, Julián Retegi, se convirtió en leyenda y con él Ladis Galarza. Más tarde, arribaron Beloki y Eugi, líderes desde aficionados. Hasta coincidir con el nuevo tiempo con Olaizola II y Martínez de Irujo. Dominadores.

Atano III contra Gallastegi

Dominio y preparación

Mariano Juaristi es leyenda. Y lo era en las primeras ediciones del Manomanista oficial. Fue hegemónico su imperio: ganó en 1940 a Chiquito de Iraeta -Francisco Larrañaga-; en 1942 venció en la liguilla ideada por la presencia de su hermano Atano VII; en 1944, a Felipe en Bilbao, y en 1946, a Gallastegi, que no se presentó. Antes, sus duelos contra Mondragonés eran plato fuerte y nadie osó arrebatarle el cinturón, pero la llegada del gran zaguero eibarrés puso pimienta al tema. La leyenda azkoitiarra había anudado con letras de oro su presencia en todas las facetas del juego, pero Gallastegi fue rompedor. Debutó en 1936 y sorprendía su preparación y su fuerza. "Me entrenaba mucho para aguantar los partidos", analiza Don Miguel. En 1942 debutó en el mano a mano y en 1944 fue eliminado en semifinales por el azkoitiarra. Su camino se había engrandecido antes por la bicoca de ganar al gran delantero guipuzcoano (13-22) en el Astelena. Fue cayendo un mito y nació otro. El graderío era fuego.

atano x contra azkarate

Nadie conoce a nadie

"Lo nuestro no eran enfrentamientos, porque nosotros nos llevábamos muy bien. En la cancha cada uno hacía lo que podía, pero después éramos muy amigos", relata Luciano Juaristi, Atano X o Atanillo, sobrino del enorme manista azkoitiarra. Se refiere a Hilario Azkarate, seis veces campeón del Manomanista y uno de los mitos de la pelota global y de la vizcaina en particular. Se vieron las caras en cinco finales consecutivas. Tres fueron al baserri de los Juaristi. "En la cancha nadie conoce a nadie", relata.

"Jugamos muchos partidos", dice el campeón guipuzcoano, quien analiza que "recuerdas más los que has perdido. Cuando ganas, tienes media hora de gloria, pero cuando pierdes lo recuerdas siempre". Aquellos envites levantaban expectación: "Era fuera de serie. De hecho, nos daban entradas y todos querían, hubo en una ocasión que solo me dieron ocho y ni las quise coger, porque generaban problemas con todos los que me pedían".

Retegi I contra Lajos

Compañeros y rivales

"Lajos y yo entrenábamos juntos muchas veces", cuenta Juan Ignacio Retegi, uno de los máximos exponentes del mano a mano. Tuvieron que cruzarse cinco veces, pero no todas jugaron. Dos quedaron cojas por problemas físicos. "Entonces las finales se vivían con más pasión", confiesa el expelotari de Eratsun, quien apostilla "se jugaban por la mañana, así que la gente iba con el coche, paraba en los aparcaderos e iba calentando con la comida y la bota de vino". "Éramos los pelotaris de la época. Lajos era un gran manista, pero más en parejas que mano a mano, pero tenía tanta potencia que se llevaba a cualquiera por delante. Yo le jugaba rápido para sacarle del sitio. Él sacaba como un veneno", analiza Retegi I.

Retegi II contra Galarza III

Dos gallos y un corral

Con el sobrino de Juan Ignacio llegó el manista más laureado de la historia. Tuvo la mala suerte Ladis Galarza de coincidir con él. Se las vieron en siete finales y el poder del zaguero de Baraibar solo se impuso dos veces en finales entre 1983 y 1993. Son historia.

La rebelión del guardaespaldas fue en 1991 y 1992. Hasta entonces solo Tolosa había sido capaz de descabalgar de una final al mago de Eratsun.

eugi contra beloki

La revolución televisiva

"Siempre nos cruzábamos, desde chavales. Debutamos casi a la par y dimos un vuelco a la pelota", concreta Patxi Eugi. Rubén Beloki y él dieron la vuelta a la pelota cuando entró la televisión. "Fueron años muy bonitos. Fueron duelos preciosos. Está al nivel de lo que está pasando ahora con Irujo y Olaizola", manifiesta el de Agoitz. "Coincidió nuestra época con la entrada de las televisiones y fue importantísimo", confirma y desvela que "dentro se vivía tranquilo, cada uno vivía lo suyo. No te das cuenta del pique que hay. En el Labrit había partidos para recordar, pero el primero que jugamos en profesionales hubo gente en la calle y cuatro filas de contracancha".

Olaizola II contra irujo

Una generación de lujo

"Está claro, nosotros estamos aquí por culpa de nuestros compañeros. Es así. Te hacen esforzarte más y trabajar más, subes el nivel. Están Aimar, Barriola, Gonzalez, Oinatz, Xala... Patxi Ruiz, en el mano a mano", desvela Irujo. Son los dominadores Juan y Aimar. Son la sal de la pelota. Sus enfrentamientos son canela fina. Nueve veces en finales de la Liga de Empresas. "A la gente le gusta, pero a los que más nos favorece esto es a los dos: tanto a Juan como a mí", analiza el delantero de Goizueta.