Amorebieta. En abril, Beñat Intxausti pierde de una manera dolorosa la Klasika Primavera en la que planta cara sin complejos a Alberto Contador y la frustración le empuja a decir que necesita levantar los brazos cuanto antes. Lo que pide ocurre un mes después en Ivrea, donde gana la etapa del Giro en el que días antes se ha convertido en el primer vizcaino en vestir la maglia rosa por la que luchó sin suerte el gran Marino. De regreso a Amorebieta con la prenda rosa en el hombro y la etapa en el bolsillo, Intxausti reconoce que el éxito en Italia le ha disipado las dudas sobre su capacidad ciclista. "Uno llega a pensar que igual no puede llegar donde te dicen o donde uno quiere". La victoria en Ivrea le libera de todo eso y también del pasado personal y terrible con el que cargaba. Antes de viajar a Italia decidió que era hora de regresar para entrenar a Sierra Nevada, donde asistió en 2011 a la muerte de Tondo. Pasó todos los días por el garaje donde ocurrió la tragedia y el último se paró y dejó en el suelo una gorra firmada y una vela encendida. Fue, dice, como una despedida. "Enfrentarme al recuerdo me ha hecho más fuerte y me ha ayudado a cerrar esa etapa de mi vida".
¿Tanto necesitaba levantar los brazos?
Sí. Era una cuestión personal. Tenía que demostrarme a mí mismo que podía hacerlo, que valía. Al final, no es lo mismo estar delante que ganar. La sensación que tuve cuando gané la etapa en el Giro era de ¡buah!
¿Liberación?
Sí. Pensaba en todo el trabajo, en todo lo pasado.
Dice que tenía que demostrarse a sí mismo que valía. ¿Dudaba?
Más que dudar, uno piensa que igual no puede llegar donde te dicen o donde uno quiere. Sí que dudas. Date cuenta que llevo siete años de profesional y la adaptación me ha llevado mi tiempo. Vosotros, los periodistas y la gente, siempre pedís lo máximo y lo entiendo, pero yo tenía que ir poco a poco, mejorando cada año, y esta vez creo que he dado un paso importante.
¿En qué piensa ahora que no pensaba antes del Giro?
Me da confianza para estar en la lucha en las carreras de tres semanas. En este Giro he fallado en las cronos, es cierto, y no sé por qué, pero he sido regular y he terminado bastante entero.
¿No ha tenido momentos de crisis?
No especialmente. Lo peor ha sido la lluvia y el frío. Vi a gente llorar y yo mismo sufrí más que otras veces porque estaba más fino que nunca, con un peso idéntico, pero menos grasa. Y los traslados han sido insufribles. El día que me puse de líder teníamos 240 kilómetros hasta el hotel, que eso en cualquier sitio son un par de horas y en Italia más de tres después de pasar por el podio, atender a la tele y dar la conferencia de prensa.
El día después, de rosa, falló en la crono y perdió bastante más de lo esperado. ¿Sabe lo que le pudo pasar?
Yo estaba muy centrado y motivado aunque nunca había hecho una crono tan larga, de hora y veinte minutos de esfuerzo. Creo que el problema fue que estaba demasiado motivado. Calenté demasiado, ya me lo dijo Eusebio (Unzue), y salí muy rápido sobre las referencias de Dowsett (el inglés del Movistar que ganó la etapa) que incluso quise mejorar -en el minuto 20 de la crono superaba a su compañero de equipo y al propio Wiggins-. Eso me pudo. Quise hacerlo tan bien que fui por encima de lo que tenía que haber ido y se me hizo larga. En los últimos 15 kilómetros no podía ni con el alma y llegué a meta vacío.
¿Le pudo la pasión de la maglia rosa?
Fue un día raro. Iba de líder pero no me sentía como tal. Lo habría disfrutado de otra manera si hubiese sido una etapa en línea.
¿El día anterior sí lo degustó?
Yo no sabía que era líder hasta que me lo dijeron. Fue una sensación rara y no me lo creía. En el podio mismo estaba desubicado, extraño, y tardé un buen rato en darme cuenta de lo que estaba pasando.
Es el único ciclista vizcaino que ha vestido la maglia rosa. ¿Pensó entonces en ello, en que estaba haciendo historia?
¡Qué va! Si no lo sabía. Eso me lo dijo alguno más tarde.
Ser maglia rosa fue el sueño incumplido de Marino.
¿Sí? Yo no vi correr a Marino, era muy pequeño, pero sé que en el Giro lo hizo muy bien.
Con Marino comparte usted origen ciclista. Ambos crecieron en la Sociedad Ciclista Amorebieta al abrigo de Marcos Gerediaga, que murió dos días antes de que arrancara el Giro en Nápoles.
Es cierto, me enteré cuando ya estaba allí, en Italia. Una pena que no me viese de rosa. Yo no tuve mucho contacto directo con él, pero sí que le hubiese hecho ilusión ver de líder a un chaval que ha crecido en la Sociedad de Amorebieta.
Al rosa sumó días después en Ivrea el éxito de una etapa. ¿Qué momento le llenó más?
El de la etapa, sin duda. Cuando iba llegando a meta miraba hacia atrás, veía el hueco y sabía que iba a ganar. Estaba seguro, pero no sé por qué. Era una intuición. Arri (José Luis Arrieta) me decía por el pinganillo que me lo creyera, que era el más rápido. Y me lo creí.
Tuvo tiempo hasta de preparar la dedicatoria: juntó los dedos índices en el cielo e hizo la 'X' de Xavi Tondo.
Fue como cerrar una etapa. Esa dedicatoria es algo que llevaba mucho tiempo queriendo hacer y me ha costado conseguirlo más de lo que deseaba. Antes de ir al Giro estuve en Sierra Nevada y pasaba todos los días frente a la puerta del garaje donde murió Xavi. El último día dejé una gorra firmada y una vela encendida. Antes no quería volver, pero decidí que tenía que hacerlo. Creo que enfrentarme a ese recuerdo me ha ayudado a ser más fuerte y a cerrar ese capítulo de mi vida.
¿Le pone alguna pega a su Giro?
Igual que yo quería estar más arriba en la general. He acabado octavo, pero si no hubiese fallado en las cronos podría haber hecho sexto.
¿Qué le ha llamado la atención?
Nibali. Su superioridad, su seguridad, su tranquilidad y su saber estar.
Tiene 27 años y su carrera siempre ha sido ascendente. ¿Dónde cree que está su techo?
Tengo que seguir mejorando resultados. Lo que más me preocupa ahora son las cronos largas, mejorarlas. Tengo que ser mejor, pero esto me ha dado confianza.
¿Qué le queda de temporada?
Sobre todo, la Vuelta.
Esta temporada no, ¿pero el Tour no le llama para el futuro?
Después de terminar este Giro le dije a Eusebio que tenía un sentimiento especial por esta carrera. Después de haber sido maglia rosa y ganar una etapa, algunos tifosi salían con carteles animándome y eso me hizo sentirme muy a gusto. En el Tour he estado una vez, no me salió muy bien y tampoco me apetece mucho.
Termina contrato este año con Movistar.
Sí, pero aquí estoy muy bien.