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El puño de la liberación

El Bilbao Basket recupera su solidez defensiva y bate con autoridad al Gran Canaria, su rival copero Mumbrú, notable, comandó las operaciones en un equipo que ofreció una imagen más ilusionante

El puño de la liberaciónEFE

bilbao. Fue el puño de la liberación. Lo sacó a pasear encorajinado, en claro gesto de celebración y rabia descargada, Axel Hervelle cuando un triple lateral salido de su muñeca cerró un parcial de 10-0 en la apertura del tercer cuarto para colocar al Bilbao Basket con un 49-36 en el luminoso. El ademán, repleto de furia, colérico, parecería más propio, en circunstancias normales, del festejo de una canasta ganadora sobre la bocina, de una acción a vida o muerte, pero los hombres de negro buscaban ayer redención, extraer de sus cuerpos y de sus mentes los recuerdos de la dolorosísima y apabullante derrota sufrida el martes en Riga y esa mueca del ala-pívot belga, ese rabioso puño cerrado acompañado de un grito y de un rostro rebosante de ira, no era más que la exteriorización de lo complicados que han sido los últimos días para los de Fotis Katsikaris y del deseo de dar la vuelta a una situación adversa que ayer vivió su primer paso con una victoria de mérito ante un rival, el siempre peligroso Gran Canaria, que no bajó los brazos hasta el final.

Soltó lastre el Bilbao Basket y lo hizo aferrado al que siempre ha sido su rasgo diferenciador, la base de su ideario: la defensa. Con una reactivación plausible de su labor de retaguardia, mucho más sólida, eficaz y activa que en los últimos compromisos, los anfitriones superaron el examen que planteaba la visita del conjunto de Pedro Martínez, su rival de cuartos de final en la Copa de Gasteiz -el trofeo de campeón asistió en primera fila al partido durante los dos primeros cuartos- y, para redondear la tarde, recuperaron el basket average, que puede tener importancia capital en caso de empates. Las piernas de los hombres de negro recuperaron ayer parte del brío y de la agilidad perdida en esta fase de bache físico y ello ejerció de correa de transmisión para que el colectivo recuperara revoluciones y el juego fluyera con más naturalidad y orden, sobre todo en la parcela defensiva. Los de Katsikaris achucharon, metieron manos por doquier, obstaculizaron líneas de pase, provocaron pérdidas y no permitieron al Gran Canaria jugar con placidez. Opositaron a la remontada los insulares a base de bombardear desde la larga distancia, pero la situación estuvo bajo control para una retaguardia que únicamente flaqueó a la hora de cerrar el rebote defensivo, algo que tampoco es nuevo en el capítulo de debes del equipo.

Y con la seguridad de contar con su aro bien defendido, el Bilbao Basket encontró argumentos y soluciones para suministrar puntos a su casillero. Hubo momentos más o menos brillantes, fases en las que se tuvo más o menos fluidez a la hora de encontrar posiciones para anotar, pero en líneas generales el rendimiento en ataque ganó también en sostenibilidad, cimentado en la solvencia y sangre fría de su cuerpo de veteranos. Álex Mumbrú, otro de los que no escatimó en gestos de rabia tras sus acciones positivas, lideró las operaciones, perfectamente escoltado por Axel Hervelle, Raúl López y Roger Grimau. Precisamente fueron estos cuatro jugadores, con tablas para dar y para regalar, los que anotaron todas las canastas en juego del equipo en el último cuarto, cuando el Gran Canaria amagó con llevar el susto a la grada del Bilbao Arena a base de triples. Su temple, experiencia y acierto en los momentos más calientes fue vital, como antes lo fueron las buenas rachas anotadoras de Lamont Hamilton o el notable trabajo defensivo de un Kostas Vasileiadis que suplió su desacierto en el lanzamiento con enormes dosis de actividad y energía en labores más oscuras.

A fuego lento Sin embargo, fue el Gran Canaria el que mejor le cogió el aire a la contienda en su fase inicial. Con ataques muy bien ejecutados, un notable acierto desde la línea de 6,75 y su facilidad para capturar rechaces ofensivos, los insulares lograron las primeras rentas ante un rival que no acababa de carburar y que tenía en las penetraciones de Raúl López -el de Vic protagonizó dos acciones de canasta más tiro libre adicional en poco más de cinco minutos- su principal arma. El Bilbao Basket se las arregló para equilibrar el marcador en el final del primer acto (22-22) pero le seguía costando resolver la ecuación que planteaba la contienda. Demasiada insistencia en mandar a Mumbrú al poste bajo, muchas faltas en defensa... Sin embargo, dos triples de Vasileiadis y Moerman oxigenaron al equipo y encontraron continuidad en la superioridad de Rakovic sobre el gigantesco pero aún verde Tavares, por lo que los hombres de negro, con energías renovadas, llegaron en ventaja al ecuador (39-36).

Y lo mejor estaba por llegar. Con una intensidad defensiva que recordó por momentos a la de las grandes citas, Mumbrú desatado y rabioso en ataque y el triple de Hervelle que sirvió para que sacase su puño a pasear en forma de celebración, los locales enlazaron un parcial de 10-0 que dibujó un 49-36 celebrado por todo lo alto por el público, deseoso de empujar a los suyos. Se revolvió el Gran Canaria de la mano de Brad Newley, su mejor jugador ayer, pero unos notables minutos de Hamilton permitieron controlar la situación hasta los diez minutos finales (59-50). Opositaron los insulares a la remontada fiando su suerte a los triples y llegaron a amenazar con un 63-60, pero los veteranos del cuadro local tiraron de galones. Grimau ofreció soluciones, Raúl dirigió con pulcritud, Hervelle aportó el pegamento y Mumbrú, sublime y multiplicado en cancha, colocó la sabrosa guinda de una victoria bien trabajada y liberadora.