plentzia. Su nombre es tan respetado como temido y su inclusión en cualquier lista de participantes asegura el éxito de cualquier prueba de montaña. A sus 40 años, con más de una década de suelas desgastadas y con todas las medallas posibles colgadas del cuello, Agustí Roc puede parecer demasiado veterano como para aguantar 30 kilómetros de máxima exigencia, pero ayer demostró una vez más que la motivación supera la barrera de la edad. El atleta catalán acudió a la séptima edición de la Kosta Trail con el cartel de favorito, sus tres campeonatos del mundo en las Buff Skyrunner World Series -campeonato anual internacional que alcanza una altitud de al menos 2.000 metros- le avalan; y no defraudó. Roc destacó sobre los tres millares de inscritos, todo un récord de participación para la prueba vizcaina, y voló sobre la marea amarilla, color de la camiseta del evento, pulverizando la barrera de los cinco minutos por kilómetro. "Tener a Roc entre los participantes le da mucho prestigio a la prueba", se rumoreó entre los marchistas que decidieron tomarse la Kosta Trail con más tranquilidad. El atleta catalán fue la verdadera atracción de la mañana de ayer y tan solo Mikel Fernández de Gamboa, que subió al segundo escalón del podio, pudo perseguir su sombra.
A pesar de ser una carrera de montaña, la VII Kosta Trail comenzó sobre asfalto y con un ritmo muy lento hasta la exigente subida a Munarrikolanda, cuando los novatos comienzan a percatarse de que correr por raso no es lo mismo que hacerlo a través del monte. A partir de ahí, el terreno sobre el que pisaron los corredores fue variado: arena, tierra, hierba, cemento... y barro. Menos del esperado pero suficiente como para provocar algún que otro resbalón en los complicados repechos. Y es que cuando los atletas encararon la costa, el cielo del litoral vizcaino se tiñó de un gris oscuro que hizo pronosticar los peores augurios, aunque finalmente la lluvia respetó el evento, al menos hasta que los primeros atletas cruzaron la meta. Después, las precipitaciones hicieron acto de presencia transformando la llegada de los más rezagados en una aventura épica.
Fueron los corredores amateurs los que más sufrieron la rigurosa prueba, que tiene como momento cúlmine la subida al faro de Gorliz. El último piso que subir, el escalón definitivo sobre el que peligrará la integridad de los gemelos ya cargados. El momento más duro pero a la vez el que mejor paisaje ofrece, aunque muchos de los participantes ni se dieran cuenta: "Son vistas muy bonitas, pero como vas pensando en recuperar no las disfrutas del todo", admitió Asier Frías, tercer clasificado, una vez hubo recobrado el aliento tras la carrera.
La prueba femenina, al igual que en los hombres, tuvo un líder claro. Montserrat Vázquez repitió un triunfo que ya logró en la edición pasada. La atleta bilbaina hizo honor al dorsal que portó -con el número uno- y cruzó la línea de meta con la mandíbula casi desencajada por la gran sonrisa que lucía en medio de su cara de asombro: "Me ha costado, ha sido una carrera muy dura, pero ha estado muy bien", felicitó Vázquez al término de la prueba. En el podio, junto a ella posaron Silvia Trigueros, segunda a más de diez minutos de la bilbaina, y Nuria Álvarez, que se jugó el tercer puesto al sprint con Saioa Elaso.
Los marchistas "En esta edición ha habido mucha gente y en ocasiones nos taponaban, pero siempre nos animaban mucho", admitió Montserrat Vázquez. El récord de participación se dejó notar durante todo el recorrido y es que en paralelo a la carrera se sucedieron la marcha de montaña y la marcha familiar, coincidiendo todas en el camino en varias ocasiones. De esta forma, el carácter competitivo de la Kosta Trail se entremezcló con el colorido y la diversión que grupos de amigos, familias e incluso perros se encargaron de aportar. Y ninguno cesó de aplaudir y jalear a los valientes que se atrevieron con los 30 kilómetros de una original prueba que siempre mira hacia el mar.