BILBAO. No puede haber lugar para la tristeza. ¡Cómo va a haberlo con lo alucinante que ha sido el viaje, con lo grata que ha sido la experiencia de ver a un equipo debutante, rebosante de ambición e ilusión, batirse el cobre con los gigantes de la competición continental! No, no puede haber caras largas. Quizás una pequeña tristeza momentánea antes de ordenar todas las sensaciones, todos los recuerdos para la historia que ha dejado en Bizkaia ese sueño llamado Euroliga que ayer tocó a su fin. Ansiaban los hombres de negro prorrogar esta fantástica singladura, llevar la eliminatoria a un quinto partido en tierras moscovitas que habría sido ya la madre de todas las batallas, con la quimérica Final Four a la vuelta de la esquina, pero no pudo ser. Y no fue por no intentarlo. No, en absoluto. El Gescrap Bizkaia estuvo a la altura de las circunstancias ante el mejor equipo continental en todo lo referente a la entrega y al ardor guerrero, pero en muchas fases del duelo le abandonó el acierto, ese imprescindible compañero de fatigas que le llevó en volandas en su maravillosa exhibición del miércoles y que ayer hizo acto de presencia con demasiados dientes de sierra.

No puede haber lugar para la pena. Es imposible. ¡Como van a sentir eso los 10.014 componentes de la marea negra que ayer convirtieron el Bilbao Arena en el infierno más volcánico de la historia si sus héroes, sus guerreros, nunca entregaron su alma hasta el último suspiro, si los pupilos de Fotis Katsikaris, huérfanos de Marko Banic desde el descanso por una lesión de rodilla y con el criterio arbitral arrimándose a los galones moscovitas, tuvieron los arrestos suficientes de remontar una desventaja de 14 puntos en el último cuarto y poner un nudo en la garganta del todopoderoso CSKA! Y es que esa increíble conexión que se ha formado entre el público y el equipo, esa bendita locura en la que se han convertido los partidos de baloncesto en Bilbao, estuvo a punto de propiciar una voltereta histórica que al final se quedó en el limbo, con Teodosic anotando dos tiros libres con una increíble frialdad entre el ensordecedor griterío de la grada (70-73) y Jackson fallando a posta el segundo de los suyos a dos segundos del final, buscando un milagroso rebote ofensivo que al final acabó en las manos de Andrei Kirilenko, un auténtico jugadorazo (23 puntos, 29 de valoración) y un extraordinario deportista que nada más sellar el pase de los suyos a la Final Four dedicó una ovación de 360 grados desde el centro de la pista a todo el Bilbao Arena.

Ese gesto de la superestrella de la competición dignifica al guerrero caído con honor en el campo de batalla, a ese grupo humano que sabedor de su inferioridad en la lucha cuerpo a cuerpo utilizó su fe, su empecinamiento a la hora de derrotar a la lógica, como luz a seguir en su intento de derribar al más mayúsculo de los gigantes. Ese guiño del zar Andrei aportó más emotividad aún a una eliminatoria grabada ya a fuego en las retinas de la marea negra, esa que utilizó lo poco de salud que les quedaba a sus cuerdas vocales -¿les podía quedar fuerza aún después de todo lo que animaron?- para pedir a sus jugadores que no rumiaran cabizbajos y en solitario la derrota en un frío vestuario, que regresaran a escena para recibir el justo reconocimiento a su trabajo. ¿Puede haber belleza en una derrota? Tendrá que pasar algo de tiempo para valorarlo en su justa medida.

Si algo ha dejado claro esta eliminatoria es la capacidad del Gescrap Bizkaia de plantar cara a cualquier enemigo que se cruza en su camino. Cuando el acierto respaldó su inquebrantable fe, superó al CSKA. Cuando los balones se empeñaron en estrellarse contra el aro, se agarró con uñas y dientes a su sueño. Los que avanzaron un paseo militar de los de Kazlauskas se equivocaron de cabo a rabo, no valoraron en su justa medida a un equipo que se ha sabido ganar el respeto y el aprecio de muchos amantes de este deporte. Ocurre siempre que se enfrentan David y Goliat y el pequeño es capaz de aguantar la mirada del grande sin pestañear, cuando un equipo es capaz de resistir el vendaval del primer duelo en Moscú y va creciendo poco a poco hasta obligar al poderoso a poner toda la carne en el asador para salir triunfador. Porque eso ha sido lo que han hecho los hombres de negro, aferrarse a una ilusión de la que los rusos solo fueron capaces de fulminar dando lo mejor de sí mismos. ¿Paseos militares del rival en Miribilla? El infierno no es un lugar propicio para esas alegrías.

Y eso que, lamentablemente, desde el primer cuarto quedó claro que el Gescrap Bizkaia no tenía ayer la alegría y el tino ofensivo del miércoles. Los triples no encontraron red, la batería exterior funcionaba a cuentagotas y los ataques se embarullaron, circunstancia que aprovechó el CSKA para blindar su zona y castigar cada error del rival con una canasta sencilla. Así, desde el 9-9, los anfitriones se vieron obligados a remar en contra de la corriente ante un rival que, además, jugaba ya sobre aviso de lo que le podía ocurrir si levantaba en algún momento el pie del acelerador. Con Krstic, Khryapa y Kirilenko enchufados, los de Katsikaris no encontraron la continuidad necesaria para volver a equilibrar la balanza. El 28-39 al descanso colocaba nubarrones en el horizonte bilbaino, pero Jackson, Hervelle y Fischer demostraron en la reanudación que no iba a haber bandera blanca.

Otro final de infarto Los hombres de negro, con más garra que acierto, luchando muchas veces contra los elementos en forma de injustos criterios arbitrales, no abandonaron su empeño de complicar la vida al rival, aunque un triple de Gordon y la clase de Kirilenko colocaban el 49-63 a 7:53 del final. ¿Se acabó? En absoluto. Jackson y Vasileiadis engatillaron por fin desde la larga distancia y el 57-63 devolvió la posibilidad de soñar a la grada. El de Hartford, que ayer volvió a jugar enfermo, se echó el equipo a sus espaldas y propició otro final de infarto, otra sentencia desde la línea de tiros libres que estrechó el luminoso hasta el 70-71 a siete segundos del final. Con Miribilla más caliente que nunca, a Teodosic no le traicionó la muñeca, mientras que a dos segundos del final Aaron apostó por fallar su segundo lanzamiento buscando un milagroso rebote ofensivo que nunca llegó. Finalmente, sonó el despertador.

1Lesión de Banic El Gescrap Bizkaia se vio privado del concurso de uno de sus principales puntales durante los dos últimos cuartos por culpa de una lesión de rodilla tras hacer un mal gesto en el segundo acto. Es duda para el duelo de mañana contra el Gran Canaria.

2Tiro exterior Ganar al CSKA Moscú con un pobre 22% en triples (5 de 23) es muy complicado. Los pupilos de Kazlauskas aprovecharon el desacierto exterior del rival para blindar todavía más su zona.

3Exigencia Para dejar claro lo mucho que exigió el Gescrap Bizkaia a su rival basta con destacar que el técnico lituano tuvo que exprimir a sus primeros espadas. Andrei Kirilenko jugó 38 minutos, Viktor Khryapa 36 y Nenad Krstic 33.