BILBAO. El himno de la Euroliga sigue sonando en el Bilbao Arena gracias a otra gesta del Gescrap Bizkaia, que ha querido estirar todo lo posible su camino en la Euroliga y ayer con una actuación prodigiosa demostró que estos rusos del CSKA Moscú son grandes y fuertes, pero también humanos. El I feel devotion, transformado en I feel Bilbotion, atronará mañana de nuevo. Esta sí será la última vez en Bilbao, qué remedio, pero quién sabe si el trayecto de los hombres de negro no va a continuar.

Fotis Katsikaris y sus jugadores se propusieron seguir soñando y lo lograron durante una primera parte impecable en ataque en la que anotó desde la media y la larga distancia, con movimientos sencillos que hicieron daño a un CSKA Moscú que quizás esperaba que enfrente se levantara la bandera blanca, que firmaran la rendición. No porque a este Gescrap Bizkaia hay que arrancarle todo de las manos porque nada regala. El 3-9 anunciaba nubarrones en soleado día de Bilbao, pero Vasileiadis empezó a meter y los bilbainos se colocaron en un esperanzador 19-11.

Solo tres minutos de errores permitieron a los rusos reaccionar y ponerse por delante con un parcial de 4-13. Las faltas volvían a hacer mella en la defensa bilbaina, con los dos pívots con tres faltas al descanso, pero la actividad y la concentración eran enormes y los hombres de negro lograron sobreponerse para volver a colocarse con una renta de 45-36 en unos minutos excelentes de Banic.

Jonas Kazlauskas movía su banquillo en busca de soluciones inhabituales, provocadas porque sus jugadores desprendían un cierto aire de suficiencia nacido de los dos triunfos sumados en Moscú. Krstic, infalible dentro de la zona, y Kirilenko mantenían el nivel, pero esta vez era insuficiente para superar a un Gescrap Bizkaia muy puesto en la tarea, pese a los problemas físicos que afectaron a Jackson antes del choque y a Mumbrú durante el mismo.

La cabeza manda y nadie quería abandonar un partido como ese. Se cumplían las premisas: meter los tiros, defender a muerte y, esta vez sí, dominar el rebote. La confianza fue creciendo, lo mismo que el deseo de aguantar todos los golpes y a agarrarse al parqué en busca de otra oportunidad en una eliminatoria histórica. Y el inicio del tercer cuarto fue clave para que el Gescrap Bizkaia -y con él el infierno literal en que se convirtió el Bilbao Arena- se convenciera de que la hazaña era otra vez posible.

Un parcial de 9-3 puso la renta de los bilbainos en trece puntos (56-43) y el CSKA empezó a darse cuenta de dónde se había metido, de que tendría que quedarse en Bilbao un par de días más. Ni siquiera una técnica a Mumbrú hizo tambalearse al Gescrap Bizkaia, que jugó con extraordinaria inteligencia todo lo que quedaba de partido y llegó a gustarse en el tramo final. Incluso, con la diferencia rozando los 20 puntos, los hombres de negro se deleitaron mientras a su alrededor la gente se pellizcaba y cambiaba de planes. Mañana hay que volver a Miribilla.