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Gatibu, agur kapitainak

El grupo euskaldun se disuelve ante 45.000 fans en un BEC rendido y arropado por múltiples colaboradores

En imágenes: multitudinario último concierto de GatibuOskar González

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Tal y como anunciaron,Gatibu se han ido “en alto”, haciendo ruido, rodeado de colegas y seguidores, con 45.000 corazones incendiados de emoción y bombeando melodías y electricidad en euskera en tres conciertos ofrecidos en el Bizkaia Arena del BEC. Hubosonidazo, fuego, videos, confeti, colaboradores varios según las jornadas, agradecimientos múltiples, alguna que otra lágrima, ikurriñas desplegadas y pasión, energía y entrega a raudales aunque las triunfadores fueron las canciones, himnos como Euritan dantzan o Zeu, zeu, zeu! que pervivirán, cautivas del aficionado vasco, a pesar de la disolución del grupo.

25 años, 10 discos, decenas de canciones, mil noches compartidas con sonrisas de oreja a oreja o lágrimas de alegría, y piernas cansadas por el baile del rock compartido en bizkaiera… Ya no tan jóvenes y, seguro, que no tan locos –ni ellos ni sus fans– pero siempre, siempre, con el corazón inflamado y ardiendo de pasión. Ese es legado de Gatibu, como se ha demostrado estos días en sus tres bolos previos a la disolución, en los que han congregado a tres generaciones, txikis incluidos, en un BEC abarrotado y deseoso de caña y melodías fáciles y accesibles, de esas que sobreviven al presente y, por lo tanto, nunca se convertirán en pasado.

El trío superviviente, Alex, Haimar y Gaizka, ampliado en los últimos años por la guitarra de Xabi Bengoa y el bajo ya asentado de Javi Alzola, hijo del saxofonista Javi Fitipaldi, arrancó fuerte con la declaración de principios de Bixotza suten –con ese verso: “no tenemos mucho tiempo por delante”–, enmarcado en un enorme escenario con dos alturas bañado en luces de rojo infernal y un corazón palpitando en las pantallas laterales redondas. Al fondo, el lema de la gira: Agur Esan Barik.

La gente sintió el impacto, que se amplió con el correoso Lorak eskeintzen y el primer solo de Haimar, elegante con su sombrero y chupa de cuero, pero apostó por dosificar una entrega que se alargó durante dos horas y media repleta de himnos y sorpresas. La primera llegó pronto el viernes (se retrasó ayer, antes de Kalekatue), con la interpretación de los primeros versos de So payaso, de Extremoduro, en homenaje al fallecido Robe, que Alex, de negro, sobrado de voz y fiel a sus pasos robóticos, unió con ese Mila doinu aidien que compartieron en el estudio de grabación.

En imágenes: multitudinario último concierto de Gatibu

Y no tardó mucho en llegar la segunda, con la presencia de Bengo en Zoramena con sus fraseos rapeados, su chándal callejero y sus pasos de break dance justo después de abrirse las puertas de un gozoso infierno con Inpernuen ate joka. El quinteto fue ampliando sus miembros con las aportaciones puntuales a las percusiones de Jorge Pachecoy un trío de metales compuesto por Gari Badiola, Urtzi Martín y Mikel Piris, que se estrenó con Pailazo y ese ritmo molón y juguetón que siempre nos recuerda el The Passanger de Iggy Pop.

El Big Bang Interrumpido en dos ocasiones con declaraciones de periodistas, deportistas y fans, algunos latinos e italianos, que ligaron a Gatibu con la familia, la calidez, la vida, la fuerza, el impulso de seguir adelante y la terapia personal, el recital se calentó con la peña con ganas de vivir y disfrutar el momento cuando sonaron Bizitxeko gogoa –rapeado en parte– y, sobre todo, el rock´n´roll directo Zumarragoko trena, con apoyo de los exguitarristas del grupo Arkaitz Ortuzar (viernes) y Javier Lacalle (anoche).

Hubo un momento acústico engañoso cuando sonó Nire ondoa bazina con cajón flamenco con ruedas, tocado con escobillas y los móviles alumbrando la oscuridad, pero el acelerón definitivo llegó con el bailable Bang bang txiki txiki bang bang, con Alex emulando en su pose chulesca a Tony Manero, bola de espejos discotequera, efectos pirotécnicos, bajo saltarín, los metales empujando y con tantos saltos arriba como debajo del escenario.

Desde entonces, se vivió una tormenta de emociones y cantos desaforados. Después de Ez dot sinisten, que dejó un halo de esperanza en el aire y gritos de “Palestina askatu” ante la imagen del video que unía la bandera del país con el Guernica de Picasso, llegó un nuevo invitado, Tom Bulego, quien, sobrado de voz, compartió con Alex la muy coreada balada Urepel, que acabaron frente a frente y cantándose “benetan maite zaitut”.

Con la sección de metales de nuevo en el escenario, el bajo juguetón y otro amago rapeado vistieron la divertida Salto!, con miles de fans buscando el techo del pabellón. En tal fiesta no podía faltar la sexual Eztanda egin arte, a la que le “dieron duro”, con el BEC patas arriba ante la presencia de la actriz y cantante Itziar Ituño y lo que nos pareció un guiño incluido a Lady Gaga. En ese momento, el confeti llovido del cielo se unió a la fiesta al sonar los “eoeo eoeo” de Gabak zerueri begire, que Haimar interpretó con la guitarra construida por los alumnos y docentes de la EHU después de defender la enseñanza pública.

En imágenes: multitudinario último concierto de Gatibu

Fue el momento de los últimos invitados: Iñaki Plaza, cuya triki y el protagonismo de Gaizka a la batería, hicieron cabalgar un Loretxoa de aires country que anoche tuvo como vocalista invitado al histórico Niko Etxart, que tiró de chuleta para no olvidar la letra, y la ya excantante de La Oreja de Van Gogh Leire Martínez, rotunda de voz, presencia y ganas al interpretar Aske maitte –libres en el amor y la vida– con el apoyo de cuatro bailarines. Y la fiesta se puso emotiva cuando, con arreglos de ranchera, sonó eseAgur kapitaina que el grupo dedicó a su bajista original fallecido, Mikel Caballero, que encogió el corazón del pabellón; y más tras los versos improvisados, cual bertsolari, de Alex sobre su trayectoria, la música y la vida vivida en libertad.

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Brindis

Los tres Gatibu se tomaron un txupito en memoria de Caballero, que repitieron en el bis, en este caso con champán al interpretar Gora kopak, atronadora y cercana al rock duro, entre agradecimientos y con Alex emocionado hasta el llanto. El viernes, el cantante respondió a la invitación del público para entonar Hator, Hator con el puño en alto y un final Gora Euskadi Askatuta. La recta final, su última locura, tardará en olvidarse, con el vocalista, chulesco, fumando y desafiando los carteles –Ez erre– el viernes al interpretar Zeu, zeu, zeu!, con Haimar maltratando la guitarra a lo Jimi Hendrix y Pete Townsend, y anoche con Alex, roto de emoción, rodilla en tierra y ondeando una ikurriña. El final llegó con los cantos, saltos y bailes entre paraguas de Euritan dantzan y el gritado Musturrek sartunde, ya todos cansados y entregados, pero felices y cautivos. Agur kapitainak, beti arte.