Las puertas del mítico Hotel California (Elektra. Warner Music) siguen abiertas y acogiendo nuevos clientes que se van sumando a la escucha de uno de los discos más míticos y vendidos del rock. El trabajo de los estadounidenses Eagles, famosos por su fusión de sonidos country y rock, cumple 49 años este lunes, día 8 de diciembre, y ha superado los 42 millones de copias gracias a su canción homónima y temas como la sensible balada New Kid in Town o las rockistas Victim of Love y la metafórica Life in the Fast Line, temas que resumen una época musical y social, y que siguen vigentes en el siglo XXI.
Este lunes, 49 años y más de 42 millones de discos vendidos después, Hotel California se muestra como una de las grandes obras maestras del rock, tanto por su contenido como por su impacto comercial. De hecho, cuenta con la certificación de 26 veces Platino en Estados Unidos. Debido a la reciente reclasificación que incluye ventas en streaming, este álbum de 1976 ocupa el tercer puesto en el ranking de discos más vendidos en USA, superando al propio Michael Jackson, según datos de la Recording Industry Association of America (RIAA)
Hotel California es un disco esencial para entender la historia de la música popular del siglo XX y su continuidad en el actual, ya que no se podría comprender la vigencia actual del reciente country alternativo y la Americana sin la aportación de los vaqueros Eagles. Su influencia viaja desde coetáneos como Jackson Browne y The Doobie Brothers, a músicos actuales como Brooks & Dunn y Zach Bryan, que visitará Donostia en 2026. Todos ellos se han rendido ante la maestría de la banda para fundir rock y country, y su prestancia en las armonías vocales y el uso de las guitarras.
Amanecían los años 70 cuando surgía el grupo en la ciudad de Los Ángeles, siempre liderado por Don Henley (78 años, cantante, batería y multiinstrumentista) y Glen Frey (cantante y fallecido hace casi 10 años). Su propuesta fue tan sencilla como certera: la simbiosis de las raíces folk y country con las encantadoras melodías de la California hippie, dando un paso adelante en la huella abierta por Gram Parsons, de la mano de su amigo Jackson Browne. Les bastaron seis discos en una década, hasta su disolución en 1980, para convertirse en uno de los grupos más influyentes y vendedores de todos los tiempos.
La llegada del punk les barrió, pero sus canciones han sobrevivido y su influencia ha aumentado con el siglo XXI con la vigencia del rock de raíces USA. Eagles debutaron con un disco homónimo, al que siguieron Desperado y One of these nights. Ahí decidieron bajarse de su caballo metafórico y su música se tornó más urbana y electrificada con su cuarto disco, Hotel California, editado a finales de 1976 y el que supuso el bautismo del guitarrista Joe Walsh tras la salida de Bernie Leadon.
Canciones inolvidables
Aunque existe un hotel homónimo en Todos Santos, en México, la icónica portada del disco es la del Hotel Beverly Hills. El grupo volcó en su contenido su "visión agridulce" sobre la sociedad estadounidense (y, por ende, la mundial) del momento desde las ventanas de un hotel que representa metafóricamente el mundo de las drogas –ese hotel “tan adorable”, pero del que “nunca puedes irte”, cantan- y los excesos del rock.
“El disco trata sobre el lado oscuro del sueño americano y sobre los excesos, algo que conocíamos”, confesó Henley en su día. En sus canciones, de corte conceptual y vigentes en su visión del materialismo y la decadencia social, también se perciben versos sobre el fin de la inocencia, la adicción a las drogas, la muerte, las tentaciones, la fugacidad de la fama y las relaciones turbulentas, tanto entre la pareja como en el ámbito de la amistad, miembros de la banda incluidos.
En el álbum contrasta la delicada New Kid in Town, con sus fantásticos arpegios de guitarra, con la fiereza eléctrica y rockista de temas como Victim of Love y Life in the Fast Lane, propulsadas por las seis cuerdas de Walsh, la segunda de ellas con otro texto esclarecedor: “la vida en el carril rápido sin duda te hace perder la cabeza”.
Y conviene revisar el arreglo orquestal y aire blues de Wasted Time; la esperanzada y acariciante Try and Love Again o esa joya escondida en el cierre, The Last Resort, donde se critica, a lo largo de siete minutos de emotividad épica y desarmante piano, la cruenta conquista del oeste americano y el falso paraíso que trajo. Existe una versión ampliada del álbum, que se ha remasterizado en varias ocasiones para mejorar su sonido, con una decena de canciones en directo e inéditas grabadas en octubre de 1976 en el Forum de Los Angeles con cortes del disco y de clásicos.