En un giro inesperado al clásico, Guillermo del Toro no limita su labor a adaptar el mítico relato de Frankenstein o el Prometeo moderno de Mary Shelley: lo reinventa para convertirlo en una obra visual de alto voltaje. La película, estrenada el pasado mes de octubre, ya está disponible en Netflix desde el 7 de noviembre.
La estética es tan cuidada que cada escena bien podría colgarse en una galería como la que hemos elaborado para que os hagáis a la idea de la poesía visual de la cinta. Del Toro mezcla el expressionismo alemán, la estética gótica y una composición pictórica que remite expresamente a maestros como Rembrandt van Rijn, Francis Bacon y Caravaggio.
Los cuerpos aparecen distorsionados, la luz importa tanto como la oscuridad, y la simetría ha sido abandonada para generar un ambiente de culpa, arrepentimiento y fragilidad humana. El resultado no es solo una película de terror más: es arte en movimiento. En las redes sociales ya se debaten los detalles: ¿ese claroscuro es más Rembrandt que Bacon? ¿La mala simetría recuerda a Caravaggio?
Un Jacob Elordi, brillante
Y en Bizkaia, muchos reconocen un toque especial al ver a Jacob Elordi en un papel brillante y que convierte esta superproducción en una especie de orgullo cercano.
Para el público vizcaino, mirar “Frankenstein” es doble experiencia: por un lado disfrutar de un filme de alto nivel e internacional, y por otro, reconocer que “uno de los nuestros” está ahí, en el centro de la narrativa.
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