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Fito CabralesCantante

“Me quito el ego, como la chupa, al llegar a casa, para no ser un gilipollas”

El rockero bilbaino presentó ayer su actual disco, ‘El monte de los aullidos’ en una charla abierta en Euskalduna, en el ámbito de BIME

“Me quito el ego, como la chupa, al llegar a casa, para no ser un gilipollas”José Mari Martínez

Fito Cabrales mantuvo ayer un encuentro abierto al público en el ámbito de BIME, en Euskaduna, para hablar de su último disco, El monte de los aullidos (Warner). El rockero bilbaino, “el tío más querido de Bilbao tras Mocedades e Iribar”, según sus propias palabras, sacará a sus Fitipaldis de gira el 21 de noviembre en Santander. El tour cuenta con cuatro fechas en el BEC: 9 y 10 de enero, y 15 y 16 de mayo, con entradas para las dos últimas fechas. “La inspiración solo te da la primera palabra o acorde de la canción. Cuanto mas tiempo le dediques, mejor quedará”, explica el bilbaino.

Otros cuatro años… y disco nuevo.

No es mucho ¿no? Con el anterior llegó la pandemia. Ahora no ha pasado, así funcionan mis neuronas, a ese voltaje.

¿Ha sentido nuevamente el temor a quedarse seco, sin inspiración?

Sí, claro. Y si me preguntas, ahora te diría que no creo que vuelva a hacer otro. Pero sé que sí, por trabajo y ganas de contar cosas. Pero ese miedo siempre está ahí. Yo toco todos los días aunque sin responsabilidad, sin pensar que eso puede ser una canción. A veces escribo algo también...

Así empezó su viaje.

Exacto, tú lo has dicho. Y no lo he dejado, el 90% de lo que toco es diversión y me gusta jugar con los aforismos tras leer a Ramón Eder. Eso sí, hay un momento en el que decido escribir una canción nueva y voy al local a ello, no a jugar.

¿Cómo nota ese cambio?

No sé explicarlo, es una necesidad que surge cuando del juego van surgiendo ideas, muchas descartables, claro. Esas ideas pueden ser como una brújula que te llevan a sentir click en la cabeza.

¿Usa algún método concreto a la hora de componer?

Aparte de elevarte tres centímetros del planeta, no componer de oficio, como si estuvieras haciendo unas albóndigas a la jardinera, que, como sabes, me van a salir bien (risas). No tengo método ni consejo alguno, solo que, como todo en la vida, cuanto más tiempo le dediques, mejor quedará.

¿Es una falacia lo de la inspiración?

No. Existe pero solo escribe la primera palabra o da el primer acorde de la canción. El papel en blanco es un abismo, una galaxia, pero si tienes esa frase ya tengo un camino, un hilo del que tirar. Igual tardas que su puta madre o crees que tienes cuatro canciones y se convierten en una…. o ninguna. En la vida es todo así. Es como hacer una tortilla, te sale mejor si llevas haciéndola 10 años.

Eso es oficio, no inspiración.

Yo me siento encapsulado si llega la inspiración; entonces, me da igual todo a mi alrededor aunque solo sea capaz de hacer dos frases. Solo una vez en mi vida hice una canción del tirón, en una noche, Corazón oxidado. Me asusté tanto que la enmarqué y se la regalé a un amigo. Lo normal no es eso, nunca me ha vuelto a pasar. Yo no soy un escritor de verdad, yo hago canciones y todas las letras deben ir en paralelo a la música.

¿Sigue sufriendo más con los textos?

Mucho más. Toco todos los días, pero no escribo a diario porque tengo menos oficio. Me faltan los recursos del escritor, yo solo hago letras de canciones. Además, no escribo libre, me tienen que cuadrar con la melodía, sonar bien fonéticamente… De todas formas, es algo maravilloso. Yo escribo pensando que lo voy a cantar porque a veces me han recitado algo mío… ¡y madre mía!

¿En qué paraje metafórico sitúa ese monte que da título al disco?

Yo escribo centrado en contar algo de verdad, no hago novela. ¿Ficción? Todo lo es. Bueno, el monte de los aullidos me ha valido como paisaje literario, me imaginé escapar, subir al monte, algo muy euskaldun, e ir a por canciones en lugar de setas. A veces recoges, otras plantas…

Habla de “cargas a la espalda”. ¿Signo de madurez?

¿Quien no las tiene? A mí me ayudan las imágenes al escribir, me permiten jugar. En este caso, las manos a la espalda, la punta de la lengua… Me dio un hilo conductor.

Hay rock, boogie, electricidad y ¿quizás más medios tiempos y baladas que en otros discos?

Hay dos partes diferenciadas: la primera con más energía y, a partir de La noche más perfecta, otra en la que vuelvo a ese terreno que me gusta tanto del medio tiempo a lo J. J. Cale, y donde los textos cobran más importancia, así como la melancolía. En el vinilo se aprecia: cara A y cara B.

¡Qué ‘viejuno’ suena!

Ya (risas). Artísticamente, el vinilo te permite abrir y cerrar dos caras. Eso lo valoramos mucho los músicos cuando elegimos el orden. Al final, es intuición.

Hay un instrumental,‘Ardi’, dedicado a su txakurra, pero falta la versión.

Esta vez no hay. ¿Qué pasó baby? Como decía Flaco Jiménez, que el pobre ha muerto. Me firmo una guitarra tras un concierto, ya algo perjudicado.

¿Todas sus canciones hablan de Fito?

Es lo que he hecho toda mi vida, ese es mi sentido. Salir a tocar, ir de fiesta, tener una banda y pensar que eres Led Zeppelin o los Stones, las drogas, las chicas, los fans… todo es divertido, está de puta madre, pero hay un momento que debe haber algo más. A mí no me vale, al rock´n´roll le pido mucho más que eso. Hacer canciones tiene que tener un porqué, es mi recompensa, me permiten expresarme.

O sea, es el cuervo que lo pasa bien pero se siente tan triste como afortunado.

Totalmente, si no fuera así, no lo diría (risas).

‘Volver al espanto’ es tremenda. Ese verso: “el horizonte en la pared”.

Muy heavy, sí. Salió al ver que no hay forma de avanzar. Todas las guerras están en directo, en el móvil, en la tele mientras comes. ¡Imagínate el desembarco de Normandía en el móvil hoy, viendo las tripas al aire! Dan ganas de poner una peli porno, algo más agradable (risas). A mí me espanta, y el peligro es que te acostumbras.

Aparece la verdad en dos canciones.

Falta hacer las cosas de verdad. La gente se informa a través de muchas fuentes y no todas buenas, pero tú sabes cuál es tu realidad, qué te sucede. Es necesario tener una opinión propia. Sé que la guerra no se acabará nunca, digan lo que digan los políticos. La gente debe informarse pero tiene que pensar, no dejarse convencer.

Canta “afortunado vorazmente por el éxito”

Viene de un aniversario de Celtas Cortos, cuando Diego Galáz (Fetén Fetén) me preguntó que cómo estaba y le dije: afortunado vorazmente. Fue como un chiste que me gustó y me acabé quedando. Esa frase me llevó a hacer la canción.

Otra se titula ‘Maldita suerte’. Va por ahí también.

En general, es la tónica, el denominador del disco. Claro que me siento afortunado haciendo lo que mas me gusta desde hace 30 años, y tengo una vida genial. Después de Mocedades y de Iribar me siento el tío más querido de Bilbao (risas). Pero con obligaciones. ¿Quién no las tiene? Hay veces que si no estoy bien no salgo de casa, no me atrevo. Si salgo, tengo que estar al 100%, no puedo rechazar a quien me pide un autógrafo y decir que me duele la cabeza. Me pasa pocas veces, cuidado. Afortunado vorazmente es una forma de decir no estoy muy bien, pero en tono de comedia.

¿Cómo combate el ego? ¿Cómo le ve Coyote, su hija pequeña, como un superhéroe?

No es fácil. El ego es necesario en este negocio, para hablar con la prensa y salir a tocar. Al igual que te quitas la chupa al llegar a casa, tienes que quitarte el ego. No sirve para nada. Estorba mucho y puede ser un arma en tu contra. Hace falta reflexionar, esforzarse y no dejarse llevar para no acabar siendo un gilipollas.

¿Ganas de gira?

Está todo ensayado, elegido el repertorio, los Fitipaldis ampliados con los Fetén Fetén, pero sin violín ni acordéon, ya integrados, con Diego tocando guitarras y Jorge al órgano Hammond… Haremos seis de este disco, alguna del anterior y las obligadas: Soldadito marinero, Antes de que cuente diez… Tocaremos rock´n´roll. Lo de los violines y acordeones ya lo haremos más adelante.