Desde hace unos años, la industria cinematográfica de Estados Unidos y la de otros países europeos cuentan en los rodajes con la figura de la coordinadora de intimidad. De hecho, surgió a raíz del movimiento #metoo tras las denuncias de abusos sufridos por algunas actrices por parte de Harvey Weinstein en 2017. El escándalo provocó una reflexión colectiva sobre el trato que recibían las actrices en Hollywood y enseguida se entendió la necesidad de contar con estos expertos y expertas para guiar a directores y actores en el set al filmar las escenas íntimas.
Ahora, el Gobierno español ha anunciado una reforma dentro del Estatuto del Artista la cual obligará, por ley, a todas las productoras de cine y televisión a incorporar esta figura en los rodajes de escenas sexuales. Hasta ahora, figuraba como una recomendación, pero no una exigencia legal. El objetivo es crear un espacio seguro en el que todas las personas que participen en la película se sientan cómodas y puedan expresarse con libertad si no están de acuerdo con algo.
Su aplicación pretende que por ley haya una persona especializada presente durante la preparación y grabación de cualquier escena íntima. Además, la empresa contratante deberá informar adecuadamente sobre esta figura y sus procedimientos desde la firma del contrato. Esta figura no dependerá de la voluntad del equipo ni del presupuesto de la producción, sino que será un requisito legal.
Experta bilbaina
La bilbaina Maitane San Nicolás lleva casi cuatro años encargándose de que las escenas de intimidad se rueden de forma adecuada. Ha desempeñado una profesión que no existía, para la que tuvo que formarse a contrarreloj y que todavía tiene detractores y escépticos.
La experta vasca está considerada como una de las mejores del Estado. Ha participado como coordinadora de intimidad en producciones estatales como Cristo y Rey, Reina roja o Poquita fe. Algunos de sus últimos trabajos son Pídeme lo que quieras, la película erótica basada en la novela homónima de Megan Maxwell, Todo lo que nunca fuimos, y El niño.
Junto a otras cinco coordinadoras en activo forma parte de una asociación que se reúne para dar a conocer esta figura a las productoras, generar unos protocolos adaptados a la industria española, y a la vez dar a entender y explicar “cómo no se puede ser coordinadora de la noche a la mañana, ya que es necesaria una formación porque es una materia sensible”.
Explica que en el Estado no hay ninguna escuela que conceda una certificación oficial en este campo. “Creo que formarse es necesario para poder realizar este trabajo con rigor. Que obliguen a incorporar esta figura en las escenas de vulnerabilidad es muy importante, pero faltan coordinadoras y coordinadores que tengan una formación adecuada. Solo hay unas pocas escuelas en el mundo que están acreditadas para conceder esta certificación”, asegura.
En su caso, se formó como actriz en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. También ha realizado una investigación personal a través de la psicología y el coaching personal. Comenzó su especialización en una escuela pionera que introdujo la figura en Estados Unidos y terminó su formación en Canadá, donde obtuvo la certificación.
¿Qué hace una coordinadora de intimidad?
Pero ¿qué hace una coordinadora de intimidad? “Medimos las escenas más vulnerables, en las que los actores o actrices puedan estar más expuestos. Nos encargamos de pactar, prevenir y organizar una coreografía que para fijar límites y frenar abusos de poder en el set, si los hubiera, permitiendo que el reparto delegue en nosotras cualquier incomodidad sin verse afectado por la presión del grupo o las prisas del ultimo momento. Las actrices, como siempre, están más expuestas y vulnerables aunque estas situaciones también afectan a los hombres que igualmente tienen pudor e inseguridades”, asegura la experta.
En la práctica, tratan a nivel personal con los actores y actrices implicados en las escenas más vulnerables, sean de sexo simulado, de desnudez o en las que se puedan sentir físicamente vulnerados. “Encontramos espacios de ensayo para marcar zonas de contacto, si es necesario coreografiar algún movimiento concreto antes de llegar al set para que esté todo ya hablado. También hablamos con la dirección, que nos da una información de cómo quiere ver esas escenas. Al final, somos como puentes entre el equipo artístico y técnico, y la dirección”.
Desnudos y marcar límites
En el casting, se informa ya si va a haber desnudez y de qué tipo se les va a pedir. “No significa que si firmo un contrato en el que no me importa salir desnuda, en todas las secuencias lo tenga que hacer. Por ejemplo, en un guion hay dos escenas de intimidad en las que clarísimamente hay un desnudo, pero ha pasado que el director o la directora les ha preguntado si les importa quitarse la camiseta o quedarse en bragas en otras. Para eso estamos nosotros, para analizar escena tras escena, sin que el equipo artístico se sienta presionado. Decir no a un director es muy complicado”, asegura esta experta.
Recalca que la ficción es un lugar de trabajo, “por eso utilizamos todo tipo de elementos aparte de esas conversaciones para marcar límites. Por ejemplo, la zona genital es un color rojo, no se toca; se marcan anclajes, coreografía para que esa zona nunca se toque, ni con ropa; colocamos barreras, nunca hay contacto piel con piel. Utilizamos a veces, como los bailarines, apoyos entre el muslo y la rodilla, ponemos cojines y elementos que no se ven en la cámara...”. Además, Maitane San Nicolás reivindica la posibilidad de comenzar el proceso desde el guion y terminarlo en la postproducción.