“De alguna manera sentía que unos lugares tan especiales como la central nuclear abandonada de Lemoiz, la plataforma petrolífera en alta mar o los bosques vizcainos me pedían una historia, una novela de misterio”, confiesa la escritora Alaitz Leceaga (Bilbao, 1982). De esa necesidad ha surgido La última princesa, la quinta novela de la autora de novelas superventas como El bosque sabe tu nombre, Las hijas de la tierra y Hasta donde termina el mar, con la que obtuvo el Premio de Novela Fernando Lara.
El thriller transcurre en los años 90 del siglo pasado y en él combina asesinatos misteriosos y referencias a ETA con rituales antiguos, excavaciones arqueológicas y leyendas con elementos de la mitología vasca y tumbas celtas.
La novela arranca cuando la protagonista, Nora Cortázar, jefa del departamento de Ciencias del Comportamiento de Interpol en Lyon, donde imparte clases sobre psicología criminal, regresa a Lemoiz para asistir al funeral de su madre. “Lo que no espera es descubrir un terrible asesinato que se relaciona con su pasado y con el pasado oscuro de su familia”, explica la autora.
Nora Cortázar tendrá que volver a reencontrarse con su padre, un famoso asesino, “el primer monstruo al que tuvo que enfrentarse”, describe Leizaga. Su visita coincidirá con el hallazgo del cadáver de una mujer en la central nuclear abandonada y, a partir de ahí, en un pueblo marcado por los secretos, sospecha que tras el asesinato hay más de lo que parece. Para resolverlo unirá fuerzas con quien fuera su primer amor, a quien la une un doloroso pasado.
“Yo nací en Bilbao pero conozco muy bien la zona, la central desierta, los bosques que la rodean, el mar cantábrico... Ahí sucede gran parte de la acción, los lectores descubren leyendas que todavía viven en estos paisajes, un lugar ideal para que surjan esos ritos ancestrales tan relacionados con el asesinato que Nora investiga en esta historia”, describe la escritora.
“Cazadores de monstruos”
La autora también define La última princesa como “una novela de cazadores de monstruos; la protagonista está marcada por esa familia, esos secretos, y desde que es jovencita lucha de alguna manera contra esos monstruos, primero contra su propio padre y después desde su trabajo en la Interpol”.
Además de esos elementos tomados de la realidad, Leceaga introduce referencias a la mitología vasca, cuya inclusión le atraía mucho “a la hora de mezclar la parte de investigación con la parte de misterio” ya que, a medida que avanza la historia, se descubre que el crimen del presente que investiga Nora Cortázar está relacionado con unos antiguos rituales de sacrificios humanos, que tienen relación con los asesinatos actuales. Sobre todo, porque las primeras pistas remiten a Gaueko, el temible dios de la noche y las tinieblas de la mitología ancestral vasca. Un personaje representado en ocasiones como un lobo negro capaz de levantarse sobre dos patas, que devoraba animales e incluso pastores en plena noche.
¿Y de dónde le viene a Alaitz Leceaga esa fascinación por la mitología, que también está presente en algunos de sus libros?: “El paisaje de la zona se presta a esas leyendas, a esos misterios; es algo que enriquece mucho también un thriller, una novela policíaca. Y, además, la mitología vasca forma un poco parte de esas historias que fui descubriendo desde que era pequeña, prácticamente al mismo tiempo que los cuentos”.
La novela transcurre en los años 90 en el País vasco, una época en la que muchos de los titulares los ocupaba ETA. “Es cierto que después de escribir novelas ambientadas en otros lugares, siempre existe ese deseo de volver a lo que es más familiar, a los paisajes que de alguna forma han conformado tu propia infancia. Y en este caso, además, me apetecía mucho escribir una novela en un pasado que yo también de alguna forma pudiera recordar. Sentarme a escribir una novela ambientada en esa época y no mencionar a ETA, o no mencionar las Olimpiadas o el resto del contexto histórico de esa época, me parece que no sería creíble ni realista para el lector y tampoco sería honesto. Es algo que no se puede obviar”.
La autora bilbaina no descarta que vuelva a recurrir al personaje de Nora en otra de sus novelas. “Le he cogido muchísimo cariño a medida que escribía. Es uno de mis personajes favoritos. Nora es neurodivergente, tiene Asperger y es brillante en su trabajo. Este síndrome no la define como persona ni como profesional, pero hablé con muchas asociaciones e incluso les envié fragmentos de la novela para asegurarme que construía un personaje con veracidad. Ella es una investigadora incansable. Me atrae mucho ese perfil de personaje, alguien dispuesto a todo para perseguir la verdad. Me encantaría encontrarme con Nora Cortázar en el futuro y volver a investigar un misterio de su mano”, confiesa.
La última princesa es el quinto libro de la escritora bilbaina, a la que en muchas ocasiones se le ha incluido dentro del realismo mágico. “Entiendo que todos necesitamos etiquetas en cierto modo para saber en qué terreno nos movemos o qué es lo que nos vamos a encontrar en una novela. La última princesa es puro thriller policíaco o novela de misterio, como lo queramos llamar”, aclara.
Sus novelas han sido traducidas a varios idiomas y son fuente de inspiración para una serie de televisión que se encuentra en la actualidad en fase de desarrollo. “Es cierto que algunos lectores me dicen que mis novelas son cinematográficas, pero yo siempre escribo teniendo en mente únicamente el libro, la novela, la historia... Es mi primer contacto con ellos”.