Para crear una industria del cine en Bizkaia se necesita financiación “estable, suficiente y consolidada” y la cooperación entre el sector público y el privado es la clave para alcanzar ese escenario. Además, César Vidal detecta que las productoras del resto del Estado que se acercan a rodar a la CAV están implantándose en el territorio y ya no apuestan exclusivamente por acudir de forma puntual o sumar fuerzas con empresas locales. El sector está creciendo y necesita músculo para seguir haciéndolo.
Ha asesorado a Gipuzkoa para adaptar a ese territorio los incentivos fiscales de Bizkaia...
—Hemos sido cercanos a la Diputación guipuzcoana. Hemos contrastado con ellos algunas cuestiones, pero al igual que otros muchos que han colaborado para que Gipuzkoa haya configurado la normativa. La verdad es que hemos tenido con ellos un intercambio interesante de inputs, les hemos dado ideas y les hemos sugerido cuestiones.
Los números avalan los incentivos.
—Por una parte, están los informes de las film commisions, y, por otra parte, puedo contar lo que estoy viendo. Si empezamos por lo primero, en el año 2024 hubo 268 producciones audiovisuales en Bizkaia, más del doble. Eso supone que se ha generado empleo y hay más de los 1.941 empleos con los que se cerró 2023 y, fundamentalmente, ha aumentado el impacto económico directo, que fue de 58,5 millones de euros ese año. Hay que tener en cuenta que el peso del sector audiovisual es relativamente reducido en el PIB de Bizkaia, está en torno al 0,3 o 0,4%. No son cifras significativas, pero es verdad que son muy llamativas por lo que se ve luego en la calle, muchos rodajes en Bilbao y en el resto del territorio. Además, se genera impacto indirecto en hostelería, en servicios, en general. Y, desde mi punto de vista, está habiendo un importante número de proyectos que se están realizando en Euskadi de la mano de productoras locales, que participan íntegra o casi íntegramente en buena parte de los rodajes. También se está registrando una presencia cada vez mayor de productoras de fuera de nuestro territorio, que o bien acuden a rodar sus propios proyectos o bien lo hacen también en el régimen de coproducción con las productoras locales.
Todo ello ha animado el sector.
—En el año 2024 hubo un importante incremento y en 2025 la tendencia quizás no es de crecimiento, pero sí de estabilización. Y estamos hablando de producciones muy importantes y de productoras pequeñas, grandes e incluso grandes grupos de producción que tienen sus filiales aquí en nuestro territorio. En resumen, existe una pujanza en el sector dado que los incentivos fiscales están funcionando y permiten apalancar una pequeña parte del crecimiento del sector. El siguiente reto es convertir este incremento en una estabilización del sector para que surja una industria audiovisual desde todos los puntos de vista. Porque a día de hoy tenemos un sector que no alcanza el concepto de industria, entendido como una actividad que cuenta con todos los elementos de la cadena de valor necesarios para poder llevar a cabo las producciones.
¿Se crean empresas en Bizkaia al calor de este ‘boom’?
—Claro. Si entendemos por producción audiovisual no solamente la parte vinculada al proyecto en sí, al desarrollo de competencias en toda la industria auxiliar. Está produciendo, por una parte, un aumento de la actividad de las empresas locales tradicionales. Desde iluminación, sonido, postproducción, efectos especiales…, todo el ramo dentro de la subcontratación está teniendo un incremento notable de actividad vinculado al incremento del número de producciones, pero por otra parte también estamos viendo que algunas productoras del territorio común, de fuera de Euskadi, están constituyendo empresas aquí para abordar determinadas producciones. Se están creando sociedades mercantiles para establecerse en nuestro territorio, para abordar no solamente un proyecto, sino apalancar sus proyectos de futuro.
Ha comentado que, aunque el crecimiento no es el del año pasado, hay producciones más importantes, el impacto económico puede ser mayor.
—Sí, sí. En 2024 hubo un incremento probablemente mayor del que el territorio podía absorber. Este año eso también ocurre, pero quizás en menor medida. Es posible que en 2025 haya menos rodajes, pero si son del tamaño con el que ha arrancado el curso, el impacto puede ser parecido o incluso mayor al del año pasado.
Los incentivos fiscales están funcionando, ¿pero se puede hacer algo más desde el punto de vista de la administración vasca o la Diputación para impulsar el sector?
—El incentivo fiscal sirve para iniciar el desarrollo de un sector. El sector en Euskadi ha estado tradicionalmente en manos de empresas de tamaño pequeño o mediano. El volumen medio de proyectos es de tamaño pequeño o mediano, pero como decía antes, el reto de futuro es convertir el sector en industria. Aparte de los incentivos fiscales, convendría que hubiese una colaboración público-privada, con inversores no institucionales, de la mano de los instrumentos que puedan el Gobierno y la Diputación para financiar la actividad y permitir, sobre todo, que el sector tenga unos mecanismos de financiación más estructurales y más estables. Llegará un momento en el que no sean necesarios incentivos fiscales para afrontar proyectos, entonces el sector necesitará una estructura de financiación estable, suficiente y, sobre todo, consolidada que le permita continuar.
Respecto a la consolidación del sector, sobre la mesa están los fondos de la Sociedad para la Transformación Tecnológica (SETT).
—La SETT dispone de más de 1.700 millones de euros y tiene como tope hasta el mes de agosto del año que viene para su aplicación. Su objetivo es consolidar, apoyar a las empresas con aportaciones al capital o con instrumentos de deuda y de préstamo. Hay una ventana de oportunidad. El hecho de hacer empresas más sólidas y con estructuras de balance más reforzadas va a permitir hacer también proyectos quizás también más sólidos.
¿Se puede poner un objetivo al sector, un porcentaje de PIB?
—No es un tema de porcentaje, es más cualitativo, porque a día de hoy el sector está compuesto por empresas de tamaño mediano o pequeño, incluso micropymes. Lo interesante es que consolidemos el número de empresas e incrementemos su tamaño en los próximos tres o cuatro años y podamos decir que cubrimos toda la cadena de valor del sector. Luego está el impacto indirecto en otros sectores y, sobre todo, la imagen de nuestro país.