Quince años de trabajo artístico avalan la trayectoria de la vizcaina Ana Fernández–Villaverde, conocida artísticamente como La Bien Querida, que acaba de publicar un sexto disco, LBQ (Sonido Muchacho), en el que regresa a la esencia de lo indie con canciones eclécticas en lo musical y letras repletas de amor (y desamor) y vida. La compositora y cantante radicada en Madrid presentará estas canciones nuevas en el Bilbao Arena de Miribilla el próximo 12 de abril, en el Kariña Fest, en el que colabora DEIA.

La Bien Querida, que actuará en el festival con una propuesta exclusivamente femenina junto Diana Burkott (Pussy Riot), La Terremoto de Alcorcón, Chica Sobresalto y Nawi, cuenta ya con una larga y asentada trayectoria musical desde que editó su debut, Romancero, en 2009. Desde entonces ha publicado Fiesta (2011); Ceremonia (2012); Premeditacion, nocturnidad y alevosía (2015), Fuego (2017); Brujería (2019) y Praprika (2022).

Cartel del Kariña Fest

Ahora, tras actuar en los festivales más importantes del Estado como Primavera Sound, FIB, Bilbao BBK Live o Sónar Barcelona y lograr el abrazo de la crítica especializada, acaba de publicar su octavo disco, una obra alejada de las súper producciones del pop actual, que retoma el espíritu de lo indie y cuyo título, LBQ, es un acrónimo de su nombre artístico al ser su obra más personal y luminosa.

Tras firmar himnos del pop estatal reciente como De momento abril, Muero de amor, Dinamita o ¿Qué?, esta última con el cantante de Carolina Durante, La Bien Querida presentará en Bilbao un disco que incluye 11 canciones de ritmos y estilos diversos, que van del guiño ochentero (The Cars y Van Halen) de Ni bien ni mal al techno pop de Podía haber sido, pasando por el pop rock indie y guitarrero de Como un perro, al acústico y con halo de cantautora de Un milagro o a ese ejercicio de distorsión y postrock llamado Naufragio.

Sin atisbos del tono latino y bailable de sus canciones más recientes, LBQ incluye, como siempre, algunos de los más certeros versos del pop estatal actual, en los que pasa revista a su estado emocional –“ni bien ni mal”–, a antiguos amores –“cuando me faltas tú, me sobra todo–, en algún caso con cierta inquina y deseo de venganza a lo J Planetas, como en S.O.S., y, en definitiva, disecciona, en clave pop, “la vida de verdad”, la personal y cotidiana, esa alejada del “cielo y el infierno”, desde un tono claramente esperanzador –“aún me quedan muchos días por vivir”– y con la mirada al futuro que supone Una estrella, otro tema de amor, en este caso maternal, que cierra el álbum y dedica a su hija de 12 años.

El disco lo ha compuesto en su totalidad la artista vizcaina, que ha vuelto a contar para el apoyo técnico, los arreglos de las canciones y la producción con David Rodríguez, su antigua pareja, que ya estuvo en su debut, hace década y media. Una carrera que, como resume en un verso de la canción Bar Dixie, con su ritmo que emula a The Police, se caracteriza por la búsqueda de “un verso que me salve el día”. En LBQ lo hay a raudales.