Ya tenemos la polémica del año en el mundo del rock alternativo. Alan Sparhawk, la mitad del dúo de slowcore Low que completaba su esposa Mimi Parker, acaba de debutar en solitario con White Roses, My God (Sub Pop) dos años después de la muerte de ella a causa de un cáncer. Y aunque Low fue siempre un proyecto inquieto y heterodoxo, estas canciones del estadounidense, fruto del dolor pero abiertas a la luz, suponen todo un desafío sonoro al estar dominadas por la electrónica, las cajas de ritmo y su voz continuamente distorsionada.
Hace dos años que el romance personal y musical de Low se evaporó tras la muerte de Mimi. En una entrevista estremecedora en The Guardian, Alan nos conmueve con su dolor. “Su muerte sacudió mis cimientos”, explica, a la vez que, asumido el duelo, añade algo de optimismo al declarar que “una de mis mayores esperanzas es que Mimi pueda seguir siendo la luz”. Cuando termines de escuchar su debut en Spotify, es probable que el algorritmo te lleve directamente a lo último de Nick Cave. Y no es casualidad, no.
White Roses, My God, cuya sugestiva atracción empieza por su bellísimo título, es un desafío total. Para sus seguidores, por su radical propuesta sonora, y para su propio autor. Roto tras el deceso de Mimi, paulatinamente y con la ayuda de su brother Kurt Wagner, líder de otra banda imprescindible como Lambchop, y de sus dos hijos, Hollis y Cyrus, advirtió, tocando con ellos en su casa, en Duluth (Minesota), que la música seguía palpitando en su interior.
Allí, jugando, experimentando entre el caos y hasta divirtiéndose, encontró en los sintetizadores, cajas de ritmos y los filtros vocales que hacen su voz irreconocible las herramientas necesarias para comunicarse con su nueva VOZ, un lenguaje diferente, radical y experimental. Usó la caja de ritmos y el micrófono que sus hijos utilizaban para divertirse rapeando con sus amigos para crear, con la suma de sintetizadores y un pitch–shifter, un pedal de efectos, cada nota, cada letra y cada ritmo programado de su debut.
Emoción y máquinas
En White Roses, My God apenas hay rastro de la arquitectura sonora de Low, cambiante a lo largo de su trayectoria de tres décadas, pero siempre ligada a las melodías adhesivas, bien desde la calma y el silencio o vencedoras entre marañas de distorsión. El único rastro se encuentra en los detalles electrónicos que el dúo ya incorporó en sus dos últimos álbumes –especialmente en Hey, Wath, de 2001– que acercaban al presente a una banda que nunca se mostró acomodaticia.
El disco puede sonar musicalmente demasiado minimal y plano en su profusión de electrónica arrebatada aunque se abre a distintos planos y ritmos. “¿Quieres una gran emoción?”, se escucha, con dificultad debido a los filtros robóticos, en Get Still, una bellísima y minimal letanía que contrasta con otros pasajes más instantáneos, incluso pop, como I Made This Beat, sustentado en un sólido entramado de la caja de ritmos, o en Black Water.
El debut incluye también sonidos más abruptos, como los de Can U Hear, otros cercanos al gospel electrónico en Heaven, que incorpora los coros de su hija y remiten inevitablemente a Mimi, y una única concesión audible a la guitarra eléctrica, aunque con un riff minimal, en Brother. Y es la voz, con vocoder y distorsionada, la que unifica un repertorio vanguardista que remite a Cher, Kraftwerk, el dúo estadounidense 100 Gecs, Prince y hasta a Trans en su tratamiento vocal, el álbum odiado por los seguidores folk–country de Neil Young, decimocuarto de estudio publicado por la compañía discográfica Geffen Records en diciembre de 1982.
Dolor y ausencia
A veces críptico, Alan, mormón que ha reconocido cierta crisis de fe tras la muerte de Mimi, se entrega sencillo y con frases cortas y repetidas que, en ocasiones, permiten apreciar cómo el dolor y el vacío de la ausencia se abren paso entre tanto circuito sintético. “El cielo es un lugar solitario si estás solo… quiero estar allí con la gente a la que amo”, canta en Heaven, y “¿puedes ayudarme a sentir algo aquí… crees en la vida después del amor?”, en Feel Something. Por el contrario, habla de “ponerse en marcha por y para siempre” y dice “complacerme con las cosas que busco”. Otra cosa es que tal desafío complazca a los fans de Low.