Los míticos Canned Heat no pudieron actuar el año pasado en el BBK Bilbao Music Legends Fest debido a “imprevistos de última hora” ajenos a la organización, pero sí lo harán en esta edición, que se celebrará los días 14 y 15 de junio en el Bilbao Arena de Miribilla, con el apoyo del Ayuntamiento de la capital vizcaina. El legendario grupo de blues, que compartirá escenario con Deep Purple en la segunda jornada, repasará clásicos del blues como Going Up the Country, Let´s Work Together y On the Road Again. “Los músicos no se retiran, nada más morimos”, explica el batería en entrevista a DEIA.

El público del festival, que ha agotado las entradas para las gradas 1 y 2, y ha completado ya el 90% de su aforo, por lo que ha puesto a la venta nuevas entradas de acceso limitado, podrá vibrar con el grupo actualmente liderado por Fito de la Parra, batería que resiste desde los años 60 y que con 12 años se enamoró del rock en su México natal, pero luego descubrió el blues y lleva interpretándolo casi seis décadas sobre los escenarios. Con ellos estarán en el festival The Pretenders, The Jayhawks, The Screaming´ Cheetah Wheelies y Susan Santos, el día 14, y Deep Purple, Blues Pills y Petti el 15.

Canned Heat, que ofrecerán su único concierto estatal en 2024, es una banda de blues-rock/boogie rock que se formó en Los Ángeles, en 1965. Tras sus apariciones en los festivales de Monterey y Woodstock, a finales de los 60, la banda adquirió fama mundial con una formación formada por Bob Hite (voz), Alan Blind Owl Wilson (guitarra, armónica y voz), Henry Vestine o Harvey Mandel (guitarra solista), Larry Taylor (bajo) y Adolfo de la Parra (batería).

“Entré en la banda en 1967, recién llegado a USA. En México era profesional desde los 13 años en bandas de rock, estilo que llegó inmediatamente a mi país natal por cercanía. A mi padre le gustaba mucho la cultura de USA y me llevaba a ver películas musicales, sobre todo de swing y jazz, de Glenn Miller y Benny Goodman. Esa era la música popular del momento hasta la llegada de Bill Haley and His Comets, a quien vi siendo un niño”, explica de la Parra, que luego se colgó del rock… hasta que descubrió el blues. Su romance con el blues le llegó a través de una novia estadounidense.

Los inicios

El batería recuerda a DEIA la prueba que tuvo que realizar para entrar en la banda. “Ese día paré en una tienda y compré un disco de Junior Wells y Buddy Guy. Acudí a la audición con él sin saber que los cuates de Canned Heat eran grandes estudiosos del género. Se lo sabían todo: discos, épocas, colaboradores, productores, disqueras… Hite me dijo meses después que había baterías muy buenos, pero que llevara ese disco les convenció de que era el ideal para el grupo”, indica entre risas.

El mal estado de salud y las dependencias de Hite acabaron por convertir en líder de Canned Heat a De la Parra, que lleva 60 años impulsando a un grupo que ha dejado varios clásicos para la música popular. “Sin parar y siempre activo, sí. Tengo la energía y el deseo de tocar. La música es mi vida y, como decía un saxofonista de jazz, la fuerza curativa del universo”, explica el mexicano que tras superar unos graves problemas de espalda y en los hombros, dice, a sus 78 años, tener “la presión arterial de un joven de treinta”.

“Esta vida es cruel, se necesita una fuerza especial para viajar por todo el mundo y sobrevivir. La música es la mejor parte, y cuando estamos tocando, somos felices. La música es gratis y tocamos por placer, cobramos por llegar a la ciudad, organizar el show, probar sonido, por el trabajo previo a subir al escenario y vivir esa hora mágica”, explica de la Parra, que dice ser capaz de “tocar durante horas” cuando “nos fumamos unos pitos de marihuana”.

“Lo que convierte a los músicos en leyenda es su legado. La popularidad viene y va. Nosotros fuimos de los grupos más populares a finales de los 60 y primeros de los 70. Pusimos el blues en la mente de la gente, y lo hicimos mundialmente. Fue parte de nuestra misión, sobre todo en Europa”, indica el batería, que define a Canned Heat como “la respuesta en USA a músicos blancos de blues como Paul Butterfield, John Mayall, Alexis Korner…; si somos leyendas, le corresponde decirlo a ustedes. Eso sí, hemos tocado en más festivales de blues internacionales que nadie”, sentencia.

De la Parra cree que “el blues nunca desaparecerá porque es parte de la cultura estadounidense, aunque no será tan popular como el pop”, y lo define como “una música primitiva y sencilla, visceral, que apela a lo tribal y al instinto más primario del ser humano; se siente hasta en el estómago”, sentencia este batería que apela al espíritu de Woodstock –“paz e igualdad para la mujer y las minorías, que paren las guerras y cuidar a la Madre Tierra”–, para mejorar el mundo.

El grupo, que hoy completan John Paulus (voz y guitarra), Dale Spalding (voz, guitarra y armónica) y Rick Redd (bajo), acaba de publicar un nuevo disco, Finyl Vinil, disponible en Spotify aunque de la Parra reniega de la plataforma. “Es una tragedia para los músicos, ya que usan nuestro poder y creatividad para quedarse con el dinero. Pagan una mierda, nos están robando”, se lamenta el batería, que dice “vivir de los conciertos, ya que perdimos los derechos de la canciones en 1969, al entrar a la cárcel por marihuana”. Y aunque el título y algún tema del álbum suenen a despedida, él asegura que “los músicos no se retiran, nada más morimos. John Lee Hooker murió a los 84 años, y toqué con él una semana antes aunque ya casi no se podía mover”, sentencia.