Pablo Berger confía en sí mismo, en las posibilidades de su película, Robot Dreams, nominada al Oscar a mejor cinta de animación, y hasta tiene preparado un discurso por si gana. ¿Y si no? Ya lo usará en otro premio, asegura entre risas en una entrevista con Efe.

“¿Por qué no podemos colarnos y traernos el Oscar al Estado con Robot Dreams?”, dice convencido este ingeniero de formación que adora a Chaplin y que confía mucho en su película, pese a que se enfrentará a pesos pesados de la animación en la gala que se celebrará el próximo domingo en Los Ángeles.

Está muy satisfecho con la recepción: “Es una película que el espectador que la ha visto le ha llegado al corazón. El filme es muy de sentimientos, una película muy sensorial”. Cuenta la historia de amistad de un perro y un robot que se desarrolla en el Nueva York de los noventa, con una ambientación extremadamente cuidada en cada detalle para transportar al espectador a la Gran Manzana.

Una película muda que hace que sea difícil determinar si es una producción española, francesa o americana. Y con un vínculo con Nueva York que le puede venir bien en los Oscar, resalta el realizador, que recuerda que Volver a empezar (1981), de José Luis Garci, que se llevó el premio a mejor película de habla no inglesa, también tenía lazos con Estados Unidos a través del protagonista, profesor en Berkeley.

Aprovecha para agradecer a Garci el haber “dicho cosas tan bonitas” de Robot Dreams y reconoce que el que su historia se desarrolle en Nueva York juega a favor, porque es un mundo muy familiar para la mayoría de los votantes de la Academia de cine.