Un no lugar es aquel que no ha sido concebido para ser habitado, sino como una zona de paso en la que no quedarse mucho tiempo. La bisexualidad se sitúa en esta categoría por cómo es percibida por los demás. Tanto parte de la comunidad LGTBIQ+ como algunos sectores de la sociedad consideran que aquellos que se definen con esta identidad acabarán decantando la balanza en favor de una u otra opción, porque la bisexualidad es una fase, una tibieza, un juego.

Para La Furia (Nerea Lorón, Cascante, 1983) desde luego que no lo es. Pero, ¿qué relación guarda todo esto con su música? ¿Y cómo se relaciona con cuestiones como el sentimiento de pertenencia a una comunidad, a un pueblo, a un estilo musical, a una cuadrilla? “Las nuevas canciones suenan a destierro, a tristeza sin desgarro, a soledad, a encuentros estelares, a propuesta, a futuro próximo”, dice.

Sobre estos no lugares diserta en su nuevo ciclo creativo, inaugurado por el tema Promenade. A lo largo del próximo mes publicará más, acompañados de sus respectivos videoclips. Aún no sabe si los unirá en un álbum de estudio. “Me voy a permitir mimar cada canción, darle su tiempo y espacio tanto para la elaboración como para la escucha. Ya veremos lo que me pide el cuerpo luego, me merezco atender al propio deseo”, detalla.

Al hilo de la sensación de no ser y de no estar apunta: “Reivindico estos lugares como sitios en los que quedarse y en los que ser, a ver qué pasa ahí… Aunque sea contradictorio, también defiendo su carácter pasajero”.

Y los reivindica desde la música, la vía que le permite encauzar todo este alud de sentimientos para no ser sepultada por ellos. “Las canciones tienen la capacidad de crear o relatar la realidad. Han sido mi vía para quejarme de lo que siento injusto. Ahora también son una propuesta de algo que está por hacer”, señala.

En ese sentido, tratar estos temas ha supuesto para la navarra una suerte de catarsis. Después de no atender ciertas partes de sí misma, las abraza, las canta y las pone a disposición de su público. “Son cuestiones que reconozco como mías después de no haberlas sabido entender durante mucho tiempo”, reconoce.

La Furia expresa todas estas cuestiones –su bisexualidad, su pertenencia a una comunidad– a través del rap, un género en el que la rabia siempre ha estado presente y esta ha sido “marca de la casa” desde sus inicios hace 10 años. “Es un motor, el mío durante mucho tiempo. Nunca se desvanecerá del todo de mi lado, porque necesito protestar ante un mundo lleno de daño, pero hace tiempo ha aparecido un nuevo elemento y ahora siento que se va a quedar”.

Ese nuevo ingrediente en el recetario no es otro que el deseo. Dice que su gran reto ha sido encontrarse “en el lugar de la deseante, poder atender sus ganas genuinas, abandonar el lugar del objeto, y pasar de una vez a ser sujeto deseante que se atiende debidamente”. “En este momento hago música que me gusta escuchar y también abro el grifo y dejo que fluya, no solo la mala hostia, que eso no me cuesta nada, también otros adentros igual de transformadores. Imagínate a una mujer que no sale a un escenario a gustarte a ti, que disfruta, que sabe lo que quiere, que lo busca, que lo encuentra.”, explica.

Habla de la dimensión sexual del deseo. Se permite el movimiento y suena profunda, explícita. En otras ocasiones, hay que poner la imaginación para hacer propia la letra. Deja espacio para pensar a quien escucha y le trata con respeto. Y es que, en sus nuevos temas, La Furia quiere dirigirse a una oyente exigente. “Esas me gustan a mí, y esto va de eso, de lo que me gusta a mí. Yo quiero encontrarme, no abogo por la soledad. Lo que digo es que no quiero compañía a cualquier precio, no me voy a olvidar de lo que quiero para que me inviten a su fiesta. Si no me invitan, yo haré sonar otra música”, lanza, desafiante.

La Furia, en este nuevo episodio de su carrera, también procura que suene la música de aquellas personas que representa en todos los lugares posibles. De manera paralela a su nueva era como rapera, gestiona –junto a Cata García– Mimosa Bulegoa, una oficina de representación que impulsa el arte y la cultura feminista con perspectiva LGTBIQ+.

“El trabajo que estoy haciendo en Mimosa Bulegoa sucedía desde hace tiempo”, apunta, “porque llevo tiempo encargándome de organizar conciertos y otro tipo de eventos para mis amigas”, añade. No fue hasta hace un año escaso cuando La Furia se profesionalizó, gracias a una compañera, Rebeca Lane. “Me dijo que lo que estaba haciendo es un trabajo, que se llama ser manager y que era de justicia que me llevara un porcentaje”, dice.

Confiesa que en un primer momento aquello de sacar rédito del trabajo de una comadre le resultaba cuanto menos incómodo. “¿Cómo me voy a quedar yo con tu dinero?, pensé entonces. No tenía ni idea de lo que era una oficina ni había tenido un manager en mi vida”, admite. En una feria de música su enfoque cambió. “Cata y yo nos encontramos con una charla sobre el tema y nos lanzamos”, señala. Así las cosas, puso un nombre a aquello que llevaba años haciendo y le dotó de una estructura. A través de esta nueva iniciativa profesional pretende llegar “a los mayores lugares posibles con tal de hacer la vida de la gente que hace cultura feminista y LGTBIQ+ más fácil y bonita”.

Por el momento, Mimosa Bulegoa se encuentra detrás de la totalidad de los shows de stand up comedy que la periodista y comunicadora feminista Irantzu Varela ha llevado a diferentes puntos del Estado y de América Latina. También colaboran con la escritora y activista bisexual Elisa Coll o con la drag queen navarra Albina Stardust.

A todas estas personas les une su pertenencia al colectivo LGTBIQ+ y sus fuertes convicciones feministas. En ese sentido, Nerea Lorón (La Furia) apunta que la vida no es siempre fácil para los creadores y las creadoras disidentes. “Mi objetivo es que se forren todas (ríe), que vivan bien y que salgan de la precariedad para que tengan espacio para crear con tranquilidad. Hay gente que cambia y salva vidas con su arte y las necesitamos, porque ya hay bastante gente matando”, zanja.