Tras haber acariciado la distinción en más de una ocasión, el escritor Patxi Zubizarreta (Ordizia, 1964) reconocía ayer martes que había asumido que sería “el eterno finalista”. Sin embargo, la “excepcional calidad narrativa” de la obra Zerria le ha valido, finalmente, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2023. “La literatura juvenil sigue siendo el género más inidentificable y, a la vez, el más atractivo”, admitió tras saberse merecedor del galardón con el que pretende, por encima de todo, disfrutar de la escritura. “Este reconocimiento es una exigencia para seguir trabajando”, apuntó. No en vano, el premio concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte, dotado con 30.000 euros, le ofrece ahora la oportunidad de desempolvar proyectos guardados en un cajón. “Es como empezar una novela. ¿Qué pasará de ahora en adelante?”, se preguntaba, retóricamente, el autor.

Zubizarreta recibió el anuncio “orgulloso y agradecido”. “Nuestro día a día es muy gris, anodino y, de repente, sale el arcoíris. Sobrevivimos de la literatura con un 10% de las ventas de cada libro y llega la lotería después de muchos años”, confesó el tercer autor euskaldun que obtiene la máxima distinción que ofrece el Estado español en esta categoría después de Mariasun Landa (2003) y Juan Kruz Igerabide (2018). En este caso, el jurado ha destacado su obra “por la excepcional calidad narrativa y la potencia desafiante del relato con descripciones hipnóticas que reflexionan sobre la condición humana. Por la maestría de un relato capaz de remover y conmover nuestra conciencia, nuestra memoria y nuestro presente”. Además, han subrayado que “con su exquisita delicadeza y elegante escritura consigue encontrar la belleza en la herida y convierte la literatura para el público juvenil en una piedra preciosa”.

Complicado

El premio le ha dado la oportunidad de reivindicar la literatura infantil y juvenil. “Tuve la suerte de conocer a José Saramago en Lanzarote y nos decía que, cuando presentó La flor más grande del mundo en Italia, un niño se le acercó a decir que no lo había entendido. Y él me contestó: Es que yo no sé escribir para niños. Es muy complicado”, relató el autor, quien añadió que no solo consiste en “buscar la economía de las palabras, sino en buscar la supremacía de los sentimientos”. Esa dificultad también se refleja en la literatura juvenil: “Todos nos enamoramos, nos desenamoramos, nos morimos... cómo explicárselo eso a una chica o a un chico con palabras actuales es muy complicado”, evidenció el autor, quien consideró que la obra premiada tiene ese punto de “mugalari”. Así, explicó que cuando se publicó La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, lo leían adultos. “La literatura juvenil nunca ha existido hasta que las editoriales lo han decidido”, afirmó Zubizarreta, quien ha obtenido diversos premios a lo largo de su carrera, entre otros, el Premio Euskadi en cuatro ocasiones (1998, 2006, 2010 y 2019) o el Premio Ala Delta (2018).

En ese sentido, recordó “un encuentro maravilloso” que tuvo recientemente en la biblioteca de Legazpi con alumnos del municipio que hablaban de filosofía, historia y literatura. “Estaban abiertos”, rememora el escritor de obras como Eztia eta ozpina, Mundua lo dagoen bitartean o Laranja bat zaborretan, un condicionante que no se da siempre, porque reconoce que hay un salto entre la actitud de los niños y la de los adolescentes con respecto a la lectura. “Pasan de agradecer nuestra obra a desconfiar de nosotros, porque saben que intentamos meterles criterios psicológicos, ideológicos o sentimentales. La literatura tiene que ofrecer un puente”, evidenció el escritor guipuzcoano afincado en Gasteiz.  Por ello, consideró que para “acertar” en el “apoyo sentimental y emocional” que requiere la literatura a esas edades es necesaria la figura del “buen editor, el despierto y con ganas, no de vender, sino de sobrevivir”, ya que “tiene que querer crear un mundo diferente, si no vamos a crear una fotocopia de lo que tenemos”. Y aseveró que ello es necesario para “despertar ese pequeño ser que tenemos en nosotros, para que el mundo que surja después sea algo diferente”.

En esa línea, manifestó que no hay ningún truco para aumentar la afición a la literatura de niños y jóvenes. “Para mí lo más importante es empezar a escribir, aunque sea con faltas de ortografía, sin tildes... para decir sobre un papel todo lo que uno siente y escribir nuestros secretos para luego echar ese papel por el retrete. Ahí está nuestro ser, lo más íntimo”. Y añadió: “El mundo que vivimos es muy superficial y creo que la literatura y el arte, en general, nos invitan a encontrarnos con uno mismo, con ese ser que no conocemos. Cada uno lleva en su interior a un extraño, un extranjero. La labor de nuestra vida debería ser reencontrarnos con él”.

Editores

Con respecto a las consecuencias del premio, Patxi Zubizarreta constató que antes la situación del euskera era más normalizada. “Hoy –por ayer– se empiezan a escuchar las primeras palabras en euskera o en gallego en el Congreso. Sin embargo, antes de la crisis económica, nuestros libros se publicaban en euskera, catalán y gallego. Espero y deseo que el libro se publique en castellano, catalán, gallego y, quizás, en otra lengua”, reconoció el autor sobre Zerria. Recién llegado de Gdansk, en Polonia, el escritor explicó que una traductora polaca ha publicado una de sus obras tras un empeño que le ha llevado diez años: “Esto representa lo que quiere la literatura: es interesarse por el otro, significar al otro y encontrarse a uno mismo y representar en un espejo lo que somos”.

El Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil permitirá a Zubizarreta emprender proyectos que pensaba que quizás no cuajarían. “Me gusta florecer con distintas disciplinas: músicos, pintores... Siempre hemos buscado cómplices, los ha habido y esperamos seguir teniéndolos”, expuso el autor, quien explicó que en el caso del último libro editado en Polonia ha trabajado con una editora que ha buscado un papel y una tapa especiales, trasladando “un gusto por el texto, que no es una pantalla, sino al contrario, que es disfrutar, tocar...”. Espera poder repetir esa experiencia. “Hay muchos editores, pero ahora son más gestores que buscan el rédito en particular y no el gusto por la literatura”, concluyó.