¿Qué ha buscado con el arte de esta historia?

He intentado zafarme del estilo de la casa, de DC, tradicional, clásico, limpio... Nadie estaba pendiente de esta serie, nadie sabía lo que iba a ser, me pareció que era el momento de arriesgar. Empecé a entintarme yo mismo, me pasé a trabajar en digital y a utilizar más recursos que hasta ahora no había utilizado; y conscientemente me limité otros hasta crear un nuevo estilo.

¿Considera que la serie necesitaba una identidad gráfica particular?

Es una serie sobre personajes en una habitación hablando mucho rato. Desde la manera de marcar las viñetas, los acabados de la tinta, Jordie Bellaire también ha clavado el color que buscábamos, el diseño gráfico... Buscaba que quien abriese el cómic solo con verlo supiese que estaba leyendo The nice house on the lake. Aquí no tienes superhéroes que conoce todo el mundo. Lo que tienes es el golpe de color, de la forma de las viñetas, el aspecto gráfico que te lleva a pensar Ah, es la serie esa de la casa (ríe). Me parecía importante y me esforcé mucho.

Uno de los aspectos llamativos es el de la horizontalidad, la construcción de la lectura de izquierda a derecha a doble página.

Mi pesadilla personal (ríe). Es algo que James y yo venimos haciendo desde hace muchos años. Antes contaba con todos los recursos que te ofrecen los superhéroes: figuras que salen de las viñetas, fondos que se rompen... Muchas veces no está justificado hacer una página doble si no es algo impactante o presentas un escenario grande. En el caso de esta serie tenemos páginas dobles con gente hablando, tengo que comerme mucho la cabeza y, entonces, aplico técnicas de composición y de narrativa que he ido desarrollando y que confluyen en esa doble página. Tiene su dificultad porque si no es interesante, puede ser un ladrillo, son páginas con muchos diálogos; a veces cuesta que la lectura pase a la otra página, hay que guiar bien al lector...

La arquitectura es clave en la obra.

Cuando empezamos a diseñar la serie mi obsesión era la casa. Necesitábamos todo tipo de elementos iconográficos, que reconocieses de un vistazo. Amigos arquitectos me ayudaron a buscar referencias, compré muchos libros. Pero, aunque el entorno es importante, realmente lo determinante es la interacción entre los personajes. A medida que avanzaban los números, comencé a dejar a un lado la preocupación por el entorno, la casa se vuelve más abstracta, y a centrarme más en las figuras, las expresiones, cómo se mueven, lo que están haciendo, lo que les da vida.

No podemos dejar de citar la importancia de las esculturas en el cómic. De hecho, cada uno de los diez protagonistas tiene una asignada.

Necesitábamos algo que fuese gráfico y James me lanzó la idea de que hubiese unas esculturas por la casa y que cuando los personajes las tocasen pasasen cosas. Las esculturas también debían sugerir rostros de forma lejana. Busqué de todo, desde escultura africana hasta contemporánea. Yo resido en Donostia, donde Chillida está por todas partes. Me di cuenta de que me encajaba perfectamente, que podía formar esas caras con los elementos gráficos que usaba Chillida. Diseñé decenas de esculturas, usando las líneas, los círculos, los secantes que utilizaba el escultor. Preparamos un dosier con obras de Chillida y se lo enviamos a los editores, que no tenían ni idea de quién era (ríe). Les gustó mucho. Este es otro ejemplo de cómo he metido algo de mi vida en la serie y esto es mío y de todos los que vivimos aquí.

Desde su estudio en el barrio donostiarra de Gros, el dibujante Álvaro Martínez Bueno trabaja para una de las editoriales más importantes del noveno arte, DC Cómics. En su trayectoria ha dibujado a personajes con solera como Batman y Robin y también se ha encargado de otras cabeceras superheróicas como La Liga de la Justicia Oscura. No obstante, desde hace un par de años se encuentra inmerso en un proyecto llamado The nice house on the lake, junto al exitoso guionista James Tynion IV. Se trata de un cómic de terror apocalíptico de doce números –en el Estado la editorial ECC ha publicado seis y DC en EE.UU., nueve–, que habla de la convivencia de una decena de amigos en una casa a orillas de un lago del que no pueden salir. Están encerrados. Esta obra, en la que los autores han impreso mucho de sí mismos, se ha alzado con el Premio Eisner, conocido como el Oscar de los cómics, a mejor serie nueva.

¿Qué se siente al ganar un Premio Eisner?

Orgullo, reconocimiento... Por otra parte, es extraño. Estoy muy satisfecho pero lo que ha ocurrido es que se ha dado la casualidad de que a este jurado le ha gustado más nuestra obra que otra, pero podía haber sido cualquier otra, es subjetivo. Donde yo me valido es en el trabajo diario, es lo que me motiva, aunque ganar un Eisner es un subidón instantáneo que es difícil de igualar, sobre todo, en una profesión tan solitaria como la nuestra. De hecho, la noche antes de la entrega de premios me fui a casa incómodo porque la página en la que estaba trabajando no me había salido bien.

Si tuviese que elegir entre recibir un Eisner o sacar adelante un proyecto tan personal como este, ¿con qué se quedaría?

Respondería que con el proyecto. El Eisner es la guinda de un trayecto que estamos haciendo. El hecho de haber creado la serie desde cero, que nadie sabía ni lo que era ni de qué iba, ni se conocían los personajes, ni pertenecía una franquicia, que se haya vendido muy bien y que la crítica sea muy buena, es una satisfacción continua. Hay gente que nos ha escrito para decirnos que había dejado de leer cómics pero que ha vuelto a ello gracias a esta serie o que su pareja no lee cómics y que con The nice house on the lake está encantadísima. Eso cala más en un creador. Lo veo todo con un proceso, si no hubiésemos creado la serie, no habría Eisner.

El trofeo físico no le ha llegado desde EE.UU.

(Ríe) Lo estoy esperando, se lo he prometido a mis padres.

En comparación con sus proyectos anteriores en los que se encargó de personajes con solera como Batman, ‘The nice house on the lake’ es tanto para usted como para el guionista James Tynion IV un proyecto muy personal.

La propuesta me llegó en otoño de 2019. James tenía esta historia en la cabeza desde hace muchos años. Es una historia de terror, de ciencia ficción apocalíptica pero es una historia muy personal. Muchos de los personajes que aparecen están basados en la vida de James. Cuando me propuso el proyecto, una cosa que me atrajo era que era algo diferente a lo que veníamos haciendo, pero lo que de verdad me hizo decidirme es que existe una subtrama sobre las relaciones entre los personajes en la que vi reflejados aspectos de mi vida: es gente de mi edad que se ha ido distanciando con el tiempo. Es personal porque James escribió la historia, pero yo también me he sentido vinculado a ella.

¿Cómo se le llega a plantear esta serie a DC?

James estaba haciendo Batman en aquel momento y funcionaba realmente bien. Le quedaba un año de contrato con DC y quería aprovechar la popularidad que tenía con Batman para sacar algo más, se lo ofreció a la editorial y pidió que fuera yo el que lo dibujara. El proyecto estaba aprobado pero no echó a andar hasta que no supieron que yo podía hacerme cargo. Creo que en aquel momento a James le hubieran dicho que sí a cualquier cosa (ríe), porque había tenido un par de éxitos medianos tirando a grandes y luego estaba Batman, que estaba siendo un bombazo.

¿Goza de libertad creativa?

Gráficamente y narrativamente he podido meter muchas cosas de mí mismo. Consensúo las decisiones con James, pero tengo libertad. Puedo alterar la narración, añadir o quitar cosas. En esta serie, además, todo el aspecto gráfico es cosa mía, desde las portadas hasta la iconografía pasando por el diseño del título. Era algo que hasta ahora no había podido hacer. Puedo meter cualquier tipo de referencia que me interese y que encaje, desde cuestiones gráficas como pinturas a referencias musicales, literarias y cinematográficas. Hasta tal punto que en uno de los últimos números he podido meter una melodía que me gusta en una de las páginas, cualquiera que sepa piano podrá sacarla.

En septiembre ECC publicará en el Estado el séptimo número de la serie. En Estados Unidos tampoco ha concluido su publicación.

Ahora mismo estoy terminando de dibujar el décimo número y en EE.UU. quedan tres por publicar. El plan es terminar a principios de diciembre. Después pararemos un tiempo, pero tenemos en mente continuar la historia de algún modo, aunque estos doce números se podrán leer de forma independiente.

‘The nice house on the lake’ es en este momento la única serie en la que trabaja.

Sí. De hecho, como somos copropietarios de los derechos también podemos trabajar el merchandising, con lo que también le dedico tiempo al diseño de materiales como camisetas. Además tengo una página web con una tienda y mucha gente me escribe para pedirme cosas.

El proyecto se pone en marcha en 2019. Teniendo en cuenta de que la trama se construye sobre el encierro de unos amigos en una casa a orillas de un lago habrá sido imposible escapar de guiños al confinamiento.

Empecé a diseñar los elementos de la serie el 1 de abril de 2020, en pleno confinamiento. Era difícil que el estado de ánimo de todo el equipo no traspasara a esta historia que, en definitiva, es apocalíptica. Eso puede ser una influencia más etérea, pero sabíamos que cualquiera que leyese sobre diez amigos encerrados en una casa sentiría que eso le ha pasado a él. Decidimos no rechazar lo que pudiese recordar a la pandemia y añadir cosas inspiradas en esa experiencia.

La serie tiene un planteamiento muy cinematográfico, incluso, televisivo.

Vivimos en un mundo de adaptaciones. Ahora mismo se ha estrenado en Netflix Sandman, que ha sido un éxito. No puedes mantenerte ajeno a eso, pero lo intento. En el propio germen de la historia está que pueda ser una serie: es barata, todo se desarrolla en una casa y son solo diez personajes. En cuanto a la estructura, cada número se enfoca en un personaje y cada capítulo acaba en alto; el misterio que rodea la serie que te da ganas de seguir leyendo... Siempre hay acercamientos, pero todo es muy incierto. A medida que pasa el tiempo me he dado cuenta que lo que quiero es estar concentrado en hacer un cómic cojonudo. Y cada vez uso más recursos de cómic. En el último número que he dibujado hay una página que solo funciona en cómic. Y en otro hay un recurso que solo puede funcionar en papel. Hay series que son literales y otras que no lo son. ¿Qué sentido tiene estar pensando en ese futuro? Yo estoy centrado en hacer un cómic cojonudo y si viene una serie cojonuda, bienvenida sea. Pero en mi día a día con lo que disfruto es con que sea un cómic. l