Su pasión por el piano nació innata, sin estar influenciada por ningún familiar; a los 12 años ya ofrecía su primer recital en solitario. Judith Jauregui (Donostia, 1985) siempre ha rechazado, no obstante, que fue una niña prodigio: “A mí me dieron un violín, pero con 5 años decidí estudiar piano. Y descubrí que me encantaba, que tenía una cierta facilidad. Desde el principio, quise compartir la música, divertirme haciéndolo... Siempre lo agradeceré porque crecí en el escenario”.Durante los próximos meses, su agenda está llena de compromisos por el Estado y por media Europa, pero siempre deja un hueco para participar en Musika-Música. “Es como estar en casa”, confiesa esta pianista donostiarra que ofrecerá en Euskalduna hoy un recital y mañana tocará con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

Lleva 13 años acudiendo a este festival de música clásica.

—Fue el primer festival que apostó por mí cuando acababa de volver de mis estudios en Alemania. Recuerdo que en enero 2008 estaba buscando piso en Madrid y a los pocos días me llamaron para ofrecer un concierto en Euskalduna. He venido todos los años desde entonces, menos uno que se dedicó a la música antigua y no entraba en mi repertorio.

¿Cree que este festival consigue acercar la música clásica a públicos no habituales en este tipo de conciertos?

—Absolutamente; creo en Musika- Música, en las personas que lo hacen posible, en el formato, en la calidad extraordinaria de los artistas que se traen, en el público que viene que se abre a conocer la música clásica y que se atreve con un formato cada vez más cercano... Musika-Música es una fiesta de la música, del compañerismo y de la amistad entre nosotros porque hay muchos amigos a los que solo les veo aquí. Es un fiesta de reencuentro con el público y convivencia con él, es la unión de todos, nos hace sentirnos parte de una fiesta musical.

En esta ocasión, ofrecerá dos programas...

—Así es, hoy un recital con obras de diferentes intensidades. Entre ellas, Escenas de niños, de Mompou, que para mí es muy especial. Desde que era una niña, me ha salvado en momentos en los que he necesitado reencontrarme conmigo misma. Y mañana tocaré también con la Orquesta Sinfónica de Castilla- León Noches en los jardines de España de Manuel de Falla, una obra clave en la programación del festival. Que hayan apostado por mí junto a la orquesta para llevarlo a cabo me llena de ilusión y de agradecimiento.

No ha parado en los últimos años... ¿No le afectado la crisis del covid?

—Ha sido un golpe muy duro para todos y el mundo de la cultura lo ha sufrido especialmente. Pero es cierto que España, en este sentido, ha sido un foco cultural a nivel mundial porque desde julio de 2020, después del confinamiento, se han hecho conciertos de pequeño formato, como fue mi caso. Yo he podido compartir la música con la gente todo este tiempo, cada vez en diferentes formatos, con mi piano sola en el escenario hasta llegar a tocar ya con una orquesta completa como va a ser mañana. Ha sido emocionante ir sumando y volver a estar con 70 músicos en el escenario. Y, en esta ocasión, ya con el aforo de público al 100%. Cada encuentro se vive como un milagro. ¡Ojalá se mantenga este espíritu!

¿Recuerda su primer concierto en pandemia?

—Fue en junio de 2020, era tal la emoción, la energía que sentí que no se me olvidará jamás. Qué bien que volvamos a sentirlo ahora, es necesario este sentimiento de comunión, de espiritualidad, de encuentro con uno mismo, mientras nos encontramos todos en comunidad. El concierto no solo lo da el artista, el público es parte activa.

¿Cómo se imagina la época poscovid?

—La pandemia nos va a hacer más conscientes, vamos a valorar más el aquí y ahora, me gustaría que seamos capaz de mantener el grado de consciencia que hemos adquirido tanto a nivel cultural, social, como a nivel individual, que no nos dejemos llevar por el río que siempre va a traer algo de turbulencias. Ser conscientes y agradecidos cada día.

Sobre todo en estos tiempos de guerra, de absoluto horror...

—Cuando estalló la guerra en Ucrania estaba tocando en Barcelona y no podía estar ahí y no pensar en el horror de la situación. La misión de la cultura y de la música, en particular, puede conseguir unirnos y aportar ese granito de arena para lograr una sociedad de mayor concordia y paz. Turbulencias hay siempre pero esta guerra es una tragedia, un fracaso de la humanidad. Cada concierto es una comunión, porque en un concierto puede venir gente de muchas ideas diferentes, pero la música es capaz de reunirnos a todos. La música tiene un poder transformador, uno no sale de un concierto igual que cuando entra. Sale con muchas emociones y reflexiones, que quizás en el mismo momento no es consciente pero que van llegando. Ese poder transformador, esa misión que tiene la música, es ahora mas importante que nunca. Bernstein decía que contra la violencia, la respuesta era tocar música con más intensidad que nunca. Me uno a esa reflexión.

¿Cuántas horas al día toca el piano?

—Todo depende, ahora en los próximos meses voy a ofrecer seis repertorios diferentes. ¿Dónde vivo? En el estudio. Son retos apasionantes, pero las horas no cuentan, hay una organización, mucha disciplina y compromiso. Luego hay épocas en las que puedes respirar un poco más, que también es absolutamente necesario. Para poder hacer música necesitas tener aire, hay otra forma de estudiar que es vivir, pasear, estar con tu gente... Porque la música es humanidad, es emoción, no se puede desconectar tampoco de lo que es la vida. A mí me ayuda mucho la naturaleza, trabajo también lejos del piano, a nivel mental. A veces, es como si estuviera un día entero en el estudio. Se estudia mientras se vive.

Vive en Madrid, tendrá poco tiempo para acercarse a su casa en Donostia...

—He ido muy poco, en navidades no nos hemos podido reunir porque estaba toda mi familia con covid. Les eché mucho de menos y en estos últimos cuatro meses les he visto solo una vez, así que estoy deseando que vengan este fin de semana a verme a Euskalduna. Es volver a tocar en casa, mi familia y mis amigos me dan energía y amor, que es lo más importante en la vida.

¿Siempre ha tenido claro que quería dedicarse a la música?

—He tenido unos grandísimos profesores, que vieron mis ganas de compartir la música. Fue todo muy natural, no fue nada forzado. Empecé con violín con cuatro añitos; soy la pequeña de tres hermanas y mis padres querían que tuviéramos una educación más allá de la académica, un acercamiento a algo emocional, espiritual y cultural. En mi casa, mis hermanas probaron con el ballet, el piano... A mí me dieron un violín, pero con cinco años decidí estudiar piano. Y descubrí que me encantaba. El 19 de marzo es mi cumpleaños y se cumplirán 25 años desde que debuté como solista con una orquesta, tenía doce años. Compaginaba tocar el piano con Jugar al diablo. Ese es el recuerdo que tienen de mí de pequeña, la niña que jugaba en los pasillos de donde tocaba. No tuve ningún tipo de presión, yo era feliz, siempre tendré que agradecer a mis padres que me educaron desde el amor y desde la naturalidad a hacer lo que yo quisiera y hasta dónde yo quisiera.

¿Recuerda el momento en que decidió que se convertiría en su vida?

—Mi madre se acuerda mucho más porque yo era pequeña, pero parece ser que hubo un día que llegué y le dije que estaba dudando en meterme en Ciencias para hacer medicina o Letras. Me comenta que me quedé mirándola un momento y la dije al final: “No ama, voy a hacer música, eso es lo que quiero hacer”. Más tarde, con 15 años fui a hacer un curso, una convivencia de niños y jóvenes con grandes maestros a nivel internacional. Después de aquello nunca lo volví a dudar.

No se ha dedicado solo a tocar el piano, ha creado también su propio sello discográfico, BerliMusic...

—La verdad es que los dos últimos discos nos los he hecho con mi sello, sino con una discográfica alemana. Pero monté el sello en un momento en el que sentía que quería probar y, sobre todo, aprender; soy curiosa por naturaleza. Quería aprender cómo era el proceso y tener la libertad que me daba el poder elegir qué grabar, con quién... Y la verdad es que fue una aventura preciosa, aprendí muchísimo y me ayudó un montón. En cada grabación he probado cosas nuevas, eso es fundamental en un artista. Tengo otras ideas de proyectos, pero tengo una agenda muy exigente, en los próximos meses estoy muy centrada en los conciertos. Voy a tocar por todo el Estado y luego me voy fuera, en los próximos meses tocaré en Francia, en la República Checa, en Bélgica... Decir esto hoy en día es una suerte. Estoy muy feliz.

“Bernstein decía que contra la violencia la respuesta es tocar música con más intensidad que nunca”

“Musika-Música es como estar en casa, nos hace sentir a los músicos y al público como en una fiesta musical”

“El 19 es mi cumpleaños y se cumplirán 25 años desde que debuté como solista con una orquesta. Tenía 12 años”