"Celebrar mi cumpleaños sobre las tablas de Olite, junto a un castillo impresionante, pronunciando las palabras que un día escribió Lorca y reencarnando a una mujer como Yerma es todo un honor y un privilegio", asegura la actriz María León, quien se siente agradecida de poder llevar de gira este papel, renovado, rebelde y feminista. Así es la protagonista de La pasión de Yerma realizada por Lola Blasco y dirigida por Pepa Gamboa que llega este viernes al escenario La Cava del Festival de Teatro de Olite (22.00 horas). La obra, con una visión más contemporánea que nunca, nos adentra en la tensión entre deseo y moralidad, maternidad y muerte, género y poder. El conflicto sexual y la libertad de cada individuo tomarán más protagonismo que nunca en esta adaptación que muestra cómo ni la honra más firme es capaz de sujetar las pasiones.

Esta es la segunda vez que se sube a los escenarios y lo hace a lo grande, reencarnando a la gran Yerma de Federico García Lorca. ¿Cómo está siendo la experiencia?

- Es un regalo, porque es la oportunidad de interpretar a Yerma, poder decir el texto de Lorca y poder realizar una gira con esta obra. Estoy muy feliz de haber tenido esta oportunidad tan bonita. ¡No todos los días llega una Yerma a tu vida!

¿Qué diría de la protagonista de la obra, más contemporánea que nunca?

- Esta es una Yerma muy animal, que muestra sus entrañas, aunque eso ya lo tenía la obra de Lorca. Ahora es más actual y, digamos, más visceral.

También es una Yerma llena de vigor y de rabia, feminista y muy rebelde. ¿Se ha sentido identificada con este personaje de alguna manera?

- Lo que comparto con este personaje son las ganas de vivir y de morder la vida. Yerma lucha por su independencia física, porque ella lo que quiere es vivir libremente y no se lo permiten porque es mujer. Cuando hablamos de feminismo, en este caso, podemos decir que Yerma es feminista porque defiende su cuerpo y se defiende a sí misma como mujer que es. No entiende por qué no puede vivir, por qué no puede morder, por qué no puede comer ni ir al campo.

¿Podríamos decir que esta revisión de la obra original está más enfocada a esa búsqueda de la libertad absoluta?

- Sí, por supuesto, es una búsqueda de la libertad, pero no solo desde el personaje de Yerma, sino desde cada uno de los personajes que aparecen. Es verdad que Yerma es quien invoca esa libertad, pero cada uno de los personajes también la busca. En la obra original eran 24 y en esta son solo 5, y se ve muy claro cómo cada uno tiene una necesidad de libertad y tienen una frustración clara. De ahí viene la tragedia, por supuesto, de que ninguno puede desarrollarse en plenitud porque la sociedad no les deja.

Es verdad que esta obra otorga mucho mayor protagonismo al resto de personajes como, por ejemplo, Juan, el marido de Yerma. ¿Cómo es su relación?

- Claro, porque también se cuenta su tragedia, el impedimento que él tiene y cómo esto le lleva a la tragedia y, del mismo modo, arrastra a Yerma a ella. Lo que ocurre es que él no puede amar a Yerma con el cuerpo. Lo dicen en la obra: "Yo te amo con la cabeza, pero una cosa es la cabeza y otra lo es el cuerpo; maldito sea el cuerpo que nos responda". En este caso, Juan tiene la sensación de que no puede responder a Yerma como a ella le gustaría. Y ellos se aman profundamente, ojo, pero hay una cosa que es el deseo y que no se puede cumplir porque él tiene otros deseos hacia otra persona que no es Yerma.

Otro tema fundamental que saca a relucir este texto es la maternidad y ese machaque hacia las mujeres que no pueden ser madres...

- Así es. En este caso, como es una versión adaptada, ella dice que hoy en día tenemos la suerte de ser madres solas, sin la necesidad de la figura de un hombre, porque por supuesto hemos evolucionado y tenemos opciones para ello. Ella tiene el deseo de ser madre porque quiere seguir desarrollándose como mujer, porque sabe que su cuerpo es una herramienta que se puede estirar como un chicle, y no entiende por qué no puede. Yo creo que Lorca, cuando escribió la obra, no podía hablar tan claramente sobre este tema, pero la esencia estaba ya en su texto. Al final, el mayor conflicto que se muestra es ese: querer ser madre y no poder. Es algo muy doloroso, que ya lo era cuando esta obra se escribió y lo sigue siendo a día de hoy, a pesar de haber más opciones. Yerma quiere ser madre, pero también quiere ser amada porque sabe que su cuerpo da para mucho. Y tiene la necesidad de vivir.

¿Cree que a día de hoy sigue vigente esa concepción errónea de que una mujer no es del todo mujer hasta que no es madre?

- Yo quiero pensar que no, que ahora las mujeres son más libres en ese sentido. Pero la mejor lucha que podemos hacer es la de permitir a cada persona que utilice su cuerpo como mejor crea y como más quiera. Si es siendo madre, estupendo; y si es no siéndolo, también. Todo se basa en tener libertad, y esta es muy necesaria para poder ser felices.

¿Por qué se define a Yerma como una mujer seca y marchita?

- Porque la sociedad le impide, por el hecho de ser mujer, salir al campo, subirse a los árboles, y vivir. Y ella es una mujer con muchísima pasión y muchísima fuerza. Claro, la sequedad aparece fruto de estas imposiciones, y también aparece la tragedia. Yo creo que se refiere a eso; por lo menos, es desde yo la defiendo. Ella es una mujer seca y marchita porque la castran simplemente por ser mujer, porque tiene que cumplir una función, y esa función es doblar sábanas y no volar como ella quiere, porque si no la gente habla.

Esto, que ya reflejaba Lorca en el texto original, sigue ocurriendo a día de hoy. Y es una pena que, por más que digamos que hemos evolucionado y que somos una sociedad más abierta y respetuosa, siga habiendo personas que no se sientan libres de expresarse y mostrarse tal y como son...

- Sí, así es, y da mucha lástima. Quiero pensar que cada vez ocurre esto menos. Creo que hay que luchar por hacer ver que no hay una única manera de hacer las cosas, así como no hay una sola manera de ser. Porque lo importante es descubrirnos a nosotros mismos, y si estamos más pendientes de cómo funciona el mundo que de cómo funcionamos cada uno individualmente no lo lograremos. Y descubrirse es una labor que no nos educan pero que es necesaria. Es muy necesario saber quiénes somos. Y quiero pensar, realmente, que la gente está más espabilada en ese sentido.

¿Qué lección podemos aprender con esta nueva versión de Yerma

- La lección es que el amor es un motor que funciona, porque en este caso los personajes se aman profundamente, pero que hay que respetar y hay que quererse tal y como uno es porque, si no, empieza la tragedia. Ese es el aprendizaje. Es necesario permitir y permitirse a uno mismo caminar con nuestros propios pies y no escuchar a la sociedad, porque la sociedad te lleva a un lugar donde acabas apagada, seca. Porque no te da libertad. Y creo que la libertad es lo que nos une y lo que verdaderamente importa.