Bilbao - Un contenedor situado en plena Gran Vía bilbaina se convirtió ayer en una improvisada sala de cine donde fueron proyectados dos cortometrajes que reflejan “los derechos violentados de las mujeres migrantes”. Enmarcado en el Día Internacional de los Derechos Humanos, la Coordinadora de ONG de Desarrollo de Euskadi -red que agrupa a 79 ONG vascas- organizó una muestra de seis proyecciones de dos cortometrajes a pie de calle. Su objetivo fue, según su responsable Mila Domínguez, “sacar a la calle el tema de mujeres que luchan por sus derechos humanos y hacerlo en un espacio en el que habitualmente no estamos acostumbrados”, haciendo uso para ello de un medio como el cine.

De ese modo, por la mañana fue el turno del cortometraje Chica seria y responsable, un documental dirigido por David Macián del que se ofrecieron tres pases. La cinta muestra la realidad que viven decenas de mujeres migrantes empleadas del hogar. “Nos habla de situaciones de esclavitud de mujeres que están internas”, apuntó. Y es que como aseguró la responsable de la Coordinadora, muchas empleadas domésticas tienen un salario de 450 euros mensuales por una jornada laboral que se prolonga desde las 19.00 horas hasta las 7.00 del día siguiente.

La sesión vespertina, por su parte, estuvo dedicada al cortometraje Promesas que Halimo no puede cumplir. En él, la directora Paula Palacios narra cómo es la vida de una mujer refugiada somalí que vive en Viena. Como explicó Katalin, miembro de la Comisión de Cine de Ongi Etorri Errefuxiatuak, “la protagonista explica a través de cartas cómo ha dejado atrás a dos niñas que piensan que la que escribe es su hermana mayor, pero es su madre”. La mujer trata de reagrupar a su familia en la capital austriaca.

El proyecto de Paula Palacios va mucho más allá de este cortometraje, tal y como explicó Katalin. Y es que la cineasta realiza un proyecto denominado Cartas mojadas, en el que reúne relatos de mujeres refugiadas que llegan a Europa. Así, “a través de la correspondencia las mujeres cuentan su situación”.

Un espacio para la reflexión La elección del contenedor como localización para esta iniciativa no es casual. Domínguez recordó que “es el lugar donde vienen en muchas ocasiones personas que huyen del hambre o conflictos”. Y es que, según incidió la responsable de la Coordinadora de ONG de Desarrollo de Euskadi, esta iniciativa va más allá de una mera proyección de cortometrajes. “No es solo una proyección, es un espacio de diálogo y de acercamiento del tema a la ciudadanía y ver qué puede hacer cada uno a su nivel”. Por ese motivo, las proyecciones fueron completadas con un debate.

Por la mañana, el coloquio estuvo moderado por la Comisión de Empleadas de Hogar de SOS Racismo Gipuzkoa, debate en el que también participó una de las protagonistas del cortometraje dirigido por David Macián.

Por la tarde el coloquio posterior al corto Promesas que Halimo no puede cumplir, corrió a cargo de la Comisión de Cine de Ongi Etorri Errefuxiatuak. Tal y como aseguraron desde la organización de la iniciativa, “este cine, con un formato tan particular y en un recinto tan inusual, pretende contribuir a generar conciencia en la sociedad sobre la importancia de garantizar y defender los derechos humanos para todas las personas y en todos los lugares”.