a la vista está que las ciudades que disfrutamos hoy no son las mismas que hace un par de décadas. Tendemos a la modernización y, sobre todo, queremos que sean perfectas, al menos de cara a la galería. Centrado en esto, Efrén, un escultor donostiarra, ha realizado una serie de siete piezas de acero destinadas a mostrar su preocupación sobre el urbanismo actual y a realizar una crítica sobre él. Marcado por los escultores vascos de la última etapa, ha conseguido encontrar su “estilo propio” y lo muestra en Laberintos urbanos. Una exposición que estará en el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco- Navarro hasta el 30 de este mes. Con ella invita a la reflexión sobre las transformaciones que se ejercen desde el urbanismo en nuestras urbes y se anima a decir que “lo deseable, y quizás utópico, sería aunar esfuerzos e iniciativas para hacer ciudad, implicando y exigiendo a todos los actores y responsables que dejaran aparte cualquier interés ajeno al general”.

Con piezas realizadas en acero de carbono, oxidadas de forma forzada con ácido nítrico y patinadas con ceras asegura que son el reflejo de sus pensamientos, su manera de expresarse hacia el exterior. Son el fruto de una reflexión sobre la ciudad. Sobre una y sobre todas ya que, como cuenta Efrén, en “todas las del mundo se repite el mismo patrón”: la zona llamativa, bonita de cara a la galería, en la que viven las personas de estatus acomodado, y mientras, en la periferia, se forman “los infrabarrios”. En ellos, cuenta que “se produce una guetización de colectivos marginados, muchas veces hacinados en conjuntos de viviendas sociales, de carácter suburbial, condenados a ver la ciudad a distancia y a no poder ejercer la ciudadanía de pleno derecho” y que, por lo tanto, se crean “los ciudadanos de segunda”.

Asimismo, el autor afirma que se niega a explicar el sentido de sus esculturas para así dar rienda suelta a los pensamientos de cada individuo: “Mi obra está ahí y a cada uno le llega de una manera, eso es lo importante”. A esto añade que lo preocupante sería que alguien se quedara indiferente al ver las piezas y que, por lo tanto, “a algunos les pueden parecer bellas, a otros les pueden parecer inquietantes, otras veces por la propia estética del óxido les pueden parecer cálidas?” Con esta muestra Efrén invita a la reflexión a todos los espectadores para llegar a una misma idea: “Me gustaría que las ciudades fueran más amables, más acogedoras? que por encima de todo haya más igualdad y sean sensibles con la calidad de vida de los ciudadanos”, dice.

iguales y diferentes “Todas las esculturas están basadas en una misma idea principal, la crítica a las ciudades”, comenta el artista. Pero sí es verdad que todas las obras que componen esta serie, estéticamente son diferentes, varían, aunque tengan un elemento común: las piezas pareadas de acero. Algunas esculturas son más horizontales y otras más verticales que, finalmente, derivan en la última a la que el escultor se refiere como “la más radical”. Esta cuenta con cortes en el acero en los que ha encajado, a su vez, más piezas de este mismo material. Además, cabe mencionar que en las obras, pese a compartir los mismos componentes, el resultado es diverso: la intensidad del color varía. En algunas es más rojizo que en otras por el nivel de oxidación que Efrén les ha proporcionado. También es destacable el relieve de las esculturas, ya que el acabado no es homogéneo: “Así, cada pieza posee su propio encanto, color y forma”, comenta. El proceso para llegar a crear todas sus series es el mismo. Sus proyectos nacen de una idea principal, un pensamiento, una reflexión? algo que luego intenta “exteriorizar de una manera plástica”. Para llevarlo a cabo, confiesa que la clave está en realizar un avance paulatino: en primer lugar crea bocetos y tras estos, recrea las piezas en maquetas de cartón que después va modificando: “Espacialmente tengo la idea clara en la cabeza pero necesito ver cómo funciona porque mis obras son multifrontales, así que ninguna de las caras está pensada para ponerla pegada a la pared, hay que buscar que todas las vistas tengan sentido”, y añade que el objetivo es que “espacialmente funcionen bien” y que tengan sentido desde todas las perspectivas. Además, confiesa que lo más complicado es crear la primera pieza de la serie ya que esta deriva en otra y así sucesivamente.

En cuanto al futuro de sus creaciones, cuenta que “todas nacen con la idea de ser monumentales”. Al igual que sus series anteriores, que están trabajadas en madera, sueña con que algún día todas sus piezas midan “más de cuatro metros”.

UNA TRANSICIÓN Efrén, donostiarra de nacimiento pero afincado en Bilbao, comenzó trabajando con un material diferente al que se puede encontrar en Laberintos urbanos y ha vivido “una especie de transición”. Empezó a crear con la madera y de ahí nacieron series como Frontoi, Sustraiak, Torsiones o Formas.

Más tarde llegó el momento de salir de la zona de confort y decidió ponerse a trabajar partiendo de otra base: el acero. Tal fue su satisfacción al trabajar con él que ahora confiesa que es su único material y que se dedica a él “en exclusividad”. Asimismo, a la muestra de acero Laberintos urbanos le preceden otras como Las Catedrales del Hombre o Minimal, en la que el protagonista es el acero inoxidable. Así, confiesa que para él “crear es una necesidad vital”.

Tras una vida profesional en la que ha realizado exposiciones, tanto individuales como colectivas, en diversos puntos del mundo, actualmente muestra su obra Laberintos urbanos en el COAVN hasta el próximo día 30. Una serie realizada con acero que invita a la reflexión para que, entre todos, se encuentre una férrea salida a estos peculiares laberintos.