Bilbao - Alaska comparte música desde hace 42 años con Nacho Canut, desde Kaka de Luxe. Y tras Pegamoides y Dinarama, cumple tres décadas con él en Fangoria. El dúo de pop electrónico publica su decimotercer disco, Extrapolaciones y dos preguntas 1989-2000 (Warner), en el que rinden tributo a sus canciones favoritas en castellano, de Carlos Berlanga a McNamara, pasando por los donostiarras Family y La Buena Vida, OBK, Los Sencillos, junto a dos canciones inéditas. “No se puede vivir al margen, pero lo intento”, explica Olvido. El dúo estará mañana en la FNAC bilbaina.

Treinta años ya en Fangoria con Nacho...

-Como dice Bibiana, de todo hace cuarenta años. Es que si nos vamos hacia atrás, a Dinarama, Pegamoides y Kaka de Luxe, son ya doce más.

Toda una vida.

-¡Pero estamos vivos!

¿Y muy cambiados?

-El cambio en Fangoria no ha sido tanto, ya que empezamos de cero en lo musical, en el negocio y hasta como personas. Éramos muy adolescentes hasta el dúo, ya que teníamos un mánager que se ocupaba de todo. Tuvimos que crecer juntos, Nacho y yo, a los 30 años, en lugar de a los 15. Además, hasta entonces estábamos en una compañía discográfica. Con Fangoria eso se acabó.

Empezaron de cero.

-Claro, sin apoyo y sin contratos para conciertos. Fue todo puro empeño hasta el primer Sonar, a mediados de los 90. Ahora, estamos en una situación cómoda.

¿Qué llegó antes, el deseo de conmemorar los treinta años o el disco de versiones?

-Ni lo uno, ni lo otro. La idea del disco está desde que éramos pequeños, cuando oíamos discos de gente que rendía tributo a otras canciones. El primero fue Pin ups, de Bowie. Y Morrissey creo que va a grabar sus canciones favoritas. Es un clásico que nos gusta, y da una imagen distinta de cada artista en cuestión.

Pero se edita con el cumpleaños.

-Es que encajó todo. Ha sido una buena excusa grabar treinta canciones distribuidas en dos discos: el primero, con temas del siglo XX, sale ahora, y el otro, después del verano, con los del XXI. Están ya casi grabados, solo falta meter mi voz. En ambos casos hay dos temas inéditos.

¿Ha costado elegir las canciones a versionar, se han peleado mucho?

-Tras acotar el espacio temporal de los treinta años, coetáneos a nosotros, dividimos en artistas españoles, en el primer caso, y general, para el segundo. Y siempre trabajamos igual, lo mismo para los conciertos: cada uno lleva su lista, en la que coincidimos en el 80%, aproximadamente.

El abanico elegido en muy amplio en estilos y hasta éxito comercial. ¿Pocos prejuicios?

-Imagino que los tendremos, seguro, como todo el mundo, pero no en el caso de la música. Están los artistas que nos han gustado y las canciones, como en el caso de Llorando por ti, de Ku Minerva, un hit de la música electrónica de los 90. Y está OBK. Empezamos al mismo tiempo, aunque ellos se convirtieron en un dúo masivo a medida que nosotros íbamos siendo más underground.

Y los donostiarras Family, que solo editaron un disco.

-Nos hemos sentido siempre acompañados por su existencia. De hecho, su único disco se grabó en nuestro estudio y les llevamos a nuestro club a tocar. Es algo endogámico. Es que entonces era todo muy pequeño.

Los obligados son Carlos Berlanga y Fabio McNamara, dos amigos.

-Es que, más allá de lo musical, forman parte de la vida. Eso sí, otros amigos no están aunque también lo sean. Ellos están por sus canciones y su música. Y el método no ha sido buscar las rarezas, sino lo más representativo de cada uno, lo conocido.

Y está el gran Miqui Puig, con los nunca reconocidos como se merecen Los Sencillos.

-En el mundo en que me muevo, sus canciones son jitazos (éxitos). Suenan en nuestras casas a las 7.00 de la mañana, estando de fiesta. ¡Y todo el mundo se levanta del sofá!

¿No era la canción elegida de Los Sencillos, ‘La banda sonora de una parte de mi vida’, perfecta para titular su disco?

-Sí, está en mi colección de favoritas. Y dice mucho de lo que es este disco.

Han logrado adaptar esas canciones a la personalidad de Fangoria o a los ritmos actuales.

-Exacto, pero sin líneas marcadas. En algunas versiones hay mucho original; en otras, poco, y en alguna, nada de nada. Cogíamos las canciones y tirábamos por donde nos gustaba.

Las dos nuevas son ‘¿De qué me culpas?’ y ‘¿Quién te has creído que soy?’. Huelen a hit, como ‘¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?’.

-Bueno... veremos. Ambas son dos preguntas. Somos de preguntarnos muchas cosas, como se puede ver en nuestra discografía.

Es más fácil hacérselas que responderlas, claro.

-Claro. Y está bien, porque las preguntas no suelen tener una única respuesta, sino múltiples.

Ambos son canciones sobre personas fuertes que se reafirman y no se dejan doblegar.

-Son muy directas, lo que queríamos, y tienen letras muy contundentes. El resto no está en nuestra mano.

Hay en el disco algún guiño al trap y al reguetón. ¿Son como el punk del siglo XXI?

-Me niego a pensar que sea algo generacional. Cuando en 1982 grabo Bailando, con 17 años, no tenía que ver con mi edad que me gustara la música disco, a la vez que el punk. Y luego metimos violines. ¿Que éramos adolescentes y eran sonidos coetáneos? Pues sí, pero la música siempre es coetánea si sigues vivo.

¿No se siente la mente más abierta con 17 años que superados los 50?

-No estoy de acuerdo. Ese no es el tipo de juventud con la que he tratado. La gente tiende a ser muy cerrada, aunque haya algunas otras personas más abiertas. De hecho, cada paso que hemos ido dando nosotros se veía como un anatema.

Y en los 80 protagonizaron muchos. ¿Sería posible ahora, con la situación social y política actual?

-El underground es lo que tiene, de ahí venimos, de esa base sólida. Es un mundo muy pequeño; otra cosa es que se publiquen y salgan en los medios. Hay gente haciendo cosas underground y otra más comerciales.

Pero menos libertad, ¿no?

-Antes había muchos menos medios: cuatro periódicos, una televisión y dos radios. Ahora, se habla de pluralidad con Internet y las redes. Es una moto que yo nunca compré. Relativamente, solo. El acto de búsqueda es voluntario. Mi madre siempre supo quién era Loquillo porque salía en la televisión cuando ella buscaba una telenovela. Hoy, la gente se escapa a otros soportes, incluso ve la televisión de manera diferente.

Y en lo político y social ¿no siente el temor que nos atenaza a algunos?

-No creo estar tan preocupada. Sobre todo porque te das cuenta de que tu vida va al margen de todo. Es como los inicios de Fangoria. Luego nos dimos cuenta de que España había vivido una crisis en los 90, pero creíamos que era solo del dúo. No se puede vivir al margen, pero lo intentas. A veces, puede ir todo muy bien, en general, y a ti ir muy mal, y viceversa. Tengo edad suficiente para saberlo, como que el underground es un foco de resistencia. Y está vivo con muchos agentes. Solo hay que dejar de mirarlo con nuestra visión del siglo XX.