Y hasta aquí el BBK Live 2025. Corta pero intensa. Así ha sido mi segunda experiencia en este festival que ha tenido de todo. Tras el diluvio del pasado viernes, el sábado las cosas solo podían ir a mejor, y la verdad que la noche fue sobre ruedas. Conciertos muy potentes, buen tiempo y buen ambiente. Una noche de 10 que sirvió para poner el broche de oro a esta edición, y que deja las expectativas altas de cara al año que viene, cuando el festival cumplirá su 20º aniversario.
Tras los dos días anteriores en los que subimos bastante tarde al recinto por la cola del autobús gratuito, este último día decidimos tirar la casa por la ventana y reservar plaza en uno de los que cada 10 minutos salían de la explanada de San Mamés. Lo cogimos a las 18.20 h. y a las 18.30 h. ya estábamos arriba por el módico precio de 3,50 euros. Un gasto totalmente asumible teniendo en cuenta que todavía nos quedaba dinero del primer día que recargamos la pulsera.
Una vez arriba y con un outfit de lo más festivalero y cómodo —la misma camiseta retro de la Euskal Selekzioa que llevaba la mitad de la gente congregada allí, pantalón negro corto y zapatillas negras con calcetines blancos altos—, nos dimos el gusto de dar una vuelta por el recinto y sacarnos unas cuantas fotos sin necesidad de tener que ir corriendo a ningún concierto. De hecho, subimos con tanto tiempo de antelación que pudimos incluso coger un buen sitio en las primeras filas del escenario Nagusia donde a las 20.15 tocó Carolina Durante. Un grupo que descubrí el año pasado en el propio BBK Live y cuyo concierto disfruté mucho esta vez.
Después, tocó parada para cenar de nuevo una hamburguesa y a continuación, asistimos al plato fuerte no solo del día sino de todo el festival: el concierto de Kylie Minogue. Toda una experiencia religiosa si me preguntan. El show de la australiana fue espectacular. Nadie se lo quiso perder y todos los asistentes al BBK Live estábamos congregados en la explanada central. Luces, música, vídeos, cambios de vestuario... El espectáculo tuvo de todo y nos dejó con la boca abierta. La cantante irradiaba una energía y una vitalidad que se contagió por todo el recinto y que dejó un concierto para el recuerdo.
Sin embargo, no tuvimos tiempo de reponernos de tal experiencia, porque acto seguido empezó en el escenario de San Miguel el concierto de Nathy Peluso. Otro pedazo de show en el que la argentina lo dio absolutamente todo y contribuyó a mantener la energía tan mágica que se había creado. Dos espectáculos que pusieron la guinda del pastel al último día y que nos dejaron en el cuerpo una tremenda sensación de disfrute y adrenalina que serán difícil de olvidar. Después, tras el subidón de energía, llegó el bajón que nos llevó a dar un último rodeo y bajar andando hasta San Mamés para evitar las larguísimas colas que se formaron para el autobús.
Concluye así esta edición del BBK Live en la que he disfrutado mucho a pesar de las circunstancias, y que me deja con ganas de volver el año que viene, sobre todo teniendo en cuenta que el 20º aniversario seguro traerá cosas grandes. Pero sobre todo y dejando de lado todo lo que ofrece el festival, estoy feliz de haberlo podido compartir con la gente que quiero y por haber creado esta tradición tan bonita que seguro perdurará en el tiempo. A ustedes, gracias por leerme. Nos vemos pronto.