mINUTOS antes de salir a escena, el director Thierry Fischer prepara su batuta para enfrentarse la Euskadiko Orkestra Sinfonikoa en el Auditorio del Palacio Euskalduna. En la sala en la que los músicos afinan sus instrumentos y templan sus nervios, las notas de flautas, violines, y contrabajos se mezclan para prepararse y tocar la Sinfonía número 2 en do menor Resurrección, de Gustav Malher. Y al igual que esta sinfónica, en el resto de rincones del palacio bilbaino, otros intérpretes y formaciones se disponen para poner sonido a la música de Bohemia.
Los pasillos y recovecos del Euskalduna viven estos días un continuo ajetreo de los artistas y organizadores que participan en el festival Musika-Música. Entre las bambalinas del Auditorio se encontraba, en un rincón, Iciar Múgica violinista de la OSE desde 1991. “Esto lo vivimos con respeto, que no es lo mismo que estar nervioso”, explicaba. La intérprete aseguraba que en estos eventos “hay que cultivar la calma para poder disfrutar. Estas citas son increíbles, realmente maravillosas, y todo un lujo”. “En la orquesta somos aproximadamente ochenta músicos, y esto es magnifico, lo disfrutamos mucho”, agregó. Segundos antes de comenzar el recital, la agrupación detiene todos sus sonidos y sale al escenario escuchando los aplausos de los espectadores. Hoy, a las 13.30 horas, volverán a vivir esas sensaciones, para interpretar, de nuevo en el Auditorio y bajo la batuta de Thierry Fischer, El Moldava del ciclo de poemas sinfónicos Mi Patria, de B. Smetana, y la Sinfonía número 8 en sol mayor opus 88, B. 163 de A. Dvorâk.
Pero en las tripas del palacio Euskalduna también se encontraba Oriol Roch, el director general de la Euskadiko Orkestra Sinfonikoa, acompañando a los artistas antes de subirse a las tablas de una concurrida sala. “Este evento es para nosotros un complemento excelente a la labor que hacemos en Euskadi, porque esta también es nuestra sede. Este formato nos permite hacer una propuesta distinta en el aspecto de la duración del concierto y del ambiente que se vive en el festival, y nos permite llegar de una forma natural a una serie de público que descubre la orquesta gracias a esta vía”, explicó Roch.
Unos en solitario y otros en grupo afinaban sus instrumentos para sonar impecables. “Jugamos en casa, y cuando juegas en casa, tienes menos nervios”, agregaba el director general, quien afirmó que “cada programa que hacemos para Musika-Música es un diseño especial para el festival. Una vez finalizado, además, realizamos un balance para saber qué podemos mejorar en las próximas ediciones”.
Didáctica Pero Musika-Música también dedica espacios a los más pequeños. Durante la mañana de hoy, a las 11.00 y a las 11.45 horas, y por la tarde a las 17.30 y las 18.15 horas, en la Sala Barria, el festival ha preparado un taller infantil para niños de entre 5 y 8 años titulado Desde Bohemia a Bilbao. Se trata de una propuesta para conocer de cerca los instrumentos y aprender a jugar con el movimiento y las melodías. Su coordinadora, Mercedes Albaina, explicó lo especial de esta propuesta, ya que “no hay patio de butacas, va a ser un espacio abierto. Participarán diez instrumentistas de escuelas de música, que interpretarán obras que hemos arreglado de los compositores incluidos en esta edición, como Pablo Sarasate, y haremos un viaje con estos niños desde Bohemia a Bilbao”. De ese modo, los más pequeños tendrán la oportunidad de tocar instrumentos de pequeña percusión con los artistas que están allí.
Hoy el festival volverá a ofrecer una amplia programación de conciertos y actividades en una tercera jornada en la que los conservatorios tendrán un gran protagonismo, gracias a los conciertos que acogerá el Kiosko del Palacio.