lA torre de la vela, Qué fue del siglo XX, La vida qué mala es, Nadie encuentra lo que busca, La canción del espantapájaros o En la calle son algunas de las mejores canciones del rock estatal. Y todas ellas las firma 091, el grupo granadino que nunca tuvo la repercusión que merecía en los 80 y 90. Dos décadas después de su disolución, la banda volvió en olor de multitudes y en la recta final de su gira de regreso, tan sólida como demuestra el disco en directo Maniobra de resurrección (Warner), actuará el próximo sábado en la sala bilbaina Santana 27, en el festival WOP.

091, que actuará junto a Kurt Baker Combo y The Kleejoss Band, volverá, un cuarto de década después, a Bilbao, donde se estrenaron en Deusto con un concierto en el que el aforo rayaba el medio centenar de personas. Y es que Los Cero, apodo con el que les conocen sus seguidores, nunca lograron el éxito popular que merecían. Fueron un grupo de culto siempre aunque las nuevas generaciones han respondido con entrega absoluta a su regreso. Iniciaron su trayectoria en Granada, en 1982, jugando en un territorio donde resultaba difícil deslindar el punk, el rock de los 60 y el power pop.

La banda, siempre liderada por la voz de José Antonio García y la guitarra y composiciones de José Ignacio Lapido, estuvo en activo casi década y media, en la que grabaron ocho discos, muchos situados entre lo más granado de finales del siglo pasado. Resucitaron en enero, en el Actual de Logroño, con Tacho González a la batería, Jacinto Ríos al bajo y Víctor Lapido a la segunda guitarra, y en 2016 han vivido una maniobra de resurrección que concluirá antes de fin de año en Granada y se ha concretado en un disco doble homónimo grabado en directo.

“Las propuestas de reunión no paraban de llegar, así que lo pensamos y entre lo redondo del 20º aniversario y la posibilidad de actuar ante nuevas generaciones de seguidores que nunca han tenido la oportunidad de vernos en directo, decidimos dar el paso aunque la causa principal es que volvemos para celebrar este aniversario como mejor sabemos, tocando en directo”, explicaron en el BIME 2015, donde hicieron oficialmente su regreso.

Estos conciertos, auténtico “motivo de celebración”, confirmaron que el quinteto andaluz sigue en forma. “Cuando estábamos en activo éramos de ensayo diario y ahora nos hemos sorprendido porque, a pesar de haber pasado tanto tiempo sin tocar juntos, en una semana las canciones ya sonaban. Hemos encajado fenomenal de nuevo”, según Lapido.

disco de celebración Esa química se advierte en el álbum doble en directo editado, que hace un repaso por su discografía a través de 27 canciones eléctricas y rabiosas, de tres acordes (no seis) y letras vivas (a guitarrazo limpio pero siempre con melodías gloriosas y una voz aguda pero excelsa y poderosa) de corte autobiográfico y repletas de las dudas y deseos de búsqueda que impulsan a cualquier ser humano ansioso de aprender cómo avanzar en un mundo repleto de contradicciones y agujeros negros cuando siente cerradas las puertas del cielo.

Son latigazos rockeros como La vida qué mala es, Sigue estando Dios de nuestro lado, Esta noche o Huellas, y caricias acústicas como Nubes con forma de pistola y La canción del espantapájaros, la balada Un cielo color vino y el medio tiempo La noche que la luna salió tarde. El álbum confirma que Los Cero pusieron la banda sonora a “nuestro tiempo”, a muchachos aburridos con las manos en los bolsillos, reyes que no reinarán pero orgullosos de su rabia y desesperación.

Ellos, y sus fans, eran chavales que buscaban ser libres mientras capeaban el temporal leyendo a Kant o a Calderón y escuchando a The Clash, para buscar algo en que creer y salir de un oscuro laberinto interior. Lo hicieron con canciones de corazones acelerados, saltos al vacío, escupitajos contra el viento, fuego y deseo, tormentas nada imaginarias, delirios transformados en suspiros y lluvia en balas, albañiles doloridos que sueñan con la revolución, policías, poetas y borrachos. Además del disco, su regreso quedará en la retina gracias al libro del fotógrafo Javier Martín, asiduo viajero en estos conciertos y que incorpora 300 imágenes exclusivas. La tienda WOP de Bilbao, situada en la calle Marqués del Puerto nº 1, es el único punto de venta en Euskadi.