millones de personas tienen su vida ligada a la música de Paul McCartney, uno de los compositores más populares del último medio siglo. Reacio a retirarse y mientras edita una canción nueva para el exitoso videojuego Destiny, la plana mayor de la música rock y pop se ha aliado para versionar sus canciones en el doble CD The art of McCartney, un tributo repleto de estrellas como Dylan, Billy Joel, The Cure, Kiss, Alice Cooper o B. B. King, que han grabado sus temas en solitario y con The Beatles y Wings.
Todo empezó en el número 20 de Forthlin Road, un suburbio de Liverpool, a finales de 1956. Allí, el adolescente de 14 años James Paul McCartney escribió su primera canción, I lost my littler girl. Faltaban meses para que se encontrara con John Lennon y cambiaran el curso de la música popular del siglo XX. Hoy en día, McCartney, nombrado sir pero conocido como Macca, sigue en la brecha a sus 72 años, reacio al retiro, como prueba su último disco -New es de este año, aunque su última gema, Chaos and creation?, data de 2005- y su canción, Hope for the future.
Esta pieza de pop épico y esperanzado con arreglos orquestales, que ya está a la venta en formatos digital y vinilo, aparece en los títulos de crédito del videojuego superventas Destiny, que “ha roto esquemas” y vendió “casi medio billón de copias en el primer día de salida”. En esta ocasión, el considerado compositor con más éxito de la historia, compuso por encargo. “Es como hacer el retrato de alguien. Tienes que usar tu imaginación y dar lo que necesitan, lo que van a querer y lo que tú quieres darles. Luego tienes que combinar esas tres cosas de forma que consigas algo que todavía pienses que mantiene la integridad”, explica Macca.
En el juego se trata de salvar la tierra de una invasión extraterrestre, así que ahí surgió la idea de “la esperanza en el futuro” a la que alude el título, aunque, al mismo tiempo, pretendió que la canción tuviera vida propia, más allá del videojuego. “Pensé que se podría escuchar en otros sitios, así que tendría que tener valor como single. Por ello, no podría tener referencias a extraterrestres o la gente pensaría ‘¿de qué está hablando?’ Así que tiene su propia integridad e independencia”, apostilla.
“No es un tributo, es una celebración de su música”, asegura el productor musical y cinematográfico Ralph Sall, amigo de Macca e impulsor de The art of McCartney. Son nada menos que 34 canciones, muchas de ellas míticas, que se amplían a 42 en la edición de lujo, y que cuentan con la banda habitual de McCartney en los últimos años -los guitarristas Rusty Anderson y Brian Ray, el teclista Paul ‘Wix’ Wickens y el batería Abe Laboriel Jr-, para “dar consistencia” a la amplia nómina de artistas que colaboran.
Históricos y jóvenes El álbum, que ha tardado una década en completarse, parte de la admiración de los músicos por la música de Macca. “Simplemente, es uno de los mejores compositores de todos los tiempos”, defiende Willie Nelson, que ofrece una lúcida revisión, en clave de folk acústico, de Yesterday. Es solo una muestra de la pléyade de artistas históricos que participan en este homenaje, con Bob Dylan, alguien refractario a estos proyectos, a la cabeza, rescatando con su voz de lija el oscuro Things we said today, grabado por Beatles en 1964. Otros veteranos que se lucen son Steve Miller, que reconvierte en rock sureño el tema de Wings Junior’s farm; Cat Steven, que desnuda The long and winding road; el chico de la playa Brian Wilson con Wanderlust; el superviviente Barry Gibbs, alejado del falsete y manteniendo el ritmo juguetón de When I’m 64; o Roger Daltrey, fiero y en forma, cercano al hard rock en Helter skelter. Y no suena mal el Band on the run de Heart.
La nómina de leyendas se amplía con el buen trabajo al piano y voces de Billy Joel en Maybe I’m amazed y Live and let die; la dulzura cumplidora de Chrissie Hynde con Let it be; Paul Rodgers en Let me roll it; Booker T. Jones o Alice Cooper, que calca las orquestaciones de Eleonor Rigby. Especial y adaptada al estilo The Cure es la versión de Hello goodbye, que el grupo realiza con James (hijo de Macca) a los teclados, y bienintencionada la participación de músicos jóvenes como Adam Young (líder de Owl City) o Jamie Cullum, entre otros.