El concierto estelar de Getxo Jazz en este jueves 3 de julio le corresponde al siempre risueño, infatigable y veterano saxofonista y clarinetista Paquito D’Rivera. Cubano residente en Estados Unidos, exmiembro de Irakere y ya más cerca de los 80 que de los 70 años, es toda una institución del jazz latino, que, como demuestra su último disco, Le Fleur de Cayenne, riega con arreglos de la música tradicional española y latinoamericana. “A mí me gusta la música. Duke Ellington decía que había música... y la otra cosa ésa”, responde a DEIA el músico entre risas.

D´Rivera, nacido en Marinao, La Habana, en 1948, actuará en el centro Muxikebarri en torno a las 22.00 horas, después de la actuación de IMPB Special Quartet, banda que participará en el concurso de grupos de Getxo Jazz. A partir de entonces ofrecerá una clase magistral del mejor jazz latino de las últimas décadas en formato de quinteto, junto a compatriotas como Pepe Rivero (piano), Yuvisney Aguilar (percusión) y Reinier Elizarde ‘El Negrón’, a los que se sumará el colombiano Sebastián Laverde (vibráfono).

D´Rivera, que posee 14 premios Grammy, es célebre por su talento en el latin jazz y sus logros como compositor de música clásica, incluida la española, como demostró en un paso anterior por Getxo con un repertorio con obras del Maestro Rodrigo, Manuel de Falla, Albéniz y Granados. El cubano exiliado en Estados Unidos es un pionero de la fusión entre el jazz y los sonidos latinos desde que despuntó con Irakere.

“Me acuerdo mucho del trabajo que hicimos Chucho Valdés y yo en Irakere después de Música Moderna, y de los inicios de Michel Camilo en mi propio grupo. Él escribía antes música para una compañía hasta que trabajó conmigo. Fue un buen periodo, estaba rodeado de grandes músicos ya entonces”, rememora D´Rivera. “Es cierto que hubo un antes y un después de Irakere, que fue un grupo muy original. Hicimos cosas únicas, juntamos muchos estilos. De hecho, creo que fuimos el primer grupo que juntamos jazz con música clásica y también folclórica. Lo que saliera, en definitiva”, apostilla.

“Bailar está bien, es bueno mover el esqueleto”, defiende el clarinetista y saxofonista, que amplió sus horizontes compositivos e interpretativos cuando descubrió el jazz. “Fue con un disco del clarinetista y director Benny Goodman que tenía mi padre en casa. Es un disco que grabó décadas antes pero que no se publicó hasta 1966. Ahí comenzó mi vida”, explica entre risas, a la vez que critica al régimen castrista por apartarlo por imperialista.

“Mao Tse Tung ya lo hizo, igual que la Unión Soviética con Brézhnev desde los años 60. El escritor Milan Kundera escribió sobre ello porque afectó también a su país, a Checoslovaquia. Donde aparece el comunismo no crece más la hierba. Allí, en Cuba, a nosotros nos trataron muy mal, había que estar muy calladitos”, recuerda de forma crítica contra los dirigentes de su país natal, a quienes califica de “dictadores”.

Música buena y mala

Su repertorio se alimenta de be bop, estándares, música clásica, raíces latinas... “A mí me gusta la música. Duke Ellington decía que había música... y la otra cosa ésa (risas). Hay estilos indefendibles, como el reggaetón”, explica este músico que también ha escrito varios libros, entre ellos Mi vida saxual (My sax life), Retratos y paisajes y Letters to Yeyito: Lessons from a life in music.

Tras publicar trabajos como Carabirian, cuyo repertorio entre cubano, hispano y brasileño presentó en Getxo, o el más reciente Zamba negra, junto a Hermanos Saboya, D´Rivera llega al festival vizcaino con un trabajo recientísimo titulado La Fleur de Cayenne, junto a la denominada Madrid–NY Connection Band, compuesta en gran medida por los músicos que le acompañarán hoy en directo.

D´Rivera asegura cerrar “un círculo completo” con este álbum y estos músicos, ya que, tres décadas después de conocerlos en Nueva Jersey, se han reagrupado para grabar este álbum tras una serie de años en los que “han adornado mi vida y carrera con su cariño, exquisita musicalidad y sentido del humor”. El álbum sigue fiel a los postulados musicales de su autor, ya que combina temas propios y versiones –del Miriam de Bebo Valdés a Cinema Paradiso, de Ennio Morricone a ritmo de jazz contaminado de sonidos folclóricos latinoamericanos, del son cubano al jarapo venezolano.