Bilbao. Ha dedicado prácticamente toda su carrera a Euskadi. William Douglass (Reno, 1939) ha profundizado sobre los vascos llegados a América. También creó el Centro de Estudios Vascos en Reno, siendo su director durante más de 30 años, hasta que se retiró en el año 2000. Además de llegar para recibir el Premio Argizaiola, Douglass participará hoy en un seminario sobre migraciones, que tendrá lugar en la UPV/EHU en Gasteiz.
Premio Argizaiola 2013 en Feria de Durango. ¿Ya se siente un embajador de la cultura vasca?
Tanto como embajador no, pero me siento un privilegiado por toda la carrera que he realizado en el País Vasco, sobre todo, porque me han facilitado esa trayectoria. No soy un embajador, pero quizás sí un portavoz ya que he trabajado en el Centro de Estudios Vascos de Reno, que es un escaparate de lo vasco para el mundo anglosajón. Soy un portavoz al otro lado del mundo. Estoy contento porque creo que la Azoka es algo magnífico y muy importante. Esto ha crecido año tras año y yo considero esta iniciativa como la culminación cultural anual de la cultura vasca en todas sus expresiones.
Impartirá en la UPV/EHU una charla sobre migración vasca. ¿Cómo se percibe a los vascos fuera de Euskadi?
Es algo difícil de responder. Depende del contexto y del momento. El Museo Guggenheim, por ejemplo, ha atraído interés internacional de carácter cultural. Por otro lado, el tema de la violencia ha dado otra imagen. Después de tantos años intentando explicar lo vasco al mundo anglosajón, puedo decir que no es fácil concretar qué imagen se tiene de Euskadi, porque el tema vasco está bastante sumergido desde el punto de vista internacional, ya que no tiene sede en la ONU, por ejemplo.
¿Tenemos los vascos espíritu explorador?
Sí, los vascos tienen un espíritu migratorio y una historia particular como exploradores y administradores dentro del mundo colonial. Además, la historia y el carácter están muy relacionados y se deben uno al otro: la historia crea el carácter y viceversa.
Sin embargo siempre se ha relacionado al emigrante vasco con el pastoreo. ¿Se ha superado esa vinculación?
No del todo, aunque ya ni existe ese emigrante pastor vasco. Y digo que no se ha superado del todo porque los propios vascos americanos quieren conservar esa vinculación. Resulta interesante cómo un abogado vasco de California se encuentra con otro vasco de Boise y sacan a relucir el hecho de que no solo son vascos, sino que sus abuelos eran pastores. Quizá ellos nunca han cuidado a una oveja pero se sienten así. Lo de ser pastor vasco allí funciona de la misma manera que el legado casero aquí. En Bilbao hay mucha gente que apenas lo ha pisado, o si lo ha hecho ha sido en casa de los abuelos pero sin vivirlo directamente. Sin embargo, parte de su identidad está basada en ese legado casero.
Usted ha afirmado que en América se tiene una percepción positiva de los vascos.
Sí, y creo que esa buena imagen se la han ganado y merecido. Estos procesos se basan en generalizaciones y estereotipos, y precisamente como estereotipos captan solo una parte de una realidad y no el conjunto de ella. Pero creo que los vascos lo han hecho muy bien, tanto en Argentina como en el Oeste americano, y han logrado a través de sus hazañas el respeto de los no vascos.
¿La política ha jugado un rol importante en la creación de estereotipos?
Lo cierto es que es difícil explicar en pocas palabras a un periodista de la BBC o del New York Times por qué ha explotado una bomba en una taberna, por ejemplo. Intentar explicar el resultado de una elección aquí es sumamente difícil porque no hay suficiente información en el ámbito internacional como para situar esa respuesta.
Este año la cultura invitada en la Feria de Durango es la escocesa. ¿Ve similitudes entre ambas?
Sí, y muchas están basadas en que son naciones sin Estado. Lo que se está haciendo en Escocia es sumamente interesante porque es uno de los pocos procesos pacíficos de evolución de poderes políticos. Siendo este un proceso pacífico es muy interesante dentro de la historia de conflictos violentos, ya que estos procesos de dividir una entidad política de esta manera, digamos al estilo de Checoslovaquia, son pocos y muy contados.
Ha sido director del Centro de Estudios Vascos en Reno durante 30 años. ¿Qué balance hace de esa etapa?
En realidad es algo que inventamos nosotros. Existía una idea de ese centro, pero había que lanzarse. Para convertirla en realidad me contrataron a mí y yo contacté con Jon Bilbao. Lo tuvimos que inventar porque no existía un modelo anterior. A lo largo del tiempo hemos tenido iniciativas buenas y otras no tan buenas. Las no tan buenas las hemos ido abandonando, pero poco a poco fuimos creando una entidad que realmente ha sobrepasado nuestros sueños y fantasías. Hoy por hoy es una institución fuerte, importante, con una gran biblioteca y un paso continuo de intelectuales.
Hoy en día muchos jóvenes vascos están emigrando a otros países. ¿Fomentará eso la creación de asociaciones vascas?
La tecnología jugará un papel importante como unión. Es muy probable que esos jóvenes vascos que van al extranjero se sientan más vascos en otro país que en Euskadi, y esto es así porque en casa no se sienten de la misma manera que estando en el extranjero. Estar lejos es un motivo para asociarse incluso para quienes posiblemente no tendrían interés en unirse en su propia tierra.
¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en la conservación de las culturas?
Yo creo que ya tenemos una especie de Euskadi virtual a la que acceden tanto las diásporas como la gente de aquí. Aunque hay que esperar. Solo el tiempo dirá si la tecnología va a salvar o no la identidad vasca, porque cada vez más la juventud se sienta delante del ordenador en su casa y no acude a las asociaciones. Nutren su identidad delante de la pantalla de un ordenador, pero esto está sucediendo a todos los niveles, no solo en conservación cultural. No sabemos cómo estará Euskadi dentro de cien años, quizá no exista, o quizá sea un Estado independiente. Caben todas las posibilidades. Podemos especular, pero no prever.