IRUÑEa. La búsqueda de una vía de expresión para aquello que las palabras no llegan a decir, como lo íntimo o lo inefable, es el resultado de la exposición El otoño que tengo es el que he perdido, de la artista navarra Mireya Martín Larumbe. La fundación BilbaoArte, donde estuvo becada el año pasado, acoge esta muestra hasta el próximo viernes. Mireya Martín describe su trabajo como "un proyecto que se desarrolla, a través del dibujo; un tipo de narración no lineal que da lugar a un relato audiovisual abierto que adopta, entre otras, la forma de una animación experimental. Así, el motor y el alimento de trabajo es el propio proceso de creación", señala. Un proyecto que, en palabras de la artista, podría resumirse en "una forma de expresión que desde lo sensible, apela a lo inexplicable". Para conseguir este efecto, también recurre al dibujo e imagen videográfica y a la instalación, donde conjuga línea, textura e imagen en movimiento tratando de transmitir sus pensamientos y sentimientos.

La historiadora de arte contemporáneo y actual redactora del programa televisivo Metrópolis Susana Blas, asegura que los trabajos de la artista iruindarra tienen un aire singular "que los hace flotar en un territorio ambiguo entre el dentro y el afuera. Dentro y fuera del sueño, del pensamiento, del deseo, renunciando así a imponer sus propios descubrimientos al espectador para que seamos nosotros los que añadamos otra visión dentro y fuera del cuerpo". El dibujo, la imagen videográfica y la instalación son las técnicas protagonistas en El otoño que tengo. Según Blas, la artista navarra se inclina por estos medios porque "prefiere la fragilidad y la sugerencia como sustancia. La línea, el papel con sus texturas, y la imagen en movimiento son medios idóneos para no cerrar ni las motivaciones ni los efectos de sus corrientes de pensamiento". Las animaciones creadas para El otoño que tengo, que funden dibujo y fotografía, color y texturas, son una referencia a la naturaleza, y hacen hincapié en la fragmentación y en la memoria del cuerpo en su "cadena de transformaciones en animales, como el búho o la serpiente, frutas y paisajes".